"Este mundo tiene remedio, pero tiene remedio si los países ricos ayudan más a los países pobres". Así de contundente se expresaba el nuevo Director Ejecutivo de la Fundación Castellano-Manchega de Cooperación, Tomás Mañas, en una conversación mantenida con miembros del Proyecto SIEC-DDHH en la sede de la entidad, situada en el casco antiguo de Toledo (Castilla-La Mancha, España).

tomasmanas-300x237-mdlsAntiguo titular de la Consejería de Bienestar Social de la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha, Mañas se considera afortunado con su nuevo cargo, "con un poco menos de tensión en el día a día, más alejado de las preocupaciones regionales y de la política".

"En la Fundación tenemos tres líneas de acción básicas: el voluntariado, los cursos de formación y la gestión del Fondo de Cooperación". Si bien el trabajo es menos estresante, las cosas han cambiado un poco desde el establecimiento del Fondo en 2003. "En apenas seis años Castilla ha pasado de manejar tres millones de euros destinados a la cooperación internacional a disponer de más de cuarenta", con todas las implicaciones que ello conlleva: reformas en la ley, en las instituciones y, por supuesto, en los modelos de convocatoria y financiación.

Uno de los pilares de la Fundación es la colaboración con las ONG. "En los cursos de formación o a la hora de evaluar proyectos, la experiencia de las ONG que trabajan directamente con las poblaciones objetivo resulta fundamental". Eso sí, siempre que cumplan ciertos requisitos. "En España existen casi 8.000 entidades sin ánimo de lucro, de las cuales ni una cuarta parte tienen la capacidad y la experiencia necesarias para hacerse cargo de un proyecto de cooperación en el extranjero. No todas las ONG son iguales en sus capacidades".

Además, "tenemos que cambiar los lugares comunes que se han establecido en la conciencia de nuestros ciudadanos acerca de las ayudas a los países más pobres. No podemos enviar cosas sin hacerles un seguimiento exhaustivo en el lugar de destino, ni tampoco enviar cosas que no sean de una cierta calidad", subrayó Mañas.

Lo mismo pasa en los trabajos de cooperación con comunidades indígenas. "Son ellos los que tienen que decirnos qué podemos hacer nosotros, con los recursos que tenemos, para mejorar sus condiciones de vida". Muchas veces los países occidentales, y especialmente los gobiernos, realizan programas de cooperación sin haberse reunido antes con los líderes civiles para definir las necesidades y las áreas de trabajo posibles para una determinada comunidad.

"Las culturas son distintas y muchas veces los occidentales pecamos de arrogancia. Algunos tratan de imponer nuestras costumbres y nuestra forma de ver la vida, pero si hacemos eso estaremos cometiendo un impresionante error, aunque últimamente esta actitud se ha corregido bastante".

Aunque, si hablamos de política, el problema no estriba únicamente en la actitud de los donantes. Mañas, que ha visitado proyectos con indígenas en Guatemala, Perú y Bolivia, denuncia la postura discriminatoria de las instituciones públicas en los países de destino: "los gobiernos han tenido excluidos a los indígenas durante mucho tiempo. Para muchos países, los indígenas no existen; además, cuando son una minoría, son muy marginados por los gobiernos, muy despreciados, y poco atendidos en lo referente a mejorar su calidad de vida".

La solución pasaría, según Mañas, por suavizar las normativas de cooperación en el trabajo con unas poblaciones indígenas que muchas veces no comparten las concepciones espaciales occidentales, como se pone de manifiesto en los problemas burocráticos que encuentran muchas ONG para trabajar con indígenas que comparten frontera entre Bolivia y Argentina.

Por último, Mañas destacó que las opiniones de los líderes indígenas en lo referente al medio ambiente, que han vivido mucho tiempo sin utilizar nada de lo que nosotros utilizamos diariamente para contaminar la atmósfera y la tierra, deberían ser tenidas en cuenta en foros internacionales sobre cambio climático. "Algunos se creen que son los únicos que saben de esto, pero todo aquel que haya tenido una experiencia positiva en esta materia podría resultar fundamental para generar políticas limpias a largo plazo", destacó.

El Fondo que gestiona Mañas desde la Fundación fomenta alianzas entre ayuntamientos, empresas privadas, bancos, cajas de ahorro, diputaciones y particulares para poder participar en proyectos de cooperación de manera conjunta. "En Castilla existen más de 700 ayuntamientos con menos de 1.000 habitantes. Si cada uno destina el 0,7% de su presupuesto a la cooperación para el desarrollo, podemos unir todos esos esfuerzos en proyectos que sean viables, duraderos en el tiempo y fructíferos para las poblaciones a las que van dirigidos".

Tomás Mañas era Consejero de Bienestar Social de la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha en el momento de aprobarse el Proyecto de Fortalecimiento del Sistema de Información Etnias de Colombia y Asesoría Legal a Indígenas Víctimas de Violaciones de Derechos Humanos que están ejecutando en estos momentos la Fundación Hemera y la ONG Maestros de La Supervivencia.

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