Durante el Primer Congreso de los Pueblos Indígenas del Llano, celebrado del 17 al 20 de diciembre de 2005, los representantes de los departamentos Vichada, Casanare y Meta, conformaron la Organización de los Pueblos Indígenas de la Orinoquía Colombiana (OPIOC). Los representantes del departamento Arauca, por su parte, se abstuvieron de pertenecer a esta naciente organización, porque quieren primero analizar el funcionamiento de la misma y también el manejo que se le va a dar a la explotación de recursos naturales no renovables, como el petróleo.

 

Alonso Arenas, líder de los Pueblos Indígenas de Arauca, fue el vocero, ante la plenaria del  Congreso, de la posición de estas comunidades y de sus respectivas Autoridades Tradicionales. “Nosotros los araucanos pensamos que tomar la decisión de pertenecer a la OPIOC no puede hacerse tan rápido, pues tenemos que contar con la opinión de las comunidades de base de nuestro pueblo y de nuestras Autoridades”, argumentó Arenas, y agregó: “Hemos luchado durante treinta años para conformar nuestra organización que defiende por encima de todo los recursos naturales, y ahora no podemos conformar una que, por lo visto, va a vender el petróleo al Gobierno”.

 

En entrevista con Actualidad Étnica, Arenas aclaró que no están presentando una negativa rotunda a pertenecer a la nueva Organización de los Pueblos Indígenas de la Orinoquía Colombiana. Lo que desean los indígenas araucanos es esperar por lo menos un año para comprobar si la OPIOC verdaderamente quiere trabajar por la protección de los Derechos Humanos, los intereses y los recursos naturales de las Comunidades Indígenas del Llano. Si es así, los representantes del departamento Arauca no dudarán en pertenecer a ella y trabajar activamente, de lo contrario, continuarán su lucha como pueblo, por la protección de sus territorios y tradiciones.

 

De igual manera, Alonso Arenas expresó su gran preocupación, y la de su pueblo, por la explotación indiscriminada del petróleo y demás recursos naturales no renovables, presentes en esta parte del país. Dice: “… ojalá que esta nueva Organización defienda el petróleo, que ojalá no se vaya a vender, porque es la vida de la tierra, es como decir que si a mí me cortan las venas y me sacan la sangre, pues entonces me muero. Y es que vender el petróleo es vender nuestro territorio”.

 

Finalmente Arenas agregó, que los indígenas araucanos, particularmente los Uwa, entienden cuando los representantes del Gobierno argumentan que los territorios donde está el petróleo y los recursos naturales no renovables son del Estado, de todos los colombianos, pero son enfáticos y recelosos en defender  los territorios que tradicionalmente estas comunidades indígenas han habitado, porque para ellas el territorio significa no sólo un sitio de residencia, sino el hábitat natural para el desarrollo de su cultura ancestral.

 

De otra parte, Casildo Yépez, líder indígena del Casanare y gestor del Primer Congreso de los Pueblos indígenas del Llano, argumenta que esta es una ocasión precisa para procurar la unidad de los pueblos indígenas de esta parte del país, y que la naciente OPIOC ha sido creada precisamente para defender sus intereses, sus culturas, sus territorios y sus recursos, pero que además se tiene muy claro que es importante establecer relaciones cordiales y alianzas con las instituciones gubernamentales y las empresas privadas, con el fin de fortalecer los procesos desarrollados al interior de las comunidades indígenas.

 

Otro de los aspectos importantes en el desarrollo de este Congreso fue el relacionado con el encauzamiento del Río Meta. El gobernador del resguardo El Turpial la Victoria, de Puerto López Meta, José del Carmen Ruiz Arrepiche, comenta: “El Invías tiene programado desarrollar un proyecto en el Río Meta, pero no ha consultado a nuestra comunidad con respecto al impacto ambiental y cultural que va a tener, pues consideramos que no sólo seremos afectados los Achaguas, sino también todas las comunidades que viven a lo largo del río”.

 

El gobernador achagua agrega que espera el respaldo de la OPIOC para que el encauzamiento del Río Meta, proyectado por el Invías, cause el menor daño posible en el ambiente y en las tradiciones de su pueblo. Así mismo, que si es necesario el desalojo de su territorio tradicional, esta comunidad sea ubicada en la hacienda San Javier, que además de estar cercanaa su actual sitio de residencia, tiene tierras fértiles y fácilmente cultivables, que garantizarían el sustento y el desarrollo de múltiples actividades agrícolas, así como la conservación de su cultura.

 

Muchos son los pueblos indígenas colombianos desplazados de sus territorios, sin embargo, este caso particular requiere no sólo el interés de la OPIOC, sino de todas las organizaciones indígenas, sociales e instituciones del Estado, pues estos 746 achaguas, son los últimos que quedan en Colombia y están luchando por trascender en el tiempo enseñando a sus niños los valores culturales que los identifican como pueblo y que los han hecho los guardianes por excelencia de las márgenes del Río Meta.

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