SIEC. Actualidad Étnica. Guiaacademica.com, Bogotá, 21 /08/2008. Indígenas, afrocolombianos y gitanos componen la riqueza intangible del país, sin embargo, la discriminación ha marcado la convivencia de estos pueblos, iniciativas académicas trabajan al respecto.

 

Con la llegada de Cristóbal Colón en 1492, América paso a ser una tierra colmada de híbridos culturales entre nativos, moros, españoles, gitanos y africanos.

 

La conocida época de la 'conquista' para algunos no fue más que una invasión a las creencias autóctonas, por lo que las comunidades aborígenes colombianas hallaron la forma de mantener su esencia y reinventaron la forma de convivir, a través de resguardos indígenas o kumpanias (espacios urbanos donde viven los pueblos rom).

 

Según el Departamento Administrativo Nacional de Estadística (Dane), con base en el Censo realizado durante el 2005, los grupos étnicos que aún permanecen son:

 

- Indígenas, que corresponden a un 3,43 por ciento de la población nacional.

 

- Afrocolombianos, con un 10,62 por ciento, incluidas las comunidades raizales de San Andrés y Providencia y la de San Basilio de Palenque.

 

- Rom o gitano, que corresponden a un 0,01 por ciento.

 

Desde la llegada de los europeos, Colombia ha mirado con inválida superioridad a estos pueblos ancestrales, como lo demuestra la Ley 089 del 25 de noviembre de 1890, la cual determinaba "que los 'salvajes' deberían reducirse e incorporarse a la vida civilizada".

 

Con la Constitución de 1991 se reconoció la importancia de estas comunidades minoritarias en la conformación de un país pluriétnico y por esto varios artículos fueron elaborados para proteger la integridad cultural y patrimonial de la nación.

 

Sin embargo, Gloria Amparo Rodríguez, profesora e investigadora de la Facultad de Jurisprudencia de la Universidad del Rosario, afirma que estas palabras se quedan en el papel y no son una realidad.

 

"Considero que falta reconocimiento (de estas comunidades), además, de estrategias académicas y del Gobierno para preservar la esencia étnica", agrega.

 

Bajo este panorama, varias instituciones de educación superior han decidido tomar medidas al respecto.

 

Por ejemplo, la Universidad del Rosario tiene un programa de becas destinado a cubrir un 90 por ciento de la matrícula de las personas que pertenezcan a una comunidad ética.

 

En ese sentido, Rodríguez explica que abrir este espacio no fue una tarea fácil porque el encuentro de dos culturas es complicado de asumir.

 

"En un comienzo el impacto de ver a los indígenas en la universidad, no era tan sencillo, incluso para los profesores; por ejemplo, un día un docente me dijo que un estudiante aruhaco estaba tomando coca en clase, al referirse a la utilización del poporo (implemento con forma de reloj, en donde se mezclan varias sustancias orgánicas y el cual tiene un significado vital) en vez de cuadernos para plasmar sus conocimientos", comenta.

 

De esta manera Rodríguez decidió fundar la Cátedra Viva Intercultural, la cual pretende mostrar la cultura étnica a los estudiantes tradicionales.

 

"Nosotros aprendemos mucho acerca de las comunidades minoritarias; en esta materia cada estudiante étnico nos muestra cómo piensa, vive y percibe el mundo porqué son otros conocimientos, nuestros ancestros, que debemos conocer", enfatiza.

 

Asimismo, la Universidad Externado en convenio con el Ministerio del Interior acoge a estas comunidades en el preuniversitario donde reciben asesoría para elegir la carrera que más se ajuste a su perfil.

 

"Es una oportunidad de crecimiento académico tanto para los alumnos de las etnias como para los tradicionales", explica Myriam Ochoa, decana de la Facultad de Educación.

 

Como reza uno de los puntos del Plan Decenal de Educación, es necesario generar "autonomía para el reconocimiento de la diversidad cultural y respeto por la diferencia, con miras a la convivencia pacífica".

 

Los estudiantes hablan

 

Kasokaku Busintana, alumno aruhaco llegó de la Sierra Nevada de Santa Marta a buscar herramientas válidas en la sociedad actual para ayudar a su comunidad.

 

"Trabajo en proyectos ambientales, para mirar el camino político y social para proteger los patrimonios vivos que somos los pueblos indígenas", explica.

 

Kasokaku quien actualmente cursa séptimo semestre de Jurisprudencia en la Universidad del Rosario, afirma que en la universidad ha encontrado espacios para enseñar su cultura.

 

"Es importante que la sociedad entienda que Colombia es un país de diferencias, de múltiples comunidades; no como una muestra de museo; día a día se trabaja fuerte para que sea una realidad y no algo ficticio", enfatiza.

 

De la misma forma Arukin Torres, estudiante de Relaciones Internacionales de la Universidad del Rosario relata como la institución se ha convertido en un lugar de intercambio o 'trueque' de conocimientos.

 

"Vine a construir un entendimiento mutuo de permanencia cultural para construir un camino definido para nuestros pueblos. (...) Porque como dice mi mamá: los pájaros pueden cambiar de plumas pero, nunca el canto", agrega.

 

* Guiaacademica.com: www.guiaacademica.com

Escribir un comentario

Código de seguridad
Refescar