Desde hace algunas semanas se han intensificado las denuncias en torno a la expansión del cultivo de palma africana o aceitera en la región pacífica del país que involucran a grupos paramilitares, quienes presionan a las comunidades para su siembra y vulneran los derechos de propiedad colectiva de indígenas y negros. El presente artículo reflexiona sobre el contraste que se vive en el departamento del Chocó, donde las comunidades rechazan la siembra y el Bloque Élmer Cárdenas de las AUC condiciona su desmovilización sobre la base de que se apoye la palma africana como proyecto alternativo agroindustrial.

 

Las denuncias, hechas por  tienen dos coincidencias extremas: por un lado, el trabajo presentando por la Diócesis de Quibdó y la Human Rights Everywhere, El cultivo de palma africana en el Chocó: legalidad ambiental, territorial y derecho humanos (2004), que presenta un diagnóstico muy completo sobre la inconveniencia de sembrar palma africana en un ecosistema, considerado como uno de los más biodiversos del planeta, altamente frágil y vulnerable; por otro, el condicionamiento del Bloque Élmer Cárdenas de las AUC de adelantar un proceso de desmovilización de sus hombres, sobre la base de un apoyo irrestricto por parte del gobierno Uribe a su Proyecto de Alternatividad Social (PASO), fundamentado, precisamente, en la consolidación del cultivo de palma africana como alternativa agroindustrial para toda la región.

 

El estudio de la Diócesis de Quibdó y la Human Rights Everywhere demuestra tres dinámicas básicas: primero, la inconveniencia de sembrar palma africana en el Chocó por sus impactos ambientales y ecológicos negativos, teniendo como referencia los estudios adelantados en los cultivos de palma en el municipio de Tumaco, cuyas condiciones biogeográficas son muy similares a las del Chocó; segundo, a pesar de demostrarse que el cultivo de palma trasgrede el equilibrio ecológico, en la región se ha venido extendiendo bajo el amparo de los paramilitares; tercero, la presencia de los paramilitares y su presión para que el cultivo se extienda se constituye en un factor que amenaza la integridad territorial, cultural y física de las comunidades indígenas y negras que se oponen a su siembra.

 

Por su parte, la propuesta del Bloque Élmer Cárdenas, expresadas a través de las distintas reuniones que José Alfredo Berrío, mejor conocido como el comandante “Alemán”, ha sostenido con el Alto Comisionado de Paz, Luis Carlos Restrepo,[1] parte de la premisa de que ante una potencial desmovilización, sería pertinente poner en marcha estrategias productivas y económicas en las que los desmovilizados puedan integrarse.

 

Lo coincidencial es que la propuesta que lanza el Élmer Cárdenas no es otra que aquella que pone en riesgo a las comunidades indígenas y negras: palma africana.

 

Al respecto, afirma el vocero del Élmer Cárdenas: “Necesitamos una gran revolución agraria que nos involucre a todos. Nuestro trabajo apunta a la transformación de las actuales condiciones de la región hacia un estado que podamos llamar de paz, con seguridad y democracia para todos, no sólo en cuanto a seguridad física, sino, y tal vez principalmente, la seguridad alimentaria que brinda la tierra, fruto del trabajo campesino, la seguridad social que ofrece el respaldo médico sanitario, y muy especialmente la seguridad de un futuro que garantice una educación de calidad y al alcance de todos. Queremos igualmente un desarrollo Regional que desde grandes proyectos  de infraestructura posibilite el establecimiento de cadenas productivas y de comercialización que aprovechen las ventajas geoestratégicas de nuestro país, generando una verdadera revolución constructiva y democratizadora del agro que integre a la industria y al gran capital con el trabajo asociado y con el pequeño propietario rural”.

 

Lo preocupante de la propuesta del comandante “Alemán” no sólo está en el hecho de que las autodefensas develen con una claridad que no deja de sorprender las intenciones políticas, económicas y militares frente a una región como el Darién y el Urabá chocoano y antioqueño, sino que también resulta preocupantes datos como el aporte de 3 mil hectáreas donadas por una empresa privada que está en la disposición de “restituir a los campesinos algunas de las mejores tierras de la cuenca del río Mulatos, donde promovemos ya, por intermedio de diferentes organizaciones comunitarias, la convocatoria de mil familias campesinas, para el establecimiento de un Proyecto de Desarrollo Agroindustrial Alternativo que articule la reinserción de campesinos combatientes del Bloque (200 familias) con la reubicación de campesinos ex cultivadores de coca hoy asentadas en las laderas del cerro del Yoki y miembros del programa “Familias Guardabosques” (300 familias) y el reasentamiento de familias campesinas desplazadas que hoy habitan en condiciones miserables en los corregimientos y en las orillas de las carreteras, así como de reinsertados de otras organizaciones armadas (500 familias)”.

 

Aunque es presumible que el comandante “Alemán” no mencione el nombre de la empresa que está dispuesta a entregar 3 mil hectáreas para potenciar el proyecto por razones más que obvias, resultaría interesante conocer dónde se ubica con exactitud  el terreno que la dadivosa empresa está dispuesta a donar, teniendo en cuenta que buena parte de las acciones militares desarrolladas por el Bloque Élmer Cárdenas ha consistido en desplazar a las poblaciones de comunidades negras de sus territorios colectivos, demostrando una vez más que el desplazamiento forzado hay que dejarlo de valorar como una mera consecuencia del conflicto, entendiéndola como una de las estrategias adoptadas por los actores armados para apoderarse de sus territorios ancestrales.

 

Por otro lado, cuando se revisan las múltiples acciones violatorias a los derechos humanos perpetradas por los paramilitares en Antioquia y Chocó, no cabe duda que las intenciones de paz que expresa el comandante “Alemán” en las cartas que manda al Alto Comisionado, envuelven los intereses económicos de unos pocos, que no involucra a negros e indígenas.

 

Sostiene el comandante “Alemán”, por ejemplo, que el “...esfuerzo militar, social y político ha salvado y sigue salvando vidas, bien sea por las condiciones de seguridad que hemos devuelto, bien por la rehabilitación del tejido social que a la sombra de nuestra presencia se viene dando, muchas veces con la participación activa de los hombres y mujeres del Bloque como líderes de cambio y desarrollo”.

 

Pues ese tipo de declaraciones contrastan con las denuncias que hacen las comunidades indígenas y negras, que señalan como el Bloque Élmer Cárdenas amenaza, hostiga y presiona a todos aquellos que se opongan a la siembra de palma.

 

Ya lo mencionó con claridad la Organización Regional Indígena Emberá Waunaan (OREWA), que en un comunicado fechado el 15 de noviembre afirmaba: “Las plantaciones de la palma aceitera en los municipio de Carmen del Darién, Bajirá y Riosucio es una manera de apropiarse de las tierras colectivas. Si no se pone freno, ni se define con claridad qué va pasar (..) con las tierras donde (se) están haciendo las plantaciones, para quiénes van a ser esas tierras o cómo se garantiza la propiedad (colectiva) de los indígenas y de las comunidades negras, las tierras pueden ser usurpadas y apropiadas en el futuro por las seis empresas, entre ellas  URAPALMA, que invierten y ejercen control de las tierras”.

 

Puesta así las cosas es presumible pensar que, a diferencia de la actitud de los demás bloques que integran las Autodefensas Unidas de Colombia, la desmovilización del Bloque Élmer Cárdenas se demore todavía, porque si su desmovilización está sujeta a la expansión de la palma africana como proyecto agroindustrial en una región donde indígenas y negros habitan en territorios que legalmente son inembargables, imprescriptibles e inajenables, la única manera de convertir el sueño del comandante “Alemán” en realidad es desatando un baño de sangre aún más terrible del que se ha vivido en la zona, bien sea para desplazar a las comunidades de sus territorios ancestrales o, como ya se viene haciendo, obligándolas a cultivar palma.[2]

 

Finalmente, llama la atención como en la Bitácora Semanal de Prensa (semana del 24 al 30 de noviembre), que realiza el Observatorio de Derechos Humanos de la Vicepresidencia de la República, en el ítem "Otros Pronunciamientos" se resume perfectamente el conflicto: 

 

  • 24/11/2004 El Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) reveló que una misión que envió a Bojayá (Chocó), comprobó el deterioro de las condiciones de vida y el temor creciente entre los civiles por el regreso de los grupos armados. “La población está inquieta, debido a informaciones que señalan que las FARC y las autodefensas están regresando de forma masiva a la región”, precisó en Ginebra el portavoz del organismo humanitario, Ron Redmond.  
  • 29/11/2004 Juan Rodrigo García Fernández, asesor político del bloque Élmer Cárdenas de las autodefensas, afirmó que ya existe un documento llamado “Programa de Alternatividad Social” que contiene una propuesta de soluciones a la problemática social de los 12 municipios del Atrato Medio y Urabá chocoano donde opera el bloque. De igual manera, aseguró que este bloque será el próximo a declarar cese de hostilidades y zona de ubicación. 
  • 30/11/2004 La diócesis de Quibdó denunció al bloque Élmer Cárdenas de las autodefensas, como el responsable de nuevos desplazamientos forzados de comunidades afroindígenas en el departamento del Chocó. El vocero de la diócesis, Jesús Alfonso Flórez, agregó que las autodefensas, al parecer con la Fuerza Pública, desplazan a la población de esta región para dejarla libre a los cultivadores tecnificados de palma africana.

Notas de píe de página

 

 

[1] Las propuestas pueden ser consultadas en la página http://www.acbec.org/.

[2] Al respecto, el jefe del Élmer Cárdenas sostiene:  No sólo los grandes núcleos productivos de la agroindustria urabaense se benefician de manera directa o indirecta del cinturón de seguridad y desarrollo establecido por nosotros. Muchas comunidades que ni siquiera figuran en los mapas, y que no cuentan en las estadísticas oficiales, están allí, al frente o en la retaguardia de nuestros grupos. Hombres, mujeres, ancianos y niños, sin rostro ni nombre para los grandes medios de comunicación, pero cuyos nombres y rostros están siempre presentes en la mente de nuestros comandantes, serán los directos beneficiarios o víctimas de nuestras decisiones de carácter militar y político”.

Escribir un comentario

Código de seguridad
Refescar