Total rechazo a las fumigaciones aéreas manifestó el Senador de la República Jorge Enrique Robledo, a través de una comunicación enviada al Ministro de Gobierno Sabas Pretelt de la Vega el pasado 18 de septiembre de 2005. Igualmente la Organización Indígena de Antioquia, OIA, se pronunció sobre las trágicas consecuencias que sobre la población indígena y campesina tiene esta práctica que se viene realizando en parques y zonas productivas, sin consideración alguna. Las fumigaciones y sus efectos colaterales es uno de los temas más polémicos de la agenda nacional e internacional.

 

 

Comunidades Indígenas condenan fumigaciones en parques naturales

 

“Es una práctica que avergüenza a los colombianos ante el mundo y nos deja como unos salvajes”, dice uno de los apartes de la comunicación enviada por el Senador Jorge Enrique Robledo al Ministro de Gobierno Sabas Pretelt de la Vega, ante la decisión del Consejo Nacional de Estupefacientes, de ordenar fumigaciones aéreas y con poderosos venenos contra los plantíos de coca y amapola localizados en los parques naturales nacionales de Colombia.

 

La misiva en la que se rechaza enérgicamente esta práctica, ofende, más aún cuando se hace en humillante acatamiento que la administración Uribe Vélez hace de la Casa Blanca. El Senador solicita al gobierno explicar por qué una decisión tomada el 5 de agosto de 2005 sólo fue informada el 15 de septiembre pasado, y ante la evidencia de una pregunta hecha por periodistas, luego que la Página Web del Diario Oficial se hubiera descompuesto desde el día de expedición de la norma mencionada.

 

“El 26 de julio de 2005 le solicité me explicara cuál era la posición del gobierno nacional ante un Proyecto de Ley que cursa en el Congreso de Estados Unidos ordenando la monstruosidad de experimentar con micoherbicidas en un país que podría (?) ser Colombia. Dicha petición se la hice apoyado en la norma constitucional que les otorga a los ciudadanos el derecho a pedirles información a los funcionarios públicos y en el Artículo 258 de la Ley 5 de 2002, que señala que los ministros deben responder en cinco días, las preguntas de los senadores y representantes”.

 

El Senador Robledo hace referencia a que el 28 de julio del presente año, el Ministro le remitió las mismas preguntas al Doctor Juan Carlos Vives Menotti, Director Nacional de Estupefacientes, con el propósito que respondiera a sus cuestionamientos, lo que no ha ocurrido. “Al respecto, entonces, censuro e insisto: â€œLas preguntas que le remití debieron ser respondidas por usted o, si trató de insinuar que no eran de su responsabilidad, por la ministra de Relaciones Exteriores, pero en ningún caso por un funcionario que no es el encargado de los problemas de la política ni de los asuntos internacionales del país”.

 

Como el Doctor Vives Menotti tampoco respondió dichas preguntas, seguramente porque no tiene por qué hacerlo, “reitero todos los cuestionamientos, los cuales cobran más actualidad ahora que se intenta, otra vez, fumigar en los parques naturales”.

 

 

 

Sube como encuesta baja como glifosato

 

Por su parte, la Organización Indígena de Antioquia, OIA expresó en un enérgico pronunciamiento su posición frente a las fumigaciones, el comunicado ‘Sube como encuesta baja como glifosato’ cuestiona duramente al gobierno nacional y le recuerdan al presidente que “ni los indígenas, ni los campesinos, ni los afrodescendientes somos una plaga, para que nos fumiguen con veneno desde el aire”.

 

A pesar de los pronunciamientos de científicos de la Universidad Nacional y las advertencias de países vecinos como el Ecuador, que insiste en  las consecuencias para su región, la semana pasada el gobierno de Álvaro Uribe comenzó las aspersiones aéreas en los parques nacionales. En los pronunciamientos hechos desde diversos sectores, se da cuenta del riesgo que esta práctica representa para las comunidades; “a pesar de la voz de cientos de campesinos, negros e indígenas que incluso le han propuesto al presidente realizar erradicaciones manuales y del reclamo airado de cientos de periodistas cuyo sentido común llega un poco más allá de sus artículos, las fumigaciones en esta zona son un hecho”.

 

¿Qué gobierno capaz de fumigar con veneno desde el aire a los ciudadanos puede  considerarse legítimo? ¿Qué gobierno que fumigue y acabe los cultivos de pancoger a las comunidades puede declararse soberano? ¿Qué gobierno que fumigue y envenene las aguas que más abajo tomarán las comunidades tiene autoridad para librar una guerra contra el terrorismo? ¿Qué gobierno que atenta contra sus recursos naturales puede declararse insustituible? ¿Qué gobierno que desoiga a los suyos puede proclamarse democrático?


Para los Pueblos Indígenas de Colombia la coca es una planta sagrada, así como lo es el yagé, el yopo y otras tantas plantas de poder, que los acercan a sus antepasados. "La coca es cultura en mi país, los norteamericanos la volvieron vicio", declaró el expresidente boliviano Paz Zamora.


Para las comunidades campesinas de manera especial, la coca es su única posibilidad de insertarse al sistema de mercado que le imponen; para las empresas que producen glifosato (Monsanto), para las de seguridad, para las aéreas y para algunas otras, la coca es un negocio redondo.

A pesar de ello, las fumigaciones se iniciaron de manera formal la semana anterior en parques nacionales, bosques, selvas y demás manchas verdes que las comunidades rurales han preservado por muchos años para las generaciones futuras: para sus hijos, para los míos. Si bien no existe certeza científica sobre los efectos del glifosato, tampoco existe certeza sobre su inocuidad, de tal forma que el principio de precaución debe prevalecer por encima de intereses personales que rayan en la terquedad y que más que una decisión soberana, parece el fruto de indebidas presiones con las que se pretende darles gusto a nuestros benefactores.


Lastimosamente el bosque no crece con la misma rapidez con que lo hacen las encuestas, ni florece vertiginosamente como la popularidad del primer mandatario, porque de hacerlo, no estaríamos hablando de un bosque sino de un bonsái que no crece más allá del recipiente en el que pueda expandir sus pequeñas raíces. A éstas alturas nos preguntamos, ¿en dónde están los funcionarios ambientales?, ¿en dónde está la Ministra del Medio Ambiente? Tal vez haciendo cuentas con la jugosa bonificación que la semana anterior le dio el gobierno a sus funcionarios más cercanos y con la cual, por lo visto, compró conciencias, acalló sentimientos y reprimió las voces.

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