Sin embargo ha resistido a pesar de todo, de muchas maneras. Empezando porque en los asentamientos afrocolombianos la mujer ha sido el agente educativo por excelencia; la que ha hecho posible la generación, conservación y transmisión de la cultura, al igual que la generación, conservación y transmisión de la vida, y la formación y persistencia de la organización familiar como puntal del territorio.

 

En una estructura familiar matrifocalizada y no pocas veces matriarcal, a la mujer negra le está reservada no solamente su parte en el ciclo económico de subsistencia; sino también la responsabilidad doméstica del cuidado, crianza y educación primera de los hijos.

 

Desde muy temprana edad la mujer es llamada a asumir las responsabilidades familiares, de allí que más adelante, como hermana, madre, tía y finalmente como abuela, es el eje de la familia. A través de ella pasan las leyendas, los relatos moralizantes y las habilidades manuales del trabajo. El saber total de la cultura contenido en su propia condición de ser cultural, resultado de su propio proceso educativo comunitario y familiar, que la hizo plenamente afrocolombiana y hará otro de la “misma especie” con su descendencia, pilares en la construcción de los valores y la identidad como región.

 

Liderazgo Femenino

 

Los procesos de liderazgo que se han producido en la región tienen sus primeras referencias en los Palenques donde nuestras mujeres fueron pieza clave a la hora de acompañar a los varones en sus justas libertarias. El siguiente paso lo dimos hasta la heroína ROSA ZARATE, quien aporto su cuota importante al liderazgo femenino de Tumaco, al convertirse en el símbolo de la mujer nuestra, por su sentido libertario y aporte a la resistencia civil contra el yugo español por allá en las primeras décadas de 1800.

 

 

A principios del siglo XX dadas estas influencias, comienza una nueva etapa de liderazgo femenino con la llegada de la a Tumaco en 1908 con el arribo d el a Comunidad religiosa de las Betlehemitas que fundan una casa para la educación femenina y el Colegio Sagrado Corazón de Jesús (Destruido por un pavoroso incendio que se arrasó con más de media isla el 10 de Octubre de 1.947).

 

Las Carmelitas Misioneras continuaron esta labor educativa el 5 de diciembre de 1955 y Organizan la Escuela Misional. Ambos casos se convierten en semillero importante para el liderazgo femenino de las generaciones futuras.

 

En los años 60s y 70s el papel que la mujer juega, es importantísimo para la vida del litoral. Es ella la que lidera los famosos movimientos para reclamar a los gobiernos locales y nacionales la creación de la refinería en Tumaco como acción importante para que el puerto de Tumaco adquiriera progreso y desarrollo. Pasado el Terremoto - Maremoto del 12 de diciembre de 1979, la mujer se convierte en puntal principal para la reconstrucción moral y física del litoral y empujarlo hacia lo que ahora es.

  

En los años 80s, se da la revolución cultural y organizativa en Tumaco, principalmente en lo que se refiere a la conformación de organizaciones cívicas como TUMACO ALERTA S.O.S y GENTE UNIDA; Organizaciones culturales como CADEP, CALIPSO, MANGLARIA y LA ESCUELA DE MUSICA TUMAC; que buscaban reivindicar derechos colectivos y mantener y apropiar y rescatar las manifestaciones propias del saber popular. Y como resultado de esa línea de acción nace el FESTIVAL DEL CURRULAO. En todas estas actividades la participación activa y decidida de la mujer fue fundamental.

 

La influencia de estos esfuerzos organizativos dieron origen a importantes procesos como el famoso “Tumacazo” de 1988 que dividió la historia de la isla en dos. Ya que envueltos en una gran manifestación ciudadana reclamando al gobierno nacional por los servicios públicos que eran deficientes (por no decir que no existían), la inoperante administración Municipal y el olvido e incomunicación de la carretera Tumaco- Pasto (Nos echábamos hasta 20 horas y más para llegar a la capital de Nariño). De esta manifestación se desencadeno una revuelta popular, quemamos la alcaldía, pusimos varios muertos; pero sentamos un precedente por el cual nos solucionaron varios problemas y construyeron la carretera Tumaco -Pasto disminuyendo en 16 horas el trayecto de viaje. Este episodio histórico tuvo como protagonista un referente común: La participación de la Mujer.

 

A partir de los 90s, se aprestan para tomar un nuevo aire y entran a liderar los procesos políticos (ya no como escalera para que subieran otros, sino como candidatas a las Corporaciones públicas). Ganando varios escaños en Corporaciones como las Juntas Administradoras Locales y el Concejo Municipal. No se ha podido la alcaldía todavía porque en estos espacios la presencia de la mujer no ha tenido el peso que se requiere, quizás por que están en proceso de aprendizaje político o porque las que han subido no representan el verdadero espíritu de la mayoría, pero lo importante es que no han dejado caer la oportunidad de gobernar.

 

Símbolo Indeleble

 

La mujer además de ser acompañante permanente en el cultivo y explotación de la tierra. En el camino recorrido, sus esfuerzos también se han visto reflejados en lo organizativo; paridos de los procesos de producción que desde su nacimiento les toca asumir, evidencias reflejadas en cosechas como La Asociación Creaciones “negritas microempresa de confecciones; la Asociación de Concheras de Nariño “Asconar”, las Artesanas Unidas y la Cooperativa de Mujeres de Tumaco “Ser Mujer”, entre otras. Desde las cuales se ha logrado dignificar a la mujer del litoral y se ha reivindicado su identidad.

 

Finalmente, como una forma de ratificar su presencia y aporte, a través de algunos símbolos, en la isla de Tumaco se ha pretendido dar reconocimiento a tan importante ser. Señales que rubrican el paso y el peso de la mujer en todas sus manifestaciones, tales como: La Estatua de la Libertad (Estatua que simboliza la unidad del pueblo tumaqueño en torno a la libertad); Monumento a la Virgen del Carmen (Símbolo de fe y esperanza); Columna Conmemorativa “La Taguera” (Homenaje a la heroína nacional Policarpa Salavarrieta) y el monumento a la Madre (En representación de la función maternal y protectora de la madre).

 

Por encima de todo eso, la mujer nuestra es el testimonio indeleble de vida, enseñanza y producción. Sembradoras de valores, que no se cansan de impulsar y transmitir para la construcción de una cultura de paz y convivencia. Las mismas que dejan huellas magistrales por donde pasan y pisan, rastros que sirven como guía para encumbrar y darle alivio a los tiempos adversos que hoy nos toca vivir.

 

QUE VIVAN POR SIEMPRE.....

FELIZ DIA A TODAS.......

  

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