El poder, la fuerza y la magia de la palabra acompañarán a Dalila Gómez Baos, en su itinerario para llegar al Senado de la República. Heredera de la sabiduría de su clan, mijháis-bolochock, y con la desenvoltura propia de las mujeres empoderadas del siglo XXI, Dalila es protagonista de uno de los hechos más importantes en la reciente historia de la participación de las minorías en el ejercicio democrático. Por primera vez en Colombia y en el continente americano, una representante del Pueblo Rom (Gitano) se postula a elecciones de carácter popular. “Una rebelde entre los rebeldes”, como la califican sus compañeros de formula, entrará a la contienda electoral con el respaldo de su pueblo y del partido político Polo Democrático Alternativo. En entrevista exclusiva con Actualidad Étnica Dalila nos contó acerca de sus propuestas.

 

¿Cómo surge la idea de participar en las elecciones para el senado de la República?

 

Este es el resultado de ocho años de trabajo continuo por las reivindicaciones de mi pueblo; después de conocer de cerca sus necesidades e intereses, ahora nos sentimos políticamente maduros para tomar la decisión y lanzarnos al senado. Así que es el fruto de un proceso, un camino que hemos trazado paso a paso.

 

¿Cuál ha sido la participación del pueblo gitano en la política?

 

El pueblo gitano, contrario a lo que algunos puedan pensar, somos muy políticos, por ejemplo,  durante siglos hemos hecho resistencia desde lo étnico. Ahora, dada las dinámicas de la globalización de la economía y las sociedades, nos vemos abocados a participar más directa y activamente dentro del proceso político. Somos parte de un movimiento social emergente. Con nuestra experiencia y desde la perspectiva gitana, queremos llegar a un colectivo y hacer posible un nuevo país.

 

Es precisamente, un largo recorrido por Colombia, que le ha permitido a Dalila, una joven gitana, ingeniera industrial, especialista en gestión y planificación urbana y regional, conocer más de cerca la realidad del país. Desde niña, se ha integrado a las comunidades que ha visitado, sin perder sus costumbres, construyendo así una visión mucho más amplia, enriquecida por su propia cultura y por los aportes de otros grupos sociales. Esa mirada sobre el país le permitió desarrollar un importante trabajo a favor de las etnias desde el Departamento Nacional de Planeación, DNP.

 

Madre de Nikola, un niño de ocho años, Dalila se ha caracterizado por romper paradigmas,  incluso al interior de su propia comunidad, lo cual le ha generado más satisfacciones que dificultades. La firmeza de su carácter y la creatividad propia de los gitanos, le ha servido para superar los obstáculos. Por esa razón está convencida de que lo importante son las ideas que generen bienestar a una sociedad, sin importar sí estas provienen de hombres o mujeres.

 

En últimas lo que buscamos al llegar al congreso es visibilizar al pueblo gitano, aprender de este ejercicio académico y pedagógico que por primera vez se da en Colombia y en América. Desde nuestra experiencia construir una propuesta social desde los gitanos hacia los grupos étnicos y  los excluidos de este país.

 

Por ejemplo, si no defendemos la constitución, dentro de cinco o diez años, habrá un desmonte total de las garantías para el respeto de los derechos fundamentales y entonces, gitanos, indígenas, afrodescendientes y todos los colombianos nos vamos a perjudicar. Por eso una de nuestras banderas es promover la diversidad desde la perspectiva gitana. Nosotros tenemos mucho en común con otros grupos étnicos como el respeto por el valor de la palabra, lo colectivo y el significado del territorio y nación, así que entre todos podemos construir país. En Colombia tenemos que aprender de los indígenas, de los afrodescendientes, de los gitanos.

 

Nuestras propuestas son la defensa y desarrollo de la Constitución Política de 1991; la protección y promoción de la diversidad en todas sus expresiones: étnica, cultural, regional, biológica, genética, artística; la construcción de la democracia desde las dinámicas de los movimientos sociales; la consolidación de una agenda que se oponga a la voracidad de las multinacionales y de las instituciones financieras. De esa manera queremos recoger la voz de los sin voz, contar la historia de los sin historia, reivindicar a los excluidos, darle espacio a los perseguidos y visibilizar a los que han permanecido invisibles.

 

Esta es la labor que desde hace años ha adelantado Dalila, desde su trabajo organizativo en el seno del Proceso Organizativo del Pueblo Rom (Gitano) de Colombia (PROROM), no sólo para hacer visible a su pueblo, sino para evidenciar la necesidad de generar unas prácticas acordes a un “Estado que reconoce y protege la diversidad étnica y cultural de la Nación colombiana”. ¿Cómo cree que desde sus usos y costumbres se puede construir esa sociedad incluyente?

 

Los gitanos, tenemos formas diferentes de solucionar los conflictos lo cual podría aportar al país elementos para la resolver las situaciones más difíciles. El valor de la palabra; el respeto a los ancianos; la visión colectiva y solidaria al interior de nuestra comunidad; la identidad; el respeto por la diferencia; la creatividad para adaptarnos a las más diversas culturas sin perder la propia, son valores que nos ha permitido recorrer el mundo desde hace más de mil años cuando salimos del norte de la India y que aún hoy continua. En Colombia somos aproximadamente 5.000 gitanos, pero el aporte que hemos dado al arte, la música y la literatura ha sido muy grande.

 

“Si bien somos hijos del viento, también somos hijos de la tierra, de la Pacha Mama”. Este pensamiento incide en el concepto que tenemos sobre el territorio, que no se refiere a un espacio geográfico, sino es algo que llevamos a cuestas, es nuestra lengua, usos y costumbres, somos nosotros mismos. ¿Si no esto no fuera así, cómo hubiéramos podido sobrevivir?

 

Entonces esa forma de entender y vivir el territorio puede aportar soluciones a las problemáticas relacionadas, por ejemplo, con la tenencia de las tierras. Desde esta perspectiva se hace necesaria la creación de mecanismos para sociedades nómadas y sedentarias, una legislación flexible que tenga en cuenta estos conceptos.

 

Dalila insiste en que desde el Senado trabajará por la reivindicación de los derechos, no sólo de su pueblo, sino de todos los grupos étnicos, las minorías, los excluidos. Pero quizás los más invisibles han sido precisamente los gitanos, ¿cuáles son las necesidades más apremiantes de su pueblo y qué pueden esperar de su labor en el congreso?

 

Lo primero en lo que vamos a trabajar es en la creación de un Estatuto de Autonomía Cultural. Los indígenas, los afrodescendientes, tienen una legislación especial que se deriva de la constitución misma, pero para nosotros no existe ninguna legislación especial.

 

Uno de los temas que más nos preocupa es la educación. Queremos desarrollar para nuestro pueblo el Decreto 804 de la Ley 115, de tal forma que la educación que reciban las niñas y niños y jóvenes gitanos no atente contra su cultura, sino que por el contrario en ella encuentren referentes gitanos. Hay un alto alarmante índice de ausentismo escolar casi del 90%, y el número de profesionales gitanos es mínimo, según los hemos podido constatar en estudios que se han adelantado en PROROM. Respetando nuestra, vemos también la necesidad de que nuestros jóvenes tengan una formación que les permita tener una voz propia que sea escuchada, de lo contrario en una generación podría extinguirse todo un pueblo.

 

El diseño y la puesta en marcha de proyectos productivos acorde a nuestros usos y costumbres, es otra de las prioridades de nuestra participación en el senado. Estas iniciativas deben estar en armonía con el neonomadismo de los gitanos de hoy.

 

El tintineo de las joyas propias de la indumentaria gitana acompasa las palabras de Dalila quien se refiere con entusiasmo a las propuestas de su campaña; los vívidos colores de su falda, muy de moda por estos días, tienen la misma calidez de sus palabras. Armas muy importantes a la hora de enfrentarse a escenarios como los del congreso. Sus lemas de campaña no podrían ser otros diferente a: “la magia de nuestro pueblo al servicio de un país diverso; nuestro acendrado sentimiento de libertad: un aporte para la democracia; no sólo leemos el futuro en las líneas de las manos. Lo forjamos desde nuestra experiencia”. Y son sus manos, las que hablan, casi por si mismas, mientras reflexiona sobre su condición de mujer y de gitana.

 

Para nuestro pueblo las mujeres son como las flores del jardín; somos las generadoras de cultura. Existe un profundo respeto hacia las mujeres dentro de nuestra comunidad. Sin embargo, hay que reconocer que es un tanto difícil si tenemos en cuenta que es una sociedad patrilineal y patrilocal. Sin embargo, cuento con el respaldo de mi familia y de mi pueblo en este proyecto, que es un reto para las mujeres, los gitanos y la sociedad. De hecho ya contamos con dos mujeres gitanas que trabajan por los derechos de nuestro pueblo y de los grupos étnicos. Sandra Cristo, es Consejera de Cultura y Turismo y Nancy Gómez, de Política Social. Las mujeres somos las llamadas a ser protagonistas del cambio.

 

Existe cierta fascinación por el enigmático mundo de los gitanos, ¿cree que esa ‘magia’ que los rodea la ayudara en su campaña electoral?

 

Para mí, la magia está en el corazón de la cada quien y cada uno le da un color diferente. La magia es amor, está en la búsqueda de lo espiritual y del equilibrio. La magia, el poder y la fuerza de la palabra me han acompañado siempre y seguirán siendo las principales herramientas para construir nuevos proyectos.

 

Un país cuya mayor riqueza es la diversidad étnica y cultural, debe garantizar la participación de todos los grupos sociales y su integración a la sociedad en igualdad de condiciones pero en el respeto de sus diferencias. Que una mujer gitana ejerza su derecho de elegir y ser elegida, es un paso más en la construcción de una sociedad incluyente en donde haya cabida para todas las expresiones, como para la magia de ese pueblo que gracias al hielo, a los mapas, imanes, lupas e instrumentos de navegación, un día le enseñaron a José Arcadio Buendía que “En el mundo están ocurriendo cosas increíbles”.

 

 

 

 

 

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