“La vida me ha enseñado que uno debe soñar, amar y luchar, también me ha dicho que para seguir siendo como lo que  sido hasta hoy  debo conservar estos  cuatro principios: no matar, no robar, amar la naturaleza y ser comunidad”, estos pilares sobre los que se levanta la propuesta política de la Indígena Embera-Chamí, Eulalia Yagarí, quien aspira representar a su comunidad y especialmente a las mujeres en el senado de la república. Su candidatura tiene el aval de la Alianza Social Indígena.

 

En una carta que dirigió a la opinión pública, instó a continuar en la lucha por la reivindicación de las mujeres como sujetos de derechos, tanto al interior de las comunidades indígenas, como en otros grupos étnicos y en la sociedad en general. “Desde  niña  he  luchado para que mí condición de mujer sea  respetada”, afirma Eulalia Yagarí, en su comunicación en donde hace una reflexión de su propio proceso para reafirmarse como mujer y como indígena en Colombia. Actualidad Étnica reproduce esta comunicación de Eulalia Yagari, cuyas destinatarias principales son las mujeres.

 

“Carta a las Mujeres”

 

Por Eulalia Yagarí

 

Mujeres: amigas,  hermanas, me dirijo a ustedes para contarles que yo Eulalia Yagarí González, mujer Embera – Chamí, de la comunidad indígena de Cristianía, desde  niña  he  luchado para que mi  condición de mujer sea  respetada.

 

Ese camino ha sido difícil  porque nuestra sociedad ha sido excluyente al tema de género; me  acuerdo que en mi comunidad los hombres decían que no valía la pena  que las mujeres  estudiáramos. Desde mi adolescencia tomé conciencia de mi condición de género y con otras mujeres como Margarita Tascon, Estefanía González, Resfa Panchi y otras de mi comunidad,  nos decidimos a participar activamente de la vida social. Lentamente fuimos  logrando  que nos dejaran participar de las reuniones, que nos confiaran cargos en el cabildo aunque fuera de secretaria; fuimos con el transcurrir  del tiempo  promotoras de salud y profesoras.

 

No faltó la incomprensión de algunos compañeros que nos trataban de: ilusas, locas, rebeldes y hasta prostitutas; a las palabras necias hicimos  oídos sordos, seguimos adelante y constituimos el comité femenino que fue dinamizando el trabajo con las compañeras, fuimos teniendo voz firme pero juzgada de verdades  que no se podían decir; fue tanto el impacto de nuestro discurso que una vez nos colocaron a un hombre  como presidente  del comité femenino  para medir  nuestra representación y palabra.

 

Yo soy hija de ese proceso, fui maestra del preescolar José Diego Yagarí  durante 7 años, coofundadora de la Organización Nacional Indígena de Colombia, ONIC; de la Organización Indígena de Antioquia, OIA y del movimiento al cual pertenezco, Alianza Social Indígena; y diputada de Antioquia  por cuatro períodos consecutivos.

 

Me encanta participar del movimiento nacional de mujeres y en cada una de ustedes me veo,  en sus alegrías y angustias; me da mucha satisfacción que estemos logrando  reconocimiento aunque falta mucho, por eso cuando oigo que otras mujeres aspiran  a  cuerpos colegiados  me animo mucho y me reafirmo que nosotras las mujeres también podemos estar en esos espacios para servirle a la sociedad.

 

Como fruto de un proceso, la Alianza Social Indígena  e propuso que fuera candidata al senado, lo pensé ya que es un reto grande, lo acepté y estoy en campaña como siempre más a pie que a caballo. La vida me ha enseñado que uno debe soñar, amar y luchar, también me ha dicho que para seguir siendo como lo que  sido hasta hoy  debo conservar estos  cuatro principios: no matar, no robar, amar la naturaleza y ser comunidad.

 

 

 

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