A propósito de los últimos hechos en Bolivia país en donde se adelanta el proceso de nacionalización de los hidrocarburos, queremos presentar a nuestros lectores una reflexión sobre la posición movimientos sociales italianos respecto al nuevo gobierno italiano (de la izquierda) y a la situación en Bolivia. El artículo, “Algo de Izquierda, Evo y nosotros”, fue publicado el pasado 12 de mayo en el periódico nacional "il Manifesto" (www.ilmanifesto.it). Su autor, Giuseppe De Marzo, es un reconocido activista de derechos humanos de Italia y presidente de ASUD, organización que trabaja conjuntamente con las comunidades bolivianas en diferentes proyectos sociales.

Algo de izquierdas: Evo y nosotros

Por Giuseppe De Marzo

El decreto boliviano sobre el gas ha levantado el “temor” de Solana, y se ha hecho el silencio en Europa. La izquierda italiana, que ahora es el gobierno, tiene la obligación de hacerse notar y defender esta elección.

El Ministro Europeo de Asuntos Exteriores, Javier Solana, en estos días pasados ha afirmado que la Nacionalización de los hidrocarburos impuesto por el gobierno boliviano de Evo Morales es una medida . Declaraciones equivocadas e inoportunas. Equivocadas, porque decir que los bolivianos se verán perjudicados por una medida que le permite recibir el 82% de las ganancias de la extracción en vez del 50% es estúpido o esconde una profunda debilidad política. Inoportunas, porque pronunciadas en una situación en donde se quiere defender los intereses de las transnacionales europeas y estadounidenses es un atrevimiento que hace parecer Solana un manager de una multinacional europea en vez de “el ministro de asuntos exteriores” de la UE.

Ni siquiera los gobiernos de España y Brasil, sede de dos de las multinacionales más afectadas por la medida boliviana, Repsol y Petrobras, han hecho declaraciones tan encendidas. Las declaraciones de Solana son las que perjudican los intereses de los ciudadanos europeos, junto con el silencio de los otros países europeos. Cada día resultan más evidentes las dificultades de Europa, incapaz de analizar y conducir las nuevas relaciones internacionales pero sobretodo sin un proyecto político y sin una visión del mundo que pueda identificarse como tal. Esto representa un enorme problema que las fuerzas políticas institucionales de izquierdas tendrán que poner en primer lugar en su agenda. No se necesita una gran intuición para entender como en América Latina hay cambios profundos que generan proyectos políticos y nuevas situaciones.

En primer lugar el surgir de las nuevas subjetividades y de movimientos que han puesto en discusión la actual globalización económica, luego el fracaso de las políticas neoliberales que ha comportado una cadena de gobiernos de izquierdas “y todavía no ha terminado” y por último la construcción de un proyecto político de integración social, cultural y económica entre los países que tienden a romper la hegemonía ejercitada desde Washington.

En este sentido ha nacido una confrontación cerrada entre la socialdemocracia de Lula, Kirchner, Tabarè Vásquez e Obrador y la integración latinoamericana indigenista representada por Chavez, Castro, Morales, con los movimientos y las organizaciones de base como motor del cambio.

Los países europeos tienen que abrir un diálogo y una confrontación con las nuevas subjetividades latinoamericanas, de manera que se equilibre la ya aceptada desde hace diez años política externa unipolar impuesta desde Washington. Es la Unión Europea la que pierde una ocasión si estas relaciones fracasaran y la pierde en términos económicos.

La población y la mayoría de los gobiernos Latinoamericanos ven la integración latinoamericana como un punto de encuentro natural de un proyecto político enraizado en la conciencia de un vivir común.

Un proyecto fuerte acompañado de instrumentos económicos nuevos como la ALBA (la Alternativa Bolivariana para la América que quiere enterrar el tratado comercial “Norteamericano” ALCA), el TCP (el Tratado de Comercio entre los Pueblos propuesto para sustituir el TLC, los Tratados de libre comercio bilateral con USA), la construcción de infraestructuras que abarquen otros países, el refuerzo de grandes empresas como la Pdvs venezolana hasta llegar a la creación de un circuito de comunicación alternativa como Telesur. Decisiones que no tienen nada que ver con el folclore o el marginalismo del que hablaban muchos exponentes políticos.

Los movimientos italianos y bolivianos piden a la Unión abrir inmediatamente un diálogo sobre el futuro político de exteriores del próximo gobierno italiano, sobretodo partiendo de las relaciones italianas con América Latina. Es para nosotros una gran ocasión la de reforzar, con la actual coyuntura internacional, los lazos de unión entre nuestras comunidades. Hay que expresar una posición de rotura neta con las decisiones de la política de asuntos exteriores realizadas en el pasado.

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