Dos naciones lejanas y diferentes andan enfrascadas en asuntos nucleares. La primera, Irán, empecinada en enriquecer uranio para producir energía nuclear. La segunda, Colombia, cuyo gobierno abrió las puertas para que ingresen residuos considerados peligrosos, como los nucleares, radioactivos y tóxicos. En ambos casos la respuesta de la comunidad internacional es bien distinta. En el primero se moviliza la diplomacia con al ánimo de impedirlo, mientras que en el segundo nadie se pronuncia por ser un asunto interno de una nación “soberana”

  

En Teherán, el presidente Mahmud Ahmadinejad dice que esa energía se destinará para el desarrollo del país y no en la creación de armas nucleares que desestabilicen la ya de por si frágil región. En Bogotá –a su vez, el presidente Álvaro Uribe hablando en boca de la saliente ministra del Medio Ambiente, Vivienda y Desarrollo Territorial, Sandra Suárez (cuya última rúbrica fue estampada en la resolución 0809 de mayo de 2006 que deroga la  Resolución 189 del 15 de julio de 1994 que impedía la llegada al país de desechos nucleares y/o tóxicos), dice que esos residuos podrán ser reciclados y aprovechados para el desarrollo del país. Nos preguntamos, si no hemos podido reciclar el sinnúmero de toneladas de basura acumuladas en el botadero de Doña Juana, en las goteras de Bogotá, ¿cómo pretendemos reciclar ese material altamente peligroso? En dónde están las sofisticadas plantas recicladoras que no se han empleado en otras situaciones.

 

A Colombia la quieren convertir en un botadero: primero nos quisieron meter ropa de segunda en el marco del TLC, pero no pudieron y más por iniciativa de las textileras colombianas que al sentido común del gobierno. Luego, en el mismo escenario y con el tema de los remanufacturados pretendieron hacer lo mismo, y se salieron con la suya: las autopartes hasta con un solo ajuste podrán ingresar al país. Ahora nos quieren inundar con residuos peligrosos; ¿acaso su ingreso es una exigencia del gobierno Bush?, ¿por qué un tema tan delicado se trata con absoluta y sospechosa discreción?, ¿será que esos residuos llegarán a la enorme hacienda La Ubérrima recientemente adquirida por el presidente en Sucre, o por el contrario los enterarán en algún poblado empobrecido y frágil de nuestra macondiana geografía. 

 

Algo pasa de Teherán a Bogotá. Si bien ambos países tienen la intención de hacerse a material radioactivo (o con qué otra intención se deroga una ley) a unos se les reprime y a otros se les ignora. Asunto de confianza, negocios, madurez, responsabilidad o sumisión. Vaya uno a saber.

 

Cabildo Indígena Cerro Tijeras 

Santander de Quilichao, Julio 21 de 2006

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