En la vereda Pitalito en Jambaló si en los años 70 se resistía la agresión de la fuerza pública como consecuencia por la recuperación de tierras robadas, hoy sus comuneros empiezan a librar la resistencia contra la privatización del líquido sagrado: el agua.

Recuperando la Tierra

Antes de 1970 en la época de las recuperaciones de tierra, lo que hoy se llama Pitalito tenía un sólo nombre conocido como la Vereda Ipicueto, en esos años los jóvenes indígenas que actualmente son de Pitalito ya habían empezado a formar un equipo de fútbol y no querían ser partícipes de la Vereda Ipicueto porque se sentían discriminados por los mestizos. Como no hablaban bien el castellano se burlaban de ellos y a las mujeres las insultaban diciéndoles "indias cochinas". A pesar de todo, los indígenas continuaron en esa vereda.

El equipo de fútbol de estos jóvenes indígenas fue bautizado con el nombre de Pitalito, pero también nombraron así a su grupo de trabajo de amistad, es decir, al trabajo recíproco: te ayudo a trabajar y tú me ayudas, así evitaban pagarle a otra persona por el día de trabajo realizado. Con este sistema de trabajo nadie pagaba los jornales porque entre ellos se ayudaban en todo, entonces al dueño del trabajo sólo le correspondía garantizar una comida típica ancestral de la región, porque en esos tiempos no existía el consumismo como el que se ve ahora. Este tipo de trabajo se realizaba con dos objetivos; fortalecer la organización y crear conciencia.

Al terminar el trabajo, en horas de la tarde se reunían para plantear mecanismos de cómo reunirse porque en ese tiempo no se podían reunir de día, sólo comentaban en donde se reunirían y a qué hora de la noche, ya que desde ese momento se venían planteando el tema de la recuperación de tierras porque ya no querían ser esclavos viendo que día a día los llamados patrones, con la codicia y la ambición, forzaban más a los terrajeros para que pagaran en trabajo el alquiler de la parcela donde vivían.

Cuando los indígenas entraban a ocupar las tierras como terrajeros, les cobraban tan sólo un día por hectárea de tierra ocupada, después le subieron a dos días y después le subieron hasta cuatro días por mensualidad. Los terratenientes eran muy estrictos; ponían a dos niños para que trabajaran por una persona adulta como pago de terraje y cada trabajador tenía que costear la alimentación porque el afamado patrón no les brindaba ni un tinto, mucho menos un jugo, pero toda la cosecha era para el patrón.

Pitos para resistir

Esta situación provocó que la gente se despertara y luchara, reclamara los derechos como exigencia de la Madre Tierra y con acompañamiento de los sabios mayores, la comunidad en general se reunía y planteaba mecanismos para comunicarse como por ejemplo: señales de humo, sonido de tambor y en múltiples ocasiones lo hacían por medio de un pito o pólvora. Estos mecanismos tuvieron buena acogida y buenos avances para la resistencia de los indígenas, ya que se evitó que mucha gente fuera capturada por la Policía, puesto que al recuperar la tierra que había sido robada a sus mayores, eran denominados como invasores de propiedad ajena.

En esos tiempos, la Policía recorría a sus anchas los territorios, sin temor a nada, tanto así que se retiraban de la Estación hasta una distancia de treinta kilómetros a la redonda sin mayor dificultad, no les importaba el horario y hacían lo que se les antojaba. Entonces se aprovechaban de esa seguridad para arrestar y maltratar a los indígenas cada vez que se les antojaba.

Así fue como llegaron a capturar a más del 80% de la población de la vereda Ipicueto incluyendo mujeres. Con esa amarga experiencia y después de largas luchas por la defensa del territorio empezaron a llevar un pito, el cual soplaban muy fuerte al sentir la presencia de la Policía, entonces ese sonido era el que alarmaba a la comunidad y permitía que no se dejaran capturar tan fácilmente.

La Vereda Pitalito

Teniendo en cuenta que el pito fue un instrumento ágil para alarmar a la comunidad y lograr evadir la agresión de la Policía en esa época, los sabios mayores y los jóvenes en honor a esa herramienta de comunicación, bautizaron a la nueva vereda que se independizó de Ipicueto, como La Vereda Pitalito.

Pitalito es una vereda pequeñita que nace de otra llamada Ipicueto, está ubicada en la zona alta del Resguardo y Municipio de Jambaló en la cordillera Central del Departamento del Cauca. Pitalito está a 10 kilómetros de distancia del casco urbano, rodeada de fauna y la flora. Allí fuertes vientos soplan y es donde nacen las aguas puras.

Esta vereda ha crecido bajo el calor de la unidad y la organización comunitaria, está libre de cultivos ilícitos, los comuneros que allí habitan no han prestado el servicio militar ni mucho menos son amigos de las milicias de la insurgencia. Porque así como las fuerzas del Estado los han agredido, también la insurgencia armada lo ha hecho, puesto que hace varios años le quitaron la vida a Albeiro Uino Fernández, un comunero de esa vereda.

Hoy Pitalito cuenta con una personería jurídica, es una junta de acción comunal y es la vereda número 37 del Resguardo Indígenas de Jambaló, aunque algunos líderes sigan contando tan sólo 36 veredas dentro del resguardo.

El Agua

En esta vereda el pasado 6 de junio se realizó un encuentro con el objetivo de reflexionar con la comunidad sobre las ventajas y desventajas que trae el Plan Departamental de Aguas. Integrantes del Tejido Económico Ambiental y del Tejido de Comunicación de ACIN acompañaron a la comunidad, respondiendo al llamado de los mayores quienes solicitaron ese espacio para analizar colectivamente la problemática del agua.

El espacio de reflexión se abrió con la presentación del documental "La Guerra del Agua", dando a conocer la lucha y la resistencia por la defensa del agua que lideró el movimiento indígena en Bolivia, teniendo claro que las estrategias de privatización están financiadas por el Banco Interamericano de Desarrollo- BID y la forma como ya se ha privatizado este recurso en otros países.

Seguidamente, se presentó un análisis profundo del Plan Departamental de Aguas a toda la comunidad para aclarar sus dudas, hubo más de treinta participantes, entre éstos, comuneros de veredas como Altamira Bateas y una representación Ipicueto.

Reacciones de los comuneros

Después de la charla se presentaron varias incógnitas acerca del uso del agua, por ejemplo; ¿Con cuántos litros de agua nos bañamos? y ¿Cuántos litros de agua consumimos en el sistema de riego?, pero la pregunta más preocupante fue ¿Qué pasaría después de la privatización?, para la cual, la comunidad tuvo tan sólo una respuesta contundente: desplazarnos sin que nos amenacen.

Esto le recordó a la comunidad experiencias anteriores, como cuando emborrachaban a los mayores para que después firmaran las escrituras donde entregaban la tierra. Pero también cuando "a nuestros mayores les aumentaban los días de terraje y todo privatizado trabaja con la misma lógica. Por eso, yo le decía a mis hijos como dice la canción: estás en la olla sabiendo que todo es para privatizar.

A los concejales no les importó firmar los documentos y hasta se le dijo personalmente al Alcalde que se abstuviera de firmar el Plan Departamental de Aguas porque era demasiado riesgoso, pero la respuesta fue: ustedes tienen varios proyectos por ejecutarse tanto en acueducto como el resto de la infraestructura, ¿quiere que esto se quede estancado o qué prefiere?. La respuesta que la comunidad le dijimos fue que no importaba si los proyectos no se ejecutaban, pero cuando nosotros nos enteramos ya lo habían firmado. Si miramos el precio del agua embotellada que en estos momentos no está privatizada, cuesta más de mil pesos, entonces pregúntense con cuántos frascos de agua se pueden bañar, manifestó el mayor Emiliano Guejia, comunero de la vereda Altamira Bateas.

"Nosotros desde adentro vamos a dar una pelea muy fuerte, una cosa es que nos inviten a hacer parte de un plan de unos recursos porque los necesitamos y otra cosa, es que aquí se haya vendido el territorio, se haya vendido la autonomía, se haya vendido la territorialidad al gobierno, los recursos naturales, ¡NO!, allí está muy claro: eso está blindado por nosotros". Explicó a la comunidad, Andrés Betancurt, Alcalde de Jambaló en entrevista con la emisora local Voces de Nuestra Tierra a mediados de febrero.

Como resultado de este pequeño encuentro en la vereda Pitalito, la comunidad quedó con muchas preocupaciones con la amenaza del moustro grande como es el Banco Interamericano de Desarrollo BID, y por tal razón, se pusieron a la tarea de compartir los conocimientos adquiridos con las personas que no estuvieron en la charla. Por eso, acordaron un nuevo encuentro el día 4 y 5 de julio en la vereda de Altamira Bateas, para tener una mayor participación con representaciones de diferentes veredas.

Escuche al Alcalde de Jambaló

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