"Todos somos Awá, todos somos indios". Este grito se escuchó todo el tiempo en la voz de los asistentes a la marcha que de manera pacífica se realizó el 1 de septiembre de 10:30 de la mañana hasta la media noche, con el fin de enterrar de manera simbólica a los doce indígenas Awá masacrados el 26 de agosto.

Fue un sentido homenaje que nació del sinsabor de decirle adiós a las víctimas mortales de la masacre ocurrida en Tumaco, Nariño, entre las que cayeron menores de edad. Un hecho lamentable en el que también murió Tulía García, la mujer que el 23 de mayo fue testigo del asesinato de su esposo.

Con lágrimas en el rostro y manos impotentes, líderes y miembros de diferentes comunidades indígenas; al igual que otros asistentes solidarizados con los hechos, se dieron cita en las instalaciones de la Organización Nacional Indigenas de Colombia, Onic, para marchar hasta la plaza de Bolívar de Bogotá y hacer un llamado a la sociedad colombiana y al gobierno nacional con el fin de invitar su compromiso para que crímenes como los ocurridos en Tumaco, Nariño, no queden en la impunidad.

“Estamos conmemorando un encuentro que busca generar un hecho político de sensibilidad por parte de los organismos nacionales e internacionales para condenar este actor criminal. Esperamos que el Estado asuma las medidas necesarias para la protección de los Awá y adelante las investigaciones que den con el esclarecimiento de los hechos”, dijo Luis Fernando Arias, secretario general de la Onic.

Banderas y pitos acompañaron los 12 ataúdes que representaban cada una de las víctimas fallecidas recientemente, mientras al unísono de las voces adoloridas gritaban “Que cese el genocidio al pueblo Awá”.

“Para que la memoria no desaparezca y para que la riqueza etnocultural siga existiendo todos debemos manifestarnos contra la masacre sistemática que se ha emprendido contra el pueblo Awá”. Esta fue la invitación de Héctor Gañán, indígena Embera del Cauca.

Fue todo un ritual sagrado que en la plaza llamó la atención de los transeúntes, quienes vieron cómo se llevaba a cabo un encuentro que no debería ser. La muerte y el dolor no debían ser los protagonistas.

Las palomas sobrevolaron los cerca de doscientos dolientes que estuvieron acompañados con globos negros como muestra de luto; y blancos, amarillos, verdes, rojos, los colores de la bandera del pueblo Awá. Así se les dio el último adiós.

“No podemos seguir permitiendo que los Awá sigan siendo reducidos por grupos al margen de la ley. A ellos se les han violentado sus derechos. Esto no tiene explicación. Sin embargo, no sólo se masacra con armas, se les ha masacrado con desplazamiento y con humillación”, afirmó Héctor Gañán, al tiempo que aclaró que indígena no sólo es el que está censado en un cabildo o habita en territorio ancestral. “Somos todos los que escuchamos el llamado de la naturaleza”.

“La pervivencia de los Pueblos Indígenas es la pervivencia de nuestra y vuestra Memoria, de nuestra y vuestra identidad, de nuestra dignidad como pueblos”, comunicó la Onic.

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