Por: Heyder Alfonso Camelo

El anuncio realizado por el presidente Santos, donde explicaba al país la directriz dada al equipo negociador del gobierno para buscar un cese al fuego bilateral con las FARC, trajo consigo gran revuelo entre la opinión pública y el mundo político; bien sea por estar de acuerdo o en contra de la medida. Sin embargo, llevar a cabo un análisis desapasionado de las virtudes y peligros que puede implicar la decisión anunciada, permitirá comprender el momento decisivo en el que se encuentra el proceso de paz.

 La importancia de un cese al fuego bilateral

Mucho se ha dicho de la dificultad que representa negociar el fin del conflicto armado con las FARC en medio de las hostilidades. Sin lugar a dudas ha sido una enorme apuesta política realizada por el gobierno Santos, que en parte busca brindar tranquilidad al país después del traumático proceso del Caguán, pero que también afronta con realismo la necesidad de explorar un acuerdo de paz con un enemigo, las FARC, que dista mucho de estar derrotado.

Negociar con un enemigo con quien se ha sostenido enfrentamientos armados por más de cincuenta años,  donde existe una profunda desconfianza de las intenciones del otro, y en un escenario plagado de polarizaciones, genera mayores obstáculos para alcanzar acuerdos sostenibles. La profesora de la Universidad de Columbia, Virginia Page Fortna, quien ha dedicado su trabajo a comprender la importancia de los acuerdos del cese al fuego y la duración de la paz, anota tres aspectos relevantes en un cese al fuego con miras a una paz duradera, y que en el momento en que se encuentran las negociaciones en La Habana, Cuba, caben resaltar.

El primero de ellos hace referencia a los costos de la guerra. Hacer la guerra trae costos no sólo en términos económicos, sino también políticos y sociales. Las partes que se encuentran enfrentadas han realizado enormes inversiones para mantener la guerra, con apuestas dirigidas a alcanzar los proyectos que defienden (el Estado mantener el statu quo, las guerrillas revertirlo). Para procurar un compromiso mayor en términos de la negociación, pero a su vez en la implementación de lo pactado, es recomendable aumentar los costos que traería pararse de la mesa, no hacer la paz y continuar en la guerra.

A este punto, considero, hemos llegado en el proceso de negociación con las FARC. Esto no quiere decir que sea imposible que se rompan los diálogos, pero sí hace que esta posibilidad sea mucho más difícil. Un claro ejemplo han sido los actos realizados por parte de las FARC, entre ellos la entrega de general Alzate, reconocer los impactos a la comunidad de Bojayá, y el cese unilateral de hostilidades indefinido. Mostrando una voluntad mucho más concreta por parte del grupo insurgente, haciendo también que les sea mucho más difícil pensar en no continuar con los diálogos de paz.

Ahora que se ha planteado explorar mecanismos que conduzcan a un  cese bilateral de hostilidades, resultado de la muestra de voluntad de la contraparte, las FARC, es importante tener presente el segundo aspecto que resalta la profesora Page Fortna: reducir la incertidumbre entre las partes que se encuentran en negociación. Luego de tantos años de conflicto existe una profunda desconfianza entre los actores que se encuentran negociando, por algo son enemigos, y cada parte sentirá prevenciones ante la voluntad del contrario y la posibilidad de que éste obtenga mayor ventaja.

No es un secreto que cada una de las partes desea obtener ventajas que satisfagan sus intereses y, que ante la más mínima posibilidad, aprovecharan las oportunidades para engañar a sus enemigos. De aquí la importancia de que los costos de este engaño sean altos, pero también que exista, en la eventualidad de un cese bilateral, mecanismos que garanticen el cumplimiento de ambas partes.

En las experiencias internacionales existen variados mecanismos, como por ejemplo retirar a los contendientes de las líneas de fuego, crear zonas desmilitarizadas o concentrar los ejércitos en zonas delimitadas que permita una verificación. Esta última ha estado en las propuestas del país, especialmente por parte del Centro Democrático, sin embargo carece de posibilidades reales al esperar que las FARC se concentren y además permitan verificación por parte de las fuerzas armadas; sus enemigos.

El mecanismo que puede contar con mayor viabilidad en el país es la participación de un tercero que funja como garante. En gran parte de las experiencias internacionales un tercer actor suele verificar el cumplimiento de las partes, generando confianza para que se cumplan los acuerdos en torno al no uso de la violencia por los involucrados y permitiendo que se consolide un espacio de no agresión que beneficiaría al proceso de paz en general.

En el caso colombiano se podría contar con una institución como el Comité Internacional de la Cruz Roja, quien además de ser una institución con prestigio y confianza de las partes, también posee la experiencia para llevar a cabo esta labor.  Además, contando con otro actor que pueda garantizar el cumplimiento de este cese bilateral, se pueden construir canales de clarificación, los cuales son el tercer aporte que brinda la profesora Page Fortna.

Es necesario reconocer el cumplimiento del cese unilateral por parte de las FARC como lo  han evidenciado los informes del Centro de Recursos para el Análisis de Conflictos y la Fundación Paz y Reconciliación. Sin embargo, pensando en un cese bilateral, se requieren canales e instrumentos que permitan clarificar cualquier acción que ocurra en terreno que pueda poner en riesgo el acuerdo. No cabe duda de la dificultad que implica no sólo mantener y verificar el cese de hostilidades, sino también poder concertar medios que logren disipar dudas ante actos que se presenten. Estos actos bien pueden venir de los mismos actores, fuerzas militares o guerrilla, pero también cabe la posibilidad de acciones cometidas por grupos en contrarios al proceso de paz, o grupos disidentes que no estén de acuerdo con lo que se está realizando. Concebir estos escenarios será fundamental para lo que nos espera en el país.

¿Qué beneficios puede traer el cese bilateral?

Teniendo en cuenta lo expuesto anteriormente considero que un cese bilateral no sólo es deseable sino que necesario por dos motivos. El primero de ellos por el momento que se avecina en el proceso de paz. En los próximos meses se comenzarán a discutir dos temas que generarán no sólo mucha polémica, sino que también serán de profunda dificultad para su abordaje: justicia transicional y fin del conflicto. Por esto un ambiente de desescalamiento del conflicto puede ayudar a que estos temas se traten con mayor calma y en un ambiente de menos tensión para todos los involucrados.

El segundo motivo hace referencia a la construcción de confianza; y cuando me refiero a confianza no sólo lo hago entre las partes sino también con la sociedad colombiana. El cese traerá beneficios entre las partes, pues aunque el ambiente de desconfianza no desaparecerá, si se reducirán las prevenciones y las imágenes guerreristas que se han constituido en estos años. Pero también responderá a algo que la sociedad colombiana necesita: hechos concretos. En un primer momento seguramente existirán prevenciones y críticas, pero conforme pase el tiempo y este cese se cumpla, los colombianos se darán cuenta que hoy, a diferencia de muchas otras ocasiones pasadas, nos encontramos muy cerca de la tan anhelada paz.

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