En el principio de los tiempos el Sol estaba quieto; no se movía para ninguna parte; Kuwai, el primero de los hombres, fue el que se convirtió en Sol, por eso fue él el que nació primero; por eso es el dueño o padre del día, el dueño de del tiempo; el hecho sucedió en el río Lago y desde allí empezó su curso acuático celeste, pero como estaba en un extremo salió a buscar su centro trayendo en sus manos una lanza que sonaba; llegó hasta el río Ipanaré, alzó su lanza y ésta proyectó sombra; no era pues el centro del mundo; siguió hasta el río Jiparari, hizo lo mismo con su lanza y no hubo ninguna sombra; no había duda; allí coincidían el centro del cielo y el de la tierra, ese era el “ombligo del cielo”y hasta ahí guió a sus indígenas.

Luna no tuvo padre; su madre sola la engendró; fue también Kuwai, pero a éste lo llevó al firmamento, mientras que al sol lo dejó en la tierra; Luna era el dueño o padre de loa noche, es un ser masculino, al otro día de haber nacido se hizo hombre.

En las noches muy oscuras, Luna salía sin que lo vieran a hacer el amor con una mujer; como ella no podía darse cuenta con quién lo hacía, resolvió colocar debajo de su hamaca una vasija con pintura y cuando Luna volvió, metió su mano en la vasija y sin que él se diera cuenta le sobó la cara, por eso Luna sale los primeros días oscuro.

Sol y Luna no se la fueron bien desde que se conocieron; en más de una ocasión se disgustaron; la mujer de Luna le ayudó dándole a fumar tabaco pintado de rojo y blanco; cuando empezó a fumarlo miró hacia arriba y de inmediato descendió una escalera que se la llevó al firmamento.

Luna siempre fue caníbal y lleva en una de sus muñecas un adorno que es con el que alumbra; cuando se dieron cuenta de que él era caníbal se pusieron a la expectativa para comprobarlo; una noche, sin que nadie lo viera, porque estaba muy oscuro, bajó por la escalera hasta la maloca de Kuwai donde pocos días antes se había enterrado a alguien; Kuwai se escondió cuando lo vio tan feo y tan gordo y se puso a observarlo.

Luna colgó su adorno en una parte y se puso a escarbar la tierra donde había sido enterrado el difunto; cuando lo encontró se comió el tuétano de sus huesos y al sentir sed salió presuroso y tomó el adorno de la Luna y lo metió dentro de una olla que después tapó; al rato regresó Luna a buscarlo y al no encontrarlo donde lo había dejado, se puso a mirar por todas partes y así observó un rayo de luz que se filtraba de la olla que lo contenía; lo cogió rápido y salió presuroso para el firmamento; así Kuwai probó a los suyos que Luna comía carne indígena.

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