En la sala de los Pueblos Indígenas del Museo Canadiense de Ottawa el pueblo Emberá Katío recibió a nombre del desaparecido líder Kimy Pernía Domicó el premio John – Humphrey a la libertad, que cada año otorga el Centro Internacional de Derechos Humanos y Desarrollo Democrático del Canadá.

 

El premio, que se entrega a las instituciones o personas que en el ámbito mundial se destacan por la promoción de los derechos humanos y el desarrollo democrático, tenía en la presente edición como tema central la desaparición forzada, una terrible y traumática violación que en un alto porcentaje de los casos deja a los familiares en la más absoluta incertidumbre sobre la suerte y el paradero de los desaparecidos.

 

Fue el caso de Kimy Pernía Domicó, emblemático líder Katío que lideró el proceso de reivindicación de los derechos de su etnia durante la construcción de la represa Urrá 1 en la región del Alto Sinú, quien fuera desaparecido el 2 de junio de 2001 por paramilitares que se lo llevaron en una motocicleta. Así lo recordó su hija Martha Cecilia Domicó en la gira que, antes de la entrega del premio, organizó el Centro Internacional de Derechos Humanos y Desarrollo Democrático del Canadá por las ciudades de Vancouver, Edmonton, Ottawa, Montreal y Québec.

 

Ese mismo drama también lo vivió la indígena peruana Angélica Mendoza de Ascarza, quien también recibió el premio John – Humphrey. Angélica Mendoza sufrió en 1983 la desaparición de su hijo Arquímedes, quien contaba en ese momento con 19 años, a mano de las fuerzas armadas. Desde esa trágica fecha, Angélica Mendoza comenzó a realizar un incansable trabajo por desentrañar la suerte de su hijo, labor que la condujo a liderar la búsqueda de los miles de peruanos que fueron desaparecidos y secuestrados durante los peores años de la guerra civil peruana. 

  

 Por su parte, Kimy Pernía Domicó guió a su pueblo en la campaña que los Emberá Katios adelantaron contra la construcción de la represa Urrá 1, un megaproyecto que, paradójicamente contó con recursos canadienses, que, más allá de las indemnizaciones que garantizan la supervivencia de la etnia, es indudable que quebrantó el equilibrio de la etnia.

 

En esa campaña por defender a su pueblo, Kimy Pernía Domicó visitó en varias oportunidades Canadá, entre otras en abril de 2001, dos meses antes de su desaparición, para asistir a la Cumbre de las Américas en la ciudad de Quebec.

 

Para los Cabildos Mayores Emberá Katío, el premio además de un reconocimiento es un mensaje de fortaleza en momentos en que los distintos actores armados arremeten con fuerza contra las poblaciones indígenas, toda vez que sus territorios ancestrales coinciden con los intereses geoeconómicos de  las transnacionales, especialmente dedicadas a la explotación energética. 

 

“Este premio nos recuerda que aunque Kimy Pernía no esté físicamente con nosotros, su presencia no nos ha abandonado un solo momento, que aunque su voz pausada y sus sabios consejos hayan sido acallados por manos criminales, su eco resuena en cada uno de nosotros. Hoy con orgullo este premio nos recuerda que el pensamiento de Kimy, sus ideas y su legado no nos han abandonado y nunca estarán ausentes de nuestra memoria. Su fortaleza, hoy mas que nunca, es un ejemplo claro para no renunciar a la defensa de nuestros derechos y nuestra dignidad. Este justo homenaje a dos lideres indígenas en su esencia recoge el sufrimiento de dos pueblos indígenas y refleja el drama, los padecimientos, la angustia y el dolor de quienes tienen que sobrellevar sus vidas con el recuerdo de sus desaparecidos”, manifestaron los cabildos mayores.

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