De las manos de emblemático sacerdote indígena Álvaro Ulcué Chocué, asesinado en 1984, nació hace 24 años uno de los procesos culturales más enriquecedores en cuanto al fortalecimiento de una etnia indígena. 

  

 Ese trabajo, denominado Proyecto Nasa: plan de vida y que aglutina a los tres resguardos del municipio de Toribío, fue galardonado por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) en Kuala Lumpur, Malasia, un reconocimiento a una labor comunitaria innovadora, que ha generado y perpetuado los conocimientos ancestrales, posibilitado, simultáneamente, el fortalecimiento de la autonomía tanto en los ámbitos organizativo como político.

 

Uno de los resultados más trascendentes del proceso ha sido la capacitación, lo que ha permitido que surja una camada de líderes y dirigentes conscientes del papel que juegan en la construcción de dinámicas comunitarias, en procesos tan complejos como la recuperación de tierras por parte de terratenientes, que le costó la vida al sacerdote Ulcué Chocué, recuperación de la lengua Páez, prohibida durante décadas por los evangelizadores católicos, y el avanzar en la construcción y puesta en marcha de procesos respetuosos de las costumbres socioculturales.

 

El trabajo no ha sido sencillo. El departamento del Cauca confluye el conflicto armado, el problema de la tierra en manos de terratenientes, el narcotráfico, los megaproyectos, cuya simbiosis han amenazado no sólo la naturaleza del proyecto, sino la integridad y supervivencia del propio pueblo Páez.  

 

Es por ello que en Toribio, más allá de la celebración, los indígenas guardan en la memoria las enseñanzas de hombres como Álvaro Ulcué Chocué y Cristóbal Secué Tombé, hombres que representan, por un lado, el paradigma de un trabajo comprometido para con sus comunidades, y, por otro lado, el sacrificio que el pueblo Páez ha tenido que ha tenido que hacer para sacar adelante un trabajo que se erige más allá de las amenazas, las desapariciones y la muerte.

 

 

Un estanque que produce unas 20 toneladas trimestrales de truchas, la procesadora de lácteos San Luis y la elaboración de siete planes de vida son algunos de los resultados puntuales que este programa, galardonado por el PNUD entre más de 400 procesos comunitarios de todo el mundo.

 

Pero quizá el éxito más ejemplarizante del Proyecto Nasa ha sido en el terreno educativo, con un proceso de capacitación que cobija a más de 6 mil personas, que incluye tres carreras universitarias en las áreas de la etnoeducación, sociales y economía y desarrollo.

 

Dos organizaciones más latinoamericanas también fueron galardonadas: la comunidad indígena de Nuevo San Juan Parangaricutirimícuaro, México, y la Sociedade Civil Mamirauá, Brasil.

 

En total fueron seis los proyectos galardonados, de 400 que entraron en la competencia Iniciativa Ecuatorial 2004, con la cual la ONU premia cada dos años proyectos comunitarios innovadores que generen conocimientos, mejores condiciones de vida y avances concretos en la lucha contra la pobreza. 

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