En "er cielo" de Candelario Obeso no había una sola "etrella..." y su muerte, hace 125 años, más que "trite" como la noche, fue triste como este verso, lamento de uno de los cantos más conocidos:

“La noche que ejcura etá;

Asina ejcura é la ausencia…

Bogá, bogá…”    (C.O: “Canción der boga ausente”. 15)

Bogá, francisco, bogá; / I no orvire que la vira/ son pesare i nara maj; / Que la richa é puro jumo/ Tú lo sabe poc remaj! ... versaba él, traduciendo las angustias de bogas negros, ausentes de  patria.

Pero el cielo del vate dejó de existir, para sus ojos de poeta, hace casi 125 años, un 2 de julio de 1884, en Bogotá, muy lejos de los cantos de los bogas del bajo Magdalena. Muy lejos del puerto de Mompox, donde nació un 12 de enero, hace 160 años y 4 meses.

Dijo uno de los panelistas que acudió al homenaje que se le brindó a Obeso en el Instituto Caro y Cuervo el pasado 23 de Abril, Día del Idioma, que no están todavía (¡!) claras las circunstancias en las que falleció nuestro primer poeta negro reconocido, en el siglo antepasado. La mayoría de comentarios sobre vida y obra del poeta, desembocan en una concepción fatalista del final de una y otra, y no dudan en otorgarle mayor credibilidad a la versión de Juan de Dios Uribe, su gran amigo, quien describió que los disparos que le trajeron la muerte al poeta Obeso fueron los de un suicida, quien ya había hecho un intento de cortar de un tiro su sufrimiento: pobreza, desarraigo, soledad, desamor, causa profesional truncada antes de concluir sus estudios de derecho en Bogotá, discriminación, reproche e incomprensión.

El olvido de una patria de amos y gamonales, élites nostálgicas del dominio colonial y gramáticos, en la que recién se abolía la esclavitud, no le reconoció a este gran talento mompoxino, políglota y versado en muchas lecturas de la época, traductor y catedrático, prosista y ensayista, autor de escritos dramatúrgicos y, sobre todo, poeta, su gran aporte a la visión descentrada de las letras nacionales, su gran compenetración con el alma nativa de los pobladores de toda una región y sus cantos a la raza de los bogas, pescadores y campesinos negros de la multiétnica costa del atlántico.

El olvido de Obeso, por mucho tiempo y en su propia patria, se refleja en el hecho de que el estudio de obras como “Cantos populares de mi tierra”, se ha hecho por extranjeros que ameritan una referencia casi obligada a sus descubrimientos. Laurence Prescott, por ejemplo, tiene el mérito de haber “descubierto” para las letras continentales y -¡vergüenza!- nacionales, al gran precursor de la poesía negra en Colombia, considerado por el investigador como antecesor de una tendencia que se instauró medio siglo después en América, en particular en Cuba y las Antillas, a la que el propio Prescott no se atreve a denominar bajo el único y peculiar nombre genérico de poesía negra.

Gracias a Candelario Obeso ese legado se anticipa a los nombres de muchos otros “negristas” posteriores: el mismo Jorge Artel en Colombia, uno de los más destacados; Nicolás Guillén en Cuba con “Songoro Cosongo” y “Motivos del son”; Luis Palés Matos en Puerto Rico; Langston Hughes en Norteamérica y otros muchos latinoamericanos y caribeños que conformaron una explosión de sones y coloridos, rupturas métricas y subversiones lexicales y morfosintácticas y fonéticas, figuras onomatopéyicas y dialectales, siempre incomprendidas por el eurocentrismo literario, como éstas:

“Que trijte que ejtá la noche

La noche que trijte ejta,

No hay en er cielo una ejtrella

remá, remá…” (Canción der boga. Op.cit)

Ó ésta:

“Trite vira é las der probe,

Cuando er rico goza en pá,

Er probe en er monte sura

O en la ma (Cantos: “canción der pejcaro”,38)

Ó, éste, donde se advierten variaciones de estilo:

“¡Pobre patria!  De esta suerte,

¿Qué porvenir te espera?”

(…)

“Los vicios del viejo mundo

Mal imitados, te cercan;

Las utopías más extrañas

Hay quien en leyes convierta (, en Obeso 1950:101)

(…..) La gloria es humo,

La patria una ilusión.” (La lucha de la vida. 205)

 

Escribir un comentario

Código de seguridad
Refescar