Por Guillermo Segovia Mora

La buena noticia de la aprobación del Plan de Desarrollo para Bogotá fue opacada por una oleada de críticas mediáticas a la persona y gestión de Gustavo Petro y varias de sus determinaciones, aun sin evaluar sus impactos y resultados. Más allá de la preocupación por la ciudad, tal campaña manifiesta posiciones e intereses adversos al proyecto de Bogotá Humana y el tono de la oposición a la actual Administración capitalina.

La aprobación por mayoría  del Plan de Desarrollo Bogotá Humana 2012-2015 de la Administración Petro por el Concejo Distrital, cuando la posición minoritaria de los partidarios del alcalde en el cabildo y las críticas mezquinas hacían prever un descalabro irreparable para esa iniciativa progresista,  mostró gran capacidad de negociación y concertación de funcionarios como Guillermo Asprilla y Eduardo Noriega que, accediendo al ajuste de metas y presupuestos y a la  introducción o ponderación de aspectos no contemplados o atendidos modestamente en la propuesta inicial, lograron preservar la esencia de un modelo de ciudad social, humanista, ecológica y moderna.

No obstante, para el antipetrismo de oficio la noticia fue mala, se quedaron en que al proyecto se le hicieron 600 modificaciones, muchas de puntos y comas, con tal de mantener su caballito de batalla. De ñapa, no obstante que el Alcalde había sido muy claro en que reajustaría el gabinete a las necesidades de ejecución del plan, para lo cual solicitó renuncia protocolaria a todos los secretarios, es decir notificó que no había excepciones y que cualquiera podía salir como había entrado según su criterio, rabiaron  porque no fue negociado pues suponían que iba a rogar yupis neoliberales y a renegar de su entorno.

El punto molesto de los cambios lo puso la propia tropa cuando en un acto desleal Daniel García Peña filtró a los medios una comunicación privada al alcalde por haber sacado a su esposa de la Secretaría del Hábitat, situación de familiaridad de por sí molesta, con calificativos y premoniciones muy en la tónica de los columnistas que, aún dolidos por su triunfo, convirtieron la crítica en el ejercicio ridículo de enredar malintencionadamente las medidas de la Administración, desinformar, calumniar e incluso llegar al absurdo de reprocharle a  Petro porque cuestiona o reflexiona en voz alta aspectos de su pasado de lucha política.

Petro moviliza 15 mil personas y promete seguir en pie contra la Ley 100 y el modelo mercantilista en la salud, para Hector Riveros Serrato ese “gobierno de multitudes” es arrogancia, aunque no le pareció tal la marcha que lideró el Presidente para apoyar la ley de restitución de tierras y sepa que la manifestación directa no manipulada del pueblo es la mayor expresión de democracia. Petro llama la atención a la justicia y las entidades de control sobre los U$ 150 millones de dólares que tiene embolatados los demás miembros del carrusel de la contratación en Bogotá, en aras de su recuperación para las arcas  de la ciudad, Felipe Zuleta lo señala de estar abogando por los Nule e inventa un episodio para probarlo, sin que desmentido,  haya ofrecido disculpas.

Petro recompone su gabinete para sacar adelante el plan de desarrollo resultado del programa de gobierno ganador en Bogotá, la revista Semana le cuestiona no cogobernar con los vencidos pues fue ganador entre minorías, no obstante que subraya su marca de izquierda, en un ejercicio de malabarismo  político que asombra. Petro termina con las corridas de toros, determinación que se tomó en Barcelona, por la crueldad de la práctica, Doña María Isabel Rueda  rivaliza con la afirmación ridícula de que  los zapatos de cuero del alcalde  provienen del sacrificio de un animal.

Peor aún, trae a cuento la afirmación de Petro en una entrevista (Semana 4.12.2010), de que frente a una Constitución como la del 86 “me tocaría volver a ser sedicioso”, para advertir ese “peligro” si no le gusta una Constitución futura. ¿Será que Doña María Isabel añora el país del Estatuto de Seguridad y la Democracia restringida? Enseguida, para no contradecirse ella -argumentando que el contradictorio es Petro- refiere una reflexión de éste en otra entrevista, sobre si se justificaba la lucha armada contra el Estado de Sitio: “Es difícil responder”, dice Petro. Ella le reclama que no es difícil porque él era partidario de la lucha armada -a la que renunció y de ahí la reflexión- y le cuestiona  que ahora le preocupen los toros.  De la columna de Doña María Isabel me queda claro que como a todos los toros los matan no tiene nada de malo ver morir cruelmente a unos pocos. Lo que dicho en Colombia da mucho que pensar.

En medio de esta avalancha, el Alcalde intenta solucionar problemas de movilidad variando el esquema del pico y placa, logra concertar aspectos clave para posibilitar la continuación de la ALO, acuerda con el gobierno recuperar el centro de la ciudad para centralizar la gestión administrativa nacional y liberar terrenos del CAN para vivienda, ofrece terrenos habilitados en Usme para la oferta presidencial de vivienda gratuita, combate a fondo la corrupción en el sistema distrital de salud, lidia con la puesta en vigencia del SITP, cargando el fardo de la administración anterior que a todos ya se les olvidó y a la que cuestionaron menos no obstante sus estropicios, entre muchas otras medidas, a la par que le pone acelerador al plan de desarrollo, prepara los mecanismos para  su financiación y los criterios del Plan de Ordenamiento Territorial, tareas de hondo calado para el futuro de la capital.

Triste y preocupante que muy buena parte de las críticas a Petro estén relacionadas con su personalidad y su carácter. Desafortunadamente su forma de ser, distante y soberbia, al decir de algunos, reflexiva  e imperturbable, para otros, le ha restado  no pocas simpatías en la propia izquierda, pero ahí no está la causa del sistemático ataque a su gestión, sería absurdo. Tampoco en que esta sea un desastre, aunque tenga los problemas propios de la transición, o mejor, en este caso, de la ruptura con la guachafita samuelista, el camaleonismo luchista y el urbanismo clasista peñalosista. El cambio de rumbo de la ciudad es la razón de fondo del todos contra Petro,  porque se está sintiendo.

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