Las condiciones históricas de El Salvador, han determinado una sociedad en donde no se ha integrado a sus comunidades indígenas de manera digna a las políticas estatales, es por esto que el Comité contra la Discriminación Racial, de la ONU, pidió el pasado 27 de febrero a El Salvador que reconozca a las poblaciones indígenas. En la sede del comité, en Ginebra, la relatora para El Salvador, Fatimata-Binta Victoire Dah, expresó que lamenta que este país no tenga leyes específicas para los derechos de los indígenas y criticó que solo admita la cultura indígena “a la que habría que sacar de los museos y de los atractivos turísticos y hacerla viva”.

Un informe del Banco Mundial sobre el perfil de los pueblos indígenas de El Salvador testifica que estas comunidades han sido discriminadas en su país durante muchos años a pesar de las constantes luchas y protestas en defensa de sus patrimonios territoriales, a cambio de esto solo han recibido la indiferencia de los gobernantes, la represión histórica y el costo de muchas vidas humanas. El apoyo al desarrollo sociocultural de estos pueblos ha sido maltratado constantemente, ya que tierras que les pertenecían ancestralmente han sido robadas desde años atrás y hasta la actualidad por terratenientes que se han enriquecido con ellas.

Los balances que se han arrojado respecto al resultado de la discriminación son alarmantes, el experto estadounidense Ralph Boyd afirmó que de los 6 millones de salvadoreños, 12% es indígena. De estos, el 61% es pobre y el 38% vive en la extrema pobreza, sin acceso al agua, la alimentación básica, la salud y la educación. El gobierno salvadoreño fue incluso discriminatorio en su informe presentado ante el comité de la ONU, en el cual afirman que en este documento ignoraron la existencia de poblaciones indígenas, y declararon como argumento el hecho de que la mayoría de los habitantes de este país son mestizos.

Por otra parte el informe no entregó estadísticas, ni estudios sobre la composición de una población pluricultural, esto para la ONU es de suma gravedad ya que impide valorar las carencias que sufren los pueblos más desfavorecidos, esto generaría el encubrimiento de esa exclusión, a lo que llaman los expertos un “racismo invisible”. Las personas que integraron la discusión concordaron en que una de las necesidades primordiales que debe satisfacer El Salvador, es retomar y hacer cumplir el Convenio 169 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), el cual reglamenta los derechos de las poblaciones indígenas a la propiedad sobre sus tierras ancestrales.

En las últimas décadas se han elevado aún más las voces de protesta, que han sido apoyadas por ONG´s y sectores de la iglesia católica y protestante. Lo más grave de la situación es que estudios entregados por el Banco Mundial confirman que los actores indígenas están perdiendo las esperanzas y no ven un futuro exitosos ni para ellos ni para sus hijos, y es que su situación ha generado estos ánimos ya que presentan problemas desde todo punto de vista: educación, salud, vivienda, propiedad territorial, reconocimiento cultural, omisión de legalidad, entre otros aspectos que si no son solventados, generarán la desaparición paulatina de la cultura y la supervivencia de estos pueblos.

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