La búsqueda de una celebración que remarcara constantemente los valores, cualidades y virtudes de los afrocolombianos, es el sueño de J. Santiago Mauer, un profesor afroestadounidense que realiza la práctica de su doctorado en la Universidad del Pacífico como docente e investigador de la Diáspora Africana. Desde el 8 de enero se sentó con algunos estudiantes afrocolombianos de varias instituciones de educación superior, entre ellas la Universidad del Pacífico y la Universidad del Quindío, con el anhelo de realizar una celebración perenne y de gran valor para cada afrodescendiente. Una tarea no muy fácil, pero con la gran ambición de realizar en el mes de febrero, antes de partir a su país natal.

 

Hablar con ‘Raimundo y todo el mundo’, para  lograr los permisos,  recursos necesarios y llegar a consumarlo el 17 de febrero de 2006, fue una tarea maratónica. ¿Con quién contar? El apoyo de la Universidad del Pacífico, en cabeza de su Rector Dr. Omar Barona Murillo, la Dra. Carmela Quiñónez, Secretaria General de la universidad, el Dr. Libardo Córdoba, Director del Departamento de Bienestar y de la Dra. Juana Francisca Álvarez, Coordinadora de Cultura, era esencial. Una celebración para destacar los valores étnicos de la región, no podía pasar desapercibida para una Universidad de principios étnicos como la Unipacífico, cuyo apoyo fue fundamental para la consolidación de este festejo.

 

Junto con ellos, trabajaron en la logística varios estudiantes de la universidad, Diana Landázury, Viviana Taborda, Ivonne Tatiana Perea, José Luis Rodríguez, Marilen Bonilla, entre otros, coordinados por la trabajadora social, Judith Ángulo, coordinadora de desarrollo humano, y la sicóloga, María de Jesús Caicedo, lograron concretar en forma física la publicidad, afiches conmemorativos, grupos de presentación, asistentes y sobre todo, el escenario, el Club de Puertos en el barrio Ciudadela de Buenaventura.

 

¿Qué mostrar? Artesanías, música, danzas, folclore, costumbres de los ancestros, legados en una herencia imborrable para los afrodescendientes. ¡Que rollo!, en papel se veía sencillo, pero no era tan fácil como se creía. Un mes era un tiempo muy corto para congregar a las diversas organizaciones del pacífico a participar masivamente como se deseaba; sin embargo, el llamado fue atendido por todos los invitados a la fiesta.

 

Pero, ¿Quiénes son los afrodescendientes? Históricamente hablando, podríamos decir que son todas aquellas personas que mantienen algún rasgo genético de los afros (ancestros africanos), llámese pigmentación, cabello, labios, en fin; pero, ¿cuántos no sienten alegría y disfrutan con cada una de las tradiciones de los afrodescendientes, bailando el currulao, comiendo cocadas, bebiendo o embriagándose con viche, arrechón o tomaseca?

 

¿Quiénes asistieron? Afros, negros, mulatos, indios, mestizos, cimarrones, blancos, ¿acaso importaba el color de la piel? Todos iban al encuentro de los valores de una etnia que nos han permitido la convivencia de una manera armónica en el pacífico colombiano.

 

Los primeros invitados en disfrutar todo el ámbito de festejo cultural, fueron los niños de los colegios: José María Cabal, Héroes del Saber, San Vicente, Liceo de Occidente, Centro Educativo Mi Pequeño Genio y Santa Rosa, Antonio Nariño, entre otros, que se hicieron presentes desde las horas de la mañana; ni la lluvia, ni la poca difusión del evento, opacaron la alegría y el deseo de los asistentes para disfrutar de su día del Amor Afro.

 

Llegaron a la cita de los organizadores que no esperaban su masiva asistencia y participación en los actos culturales programados para ese día. Ellos interactuaron junto con J. Santiago Mauer en la explicación de los símbolos Adinkra que adornaban cada una de las paredes del Club de Puertos, y del significado del “Día del Amor Afro”. Sin quedarse sólo con la historia, chicos y adultos a ritmo de currulao, escucharon  y participaron atentamente con el maestro Baudilio Cuama, de uno de los símbolos tradicionales de los afrocolombianos del pacífico, “la marimba”, instrumento musical y patrimonio cultural de la música afrodescendiente.

 

Algunos grupos de colegios deseosos de participar de la alegría que contagiaba a los presentes,  decidieron presentarse también interpretando algunos temas del grupo Socavón, revelando las cualidades artísticas de sus voces, armonizadas a través del grupo de marimba del maestro Baudilio.

 

Una fiesta, un punto de encuentro donde la familia afrodescendiente se reencontrara con los valores y tradiciones transmitidas de generación en generación, era uno de los puntos de partida para la celebración de este día. Y llegó la hora de la familia, pero no solo la que se conforma a través de una madre, un padre, sus hijos, nietos o abuelos, sino aquella familia que se forja a través de los lazos de hermandad, sin importar edad, parentesco o (región de vivienda); aquella fue la familia unida, congregada con el deseo de revivir aquellos valores olvidados a través de los años, y olvidados quizás por las variaciones de tiempo y espacio, o tal ves por la modernidad.

 

Las preguntas de cómo eran tratados los acontecimientos en distintas épocas, cómo se enamoraba antes a las chicas o lo que los chicos hacían par encantar a una mujer, cómo se forjaba una familia y la forma como se mantenían vivas las tradiciones, fueron parte de la conversación que se entablaron en el encuentro generacional. Los niños con pasos recién adquiridos en su temprana edad, bailaron para los adultos mayores que se deleitaron con la finura y armonía que implementaban los pequeños con alegría para homenajear las vidas de aquellas personas que con sus recomendaciones ayudaban a perfeccionar la elegancia de sus danzas. Un encuentro que extasió a los presentes, enalteciendo con aplausos la alegría de sus rostros.

 

Las representaciones artísticas se mantenían a flor de piel durante toda la festividad con la exposición de trabajos de los estudiantes de arquitectura de la Universidad del Pacífico; dentro de la participación de esta alma máter, los asistentes disfrutaron de la presentación de la orquesta de la Universidad interpretando temas autóctonos y baladas; el grupo de Danzas, ganador el año pasado del Festival Nacional de Danzas, hizo su aparición con: Canalete, Rosería, Currulao, enalteciendo el orgullo que músicos y bailarines imprimen en el escenario; asimismo, la orquesta interpretó varios temas de litoral, resaltando las expresiones dancísticas y musicales legados por los africanos.

 

¡Y se prendió la rumba!, podríamos decir; a ritmo de hip hop y reguetón, continuaron los festejos a través de grupos como Soporte Klan, de Villa Rica (Cauca), con una fusión teatro-musical destacaron las marcas históricas de los ancestros africanos en su música; pero eso no fue todo, los artistas locales también se hicieron presentes con su alegría y talento de improvisación como Shalón, que a través de los presentes rapearon las cualidades de los estudiantes de cada carrera en la Universidad.  La emoción era total.

 

Junior Jein, con sus exuberantes bailarinas, calentaron los ánimos de los asistentes que se volcaron hacia el escenario con el ánimo de no quedarse sin ver los pasos de reguetón en la música del artista bonaverense, que llegó con todo, su DJ Piru, su cantante femenina, y la exhibición de las dos bailarinas. Una hora que esperaban se volviera eterna.

 

Fueron 15 horas de celebración para este día, “El Día del Amor Afro” con su lema: porque hay que amar lo nuestro. Recordando a todos los asistentes que los afrodescendientes son un grupo étnico con cualidades y virtudes, valores, que no deben olvidarse, sino por el contrario, remarcarse para no borrar de la memoria la esencia de lo que son. El 17 de febrero de 2006, pasará a la historia de los afrodescendientes de la costa pacífica, como el inicio de un reconocimiento cultural – ancestral, que se espera no se mantenga únicamente en esta región del país, sino también trascienda las fronteras departamentales y se manifieste masivamente a toda la nación para recordar a todos los afrocolombianos que también hay que amar lo nuestro.

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