Durante el ciclo de conferencias “Encuentros en la Diversidad” se cumplió el día 17 de mayo la cita en el auditorio Aurelio Arturo sobre la ponencia de afrocolombianidad e interculturalidad puesta en escena por Wilmer Villa, profesor de las Universidades Distrital y Pedagógica e investigador del grupo etnicidad, colonialidad e interculturalidad.

 

En busca de reafirmar los objetivos de la Cátedra de Estudios afrocolombianos enmarcada dentro de la  ley 70 de 1993, el ponente Wilmer Villa enfatizó sobre la importancia del lugar de enunciación como claro responsable en la construcción de identidades tanto personales (“yo”) como colectivas (“otro”). Su carácter recíproco sitúa al imaginario de identidad en un punto crítico de lucha por la supremacía y el poder sobre el “otro”, este conflicto tiene como argumento principal, dar esencialidad, lo que es falso, a los integrantes de una etnia en particular.

 

Y de ser así, ¿en dónde quedaría el legado que buscan las comunidades para solventar su identidad?

 

El mismo Wilmer Villa propone que se rompa esa gran grieta iniciada anteriormente por Walter Mignolo cuando postula un pensamiento desarraigado de los colonizadores, que esté en pro de las necesidades locales, culturales, ambientales y lingüísticas, de una comunidad que se imaginó bajo un referente impuesto y lamentablemente aceptado bajo nuevas formas de colonialismo, de incivilizados.

 

Para destrozar esta mentalidad se debe hacer participe a todos los colombianos, sean del color que sean, y favorablemente comenzar el proceso en la escuela para reconstruir una generación bajo el imaginario de diversidad cultural, que más allá de reivindicar a quienes han sido excluidos por miedo a devolverles la marginalización a otros, proponga la construcción en acción de pensar una comunidad para la paz que se logra aceptando y respetando la historia, cultura, lengua, y creencia de todos.

 

Para ello comenta Wilmer Villa, “se debe revisar conjuntamente la herencia señorial de un país acostumbrado a mofarse de los demás y a reírse con indolencia”. Pues, como él mismo afirma, “el sujeto no puede constituirse por el mismo, debe interactuar con los “otros””. Debe reconstruirse y recrearse con base al imaginario que tienen los demás sobre él porque no puede negarse a un ambiente y a una naturaleza social y colectiva.

 

Como nos lo recuerda José Martí en su ensayo, Nuestra América, "el buen gobernante en América no es el que sabe cómo se gobierna el alemán o el francés, sino el que sabe con qué elementos está hecho su país”.

 

Por lo que la cátedra cumple con el afianzamiento cultural que deben tener los afrocolombianos por su historia esclavizadota y por otro lado el romper con el manto que invisibiliza los distintos referentes culturales, más que todo visto este manto en los medios masivos que están re-institucionalizando un patrón de prestigio “blanco” racista, que discrimina, en muchos casos, otras formas de hablar y de desenvolverse en la cotidianidad.  

 

También cabe distinguir que la falta de producción de imaginarios regionales con prestigio, ha hecho que en épocas de globalización el mito fundacional se extinga provocando declives en la juventud que opta por caer en drogadicciones, que acaban con su vida más que el alto índice de suicidios que atestiguamos en esta época. Las narrativas fundacionales de mi barrio, de mi comunidad, de mi país disponen el valioso propósito por encontrar mi hogar ó mis raíces.

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