Entre  rituales,  ferias nativas,  videos y degustaciones de caramelo y pasteles de hojas de coca se llevó a cabo El  Foro Internacional de la hoja de Coca - Semana de la Paz con la Coca  en el auditorio de San Marcos Pedro Zulen.

 

El evento se inauguró con una  ofrenda a la tierra - Pacha Mama en la Huaca San Marcos.  Buena elección, como protesta simbólica ante la inminente amenaza de la erradicación de esta hoja milenaria y sagrada desde épocas prehispánicas. La arqueología ha evidenciado hojas de coca  en las ofrendas funerarias, en la cerámica,  como huacos retratos Moche. En estos se representan  rostros chacchando coca - antigua práctica andina - que el imperio norteamericano pretende ignorar bajo el pretexto de combatir el narcotráfico y también, quizás,  someternos a sus  dominios, patentizando nuestra hoja,  mediante la firma del  Tratado de Libre Comercio TLC.

 

Entre los invitados ponentes destacaron analistas, nutricionistas, abogados, biólogos, sociólogos, antropólogos, dirigentes  indígenas,  de  los países andinos de Bolivia, Ecuador, Colombia, Noroeste de Argentina y Perú.

 

Las disertaciones recalcaron que la hoja de coca es bastante nutritiva, pues tiene varios componentes químicos, siendo mínimo el porcentaje de cocaína. Por ello, se  enfatizó categóricamente que la coca no es cocaína, discurso de  la política antidrogas impuesta por Estados Unidos. El científico Fernando Cabieses fue claro en sostener que este componente de cocaína solo permanece en la sangre cinco minutos, desapareciendo totalmente de ésta, por lo que el consumo es saludable y su toxicidad y adicción, una falsedad. Otra de las ponencias interesantes fue la de Katia Gibaja, de Salta (Argentina), Presidenta de la Academia de Quechua Qollasuyu, quien notificó que, en  su país, la hoja de coca está legalizada para el consumo. La autora mostró diapositivas en las que se dejan ver los carteles de los negocios ofreciendo coca junto a otros productos de consumo o de comida. No obstante, aclaró, que el consumo de coca se estaba elitizando entre los argentinos gracias a los precios bastante altos.

 

En su exposición titulada Tradición y Traición, la socióloga boliviana Silvia Rivera,  explicó que entre aquellos sectores privilegiados no existe una real concientización indígena inherente al chacchado de la hoja de coca.  La imagen del argentino rubio de ojos azules -que ejerce esta práctica tradicional- hace que el consumo se inserte del mismo modo entre los sectores occidentales bolivianos,  ya que la coca era hasta entonces bastante marginada. En este contexto se  habló de racismo, discriminación en  nuestros pueblos andinos, en donde la hoja de coca es parte de la identidad cultural, de la cosmovisión andina y del protocolo de amistad.  Y es que la hoja de coca se consume en ceremonias, rituales, jornadas de trabajo (faenas comunales), en donde el chacchado se vuelve algo connatural y necesario. Además del  uso médico- en ceremonias de sanación y  de adivinación,  mediante la lectura de las hojas. Pero por sobre todos estos usos la hoja de coca es un medio de sobrevivencia, sobre todo para los productores cocaleros.

 

Raul Crisales, miembro de la Comisión Ejecutiva y Consultiva de Derechos Humanos y Derecho Internacional Humanitario de Lima nos recordó que pese a todos lo tratados que el Perú ha suscrito: La constitución Política del Perú, El Comité Interamericano de Derechos Humanos, el Pacto Internacional de  Derechos Civiles y Políticos, el convenio de la Organización Internacional de Trabajo, en el Perú, se viola el derecho ancestral y el respeto a las comunidades campesinas y nativas.

 

En el evento también se habló de la posibilidad de hacer un frente estratégico continental, que integre no solo a los directamente afectados sino a todos para demostrarle a  Estados Unidos que nuestra población indígena no es la del  “indio permitido”- concepto utilizado por  la boliviana Silvia Rivera en alusión a Estados Unidos, para referirse al indígena como ser pasivo-, dispuesto a la entrega de sus saberes solo para el turismo etnológico.

 

Por ello, es necesario reevaluar la política antidrogas, así como también las nociones de  tradición y modernidad; ambas son reconciliables y no dicotómicas, como se pretende ver. No obstante, la tradición no debe concebirse de naturaleza  estática u “objeto” de vitrina de museo, ni  la modernidad debe ser vista tampoco solo desde el punto de vista occidental. Tomando en cuenta que esto significa contar con tecnología de punta y progreso material.

 

Esta  ancestral hoja de la coca  pertenece  a  la tierra,  especialmente a nuestra tierra andina, y hay que defenderla, de lo contrario seremos cómplices de etnocidio cultural.

 

*Estudiante de la Universidad Mayor de San Marcos - Perú. 

Escribir un comentario

Código de seguridad
Refescar