El advenimiento del Nuevo Pachakuti fue marcado por un  fuerte  sismo que se sintió en diferentes puntos del planeta y que los indios, sentimos que era la llegada  de la luz. Desde ese día (23 de Junio 2001) hasta la fecha, han trascurrido apenas cuatro años, pero son una clara señal de los cambios que vendrán.

 

En todo el continente se siente el despertar de los  llamados PUEBLOS ORIGINARIOS, quienes empiezan a ponerse de pie y hacen sentir su voz de protesta  y aspiración a recuperar  lo que por derecho natural es suyo y se les arrebató. Las formas como se dan las respuestas de las naciones indias son distintas, ya que obedecen  a las particularidades  de cada una y a la situación en que se encuentran. Desde Chiapas (en tierras Mayas) hasta las selvas de Arauco en la nación Mapuche, una ola emergente de demandas crece diariamente, teniendo a los Andes Centrales (Ecuador, Perú y Bolivia) como eje principal.

 

Los gobiernos, de dichos estados  republicanos, no logran entender lo que está sucediendo, sus ideólogos políticos... tampoco. ¿A que se debe ello ...? La razón es una sola. Los pueblos indios, nunca  fueron tomados en cuenta, al momento de elaborar sus proyectos políticos. Las expectativas de desarrollo de sus gobiernos, no fue la de satisfacer las necesidades nuestras, sino de las poblaciones urbanas, aspirando alcanzar un modo de vida, similar  al de las grandes metrópolis occidentales. Por ello se desconciertan y no logran entender lo que está pensando. Crean mecanismos u organizaciones con el fin de  ser voceros y conductores de las aspiraciones de los pueblos indígenas y terminan fracasando.

 

La izquierda marxista (una de las opciones del sistema occidental) intenta  introducirse dentro del movimiento indígena  a fin de dirigirlo y, también fracasa. Es que  sus sociólogos  y antropólogos llegaron tarde cuando ese renacer indio surgió. Por lo tanto no logran entender lo que está sucediendo. Ensayan  respuestas  e hipótesis, pero desde su óptica, en vista que les resulta imposible hacerlo desde la nuestra. Por lo tanto continúa su fracaso.

 

Y si bien no logran comprender la lógica de nuestro pensamiento, sus analistas políticos reconocen, que el panorama se les escapa del control y no lo pueden manejar como siempre lo hicieron. Que no son sus tradicionales opositores políticos quienes levantan   su voz y empiezan a presionar  exigiendo se de atención a sus reivindicaciones, y que toman decisiones que el Estado no se atreve a tomar. Que no son estudiantes universitarios, sus propios trabajadores o los llamados  campesinos, sino que son las propias comunidades o  el pueblo indígena. Y reconocen que en los próximos años la situación tenderá a  agudizarse. Que éste les puede generar serios problemas geopolíticos,  ya que en muchos casos los conflictos podrán tener como escenario zonas fronterizas, igualmente prevén  que ello puede perjudicar las inversiones extranjeras, al no contar con la tranquilidad que requieren para el desarrollo  de su actividad, y por lo tanto deberán estar preparados para actuar ante tal eventualidad.

 

Los graves conflictos  que se han presentado en las últimas semanas en Perú, entre comuneros andinos  de Cajamarca y Qosqo con los grande consorcios  mineros, parecería indicar que el diagnóstico que hicieran era acertado. Pero no es así y, esto debemos tenerlo absolutamente claro.

 

Es totalmente cierto que las reivindicaciones de los comuneros son justas, pero los métodos utilizados  y el grado de violencia desatada indican la presencia de elementos foráneos y la presencia de organizaciones políticas de izquierda, que han buscado empujar a las comunidades al empleo de la violencia, como forma de expresión y herramienta que les permita alcanzar sus demandas. En Bolivia el conflicto  entre las tierras bajas, ricas en recursos naturales y ocupadas por grandes empresarios ligados al capital extranjero, versus las tierras altas de la puna y el altiplano con fuerte hegemonía aymará, se han agudizado tanto que han provocado nuevamente la caída de otro presidente.

 

Las reivindicaciones del pueblo boliviano son justas, al igual que su oposición a la erradicación de los cultivos de hoja de coca. Pero detrás de ello podemos ver la mano de occidente, que azuza el conflicto  buscando agudizar aún más la crisis. La misma que hoy puede llevar a la ruptura del país u ocasionar una intervención  militar extranjera, con el pretexto de salvaguardar sus intereses  económicos o para restablecer el orden y la tranquilidad en la región.         

 

En tal sentido la actitud de algunos dirigentes políticos, como Evo Morales y su partido el MAS, resulta sumamente preocupante. Una pregunta que cabe hacernos es  si occidente, no ha sido capaz de elaborar una cocaína sintética. La cual podría ser mucho más barata a la que se produce mal usando nuestra planta sagrada.... ¿ es que ha fracasado en su intento?. Nos resulta difícil de creerlo, ya que con todo su adelanto científico y tecnológico, debieron haberlo conseguido. Salvo que sea conveniente a sus intereses y su lucha por erradicar los cultivos de hoja de coca, sean un pretexto para ocultar otros intereses.

 

¿Cuáles podrán ser? .... No necesitamos  ser adivinos para darnos cuenta  que lo que más les interesa es disponer  de nuestros recursos naturales. No solo por la gran riqueza biogenética de la región sino también por sus grandes reservas de petróleo, gas y agua. Es bien sabido que tanto el gas como el agua, serán los recursos más cotizados en las próximas décadas. Y nosotros disponemos de ellos en abundancia. Quienes los tengan bajo su control podrán asegurar su  hegemonía  a nivel mundial. Por lo tanto a Estados Unidos  le interesa disponer libremente de ellos. Mas aun cuando saben que China  va camino a convertirse en la Primera Potencia Mundial, en los próximos 15 años.

 

Si Estados Unidos quiere seguir siendo potencia, deberá asegurar recursos naturales, mano de obra barata y mercado para sus productos... ¿donde? En lo que ellos llaman  su “Patio trasero”. Vale decir, la América Andina. Ese es el gran objetivo que persiguen y para lograrlo TODO VALE. Desde una intervención militar directa  al estilo HAITI, al desmembramiento de los países poseedores de estos recursos y su absorción por otros más  fuertes pero aliados de occidente (como Brasil y Chile) o provocando una salida tipo Yugoslavia desencadenando terribles  conflictos étnicos. La salida no les importa, siempre que ello les permita asegurar y disponer  de nuestros recursos.

 

Occidente sabe que aquellos estados que no han logrado desarrollar un proyecto nacional, están condenados a ser neutralizados o desaparecer por la globalización y Ecuador, Perú y Bolivia no son estados Nacionales, ya que en su interior conviven diversas naciones indias que aún conservan sus raíces ancestrales. Son países, estados, con régimen republicano, pero no son naciones. Pero nunca lo quisieron reconocer y menos aceptar. Hoy estas naciones indígenas siguen vivas, sin contar con un Estado o Gobierno. Viven subterráneamente posicionadas sobre sus antiguos territorios.

 

Esto evidentemente genera  choques, conflictos  que inevitablemente  tenderán a agudizarse, pues son dos sistemas que se mueven con lógicas distintas. Uno formal, basado en una legalidad que solo favorece a una minoría  y tiene su base en las ciudades y otro andino, que se mueve combinando  y armonizando el derecho  privado  - familiar con el comunitario. Que se gobierna solo, donde el estado formal destaca por su ausencia, no llegan los programas de desarrollo o estos no pueden ser aplicados por desconocimiento de la realidad andina y donde, la justicia que se aplica es la ancestral. Aceptada por todos  y que busca que los problemas no se conviertan en conflictos. Que es funcional y efectiva pese a que muchas veces por incomprensión se le vea como primitiva o salvaje.

 

En los últimos años se ha planteado el tema de interculturalidad y de esta se habla en todo el continente. No solo por las implicaciones de la globalización, sino además  porque se espera que a través de programas de interculturalidad sea posible acercarse a entender la lógica del pensamiento y comportamiento indígena y andino.

 

La protesta es de una integración cultural, pero sobre todo lo que se busca  es que podamos  ser asimilados  por occidente, a partir de reconocer que algo de valor tenemos  y que justifica que occidente nos absorba. El problema es: ¿que se puede hablar de interculturalidad?, si se desconoce a la cultura que se tiene al frente y con quien deberá relacionarse. Peor aún sí desde un inicio se subestima a una de las partes.

 

El choclo con queso es un potaje muy andino y puede servirnos de ejemplo de cómo debe manejarse la interculturalidad para que funcione. El choclo es nuestro, mientras que el queso es de origen occidental. Es una combinación sabrosa y a todos nos gusta ¿El secreto?... que se reconoce el valor  que ambos tienen por separado. Ninguno opaca o subestima al sabor del otro. Tiene orígenes distintos, pero juntos se complementan y dan un sabor agradable  que satisface a quien lo prueba.

 

Ahora bien... ¿qué culturas pretenden combinar  con la interculturalidad? Si la que llega  por televisión  y los medios de comunicación es negativa, brutal, violenta y donde el más fuerte y sanguinario es presentado como poderoso y por más que se muestre su comportamiento negativo termina convertido  en un modelo a seguir. Si esos medios de comunicación se burlan de nuestra  cultura y nuestra gente, como en el caso del personaje de televisión “la Paisana Jacinta” o ese otro que muestra a un homosexual vestido de mujer andina. Ambos son una ofensa al mundo andino. Entonces ... ¿De qué interculturalidad se habla, cuando occidente nos muestra lo peor de su sociedad y se burla de la nuestra? .... Sencillamente de  ninguna.

 

Pero los libros y ensayos que tratan sobre este tema son muchos. Y son tantos que nos indican que simplemente no entienden la raíz  del problema. Visto desde esta perspectiva, el panorama que se nos presenta es bastante alarmante ya que está en riesgo no solo nuestra cultura, sino también la existencia  misma de las naciones indígenas y pueblos originarios. Es muy  sintomático que en los libros de las escuelas norteamericanas, aparezca el mapa de nuestro continente, señalando que la gran región amazónica, es parte del patrimonio que Estados Unidos deberá defender para asegurar su supervivencia como potencia.

 

Y ningún estado ha levantado su voz de protesta ante tal atropello. Ningún político de izquierda y derecha lo ha denunciado. Es que tal como lo venimos sosteniendo, ambos son opciones  del propio sistema. Y nada nuevo podemos esperar de ellos. Mucho menos que actúen con dignidad  o valentía. Son pocos los intelectuales o pensadores indígenas, que han logrado entender el siniestro juego de occidente, ya que ellos cuentan con el poder de los medios de comunicación y la información, la ocultan y manipulan de acuerdo a sus intereses.

 

Pero nuestra fuerza radica donde están sus carencias. En nuestra enorme riqueza espiritual y cultural. Frente a la decadencia  social y de valores de occidente. Son nuestras tierras las que pretenden volver  a usurpar, expulsándonos de ellas. Pero es la fuerza de nuestro número  la que se los ha impedido hasta el momento y además, el hecho de que es mayoritariamente  población indígena  la que en ellos habitan. Es también el no haber caido atrapado en la enfermedad del consumismo y es sobre todo la fuerza de nuestra ancestral cultura.

 

Es por ello que religándonos nuevamente a nuestra cultura y retornando a nuestras raíces, que lograremos sobrevivir y – además - salir  victoriosos de este nuevo conflicto al que pretende llevarnos occidente. Nunca  debemos olvidar que nuestra cultura es de vida, mientras que la de ellos es de muerte. La nuestra de armonía y la de ellos de conflicto. Y es allí  donde radica nuestra fuerza. Si algún “dirigente indio” o andino, dice recoger  nuestra justas aspiraciones o reivindicaciones y nos presenta salidas que no corresponden a la naturaleza  real de nuestra cultura, simplemente es un instrumento de occidente. Sea conciente o no de ello. Y esto no podemos equivocarnos, pues sería fatal.

 

 

Una propuesta alternativa

 

Por todo lo expresado queda claro que debemos desarrollar una propuesta alternativa distinta a la que pretende occidente y que vele por nuestros intereses  como naciones indias. Mientras ésta es elaborada, es necesario ir tomando algunas medidas tendientes  a consolidar nuestra identidad y que a su vez ayude a nuestros niños y jóvenes a retomar a sus raíces. Estas pueden ser:

 

En el núcleo familiar:

 

Reivindicar y sentirse orgulloso de ser indios. Sin que sea un impedimento que algunos no sean originarios. Ya que ser indio no es solo una cuestión racial, sino fundamentalmente cultural. Incentivar  el respeto a nuestra  Santa Madre Tierra. A sus leyes y normas de vida en armonía. Que nuestros niños lleven por lo menos un segundo nombre, de origen andino: Diego Lautaro, Lorena Nayra, etc. Enseñar a ser respetuosos con nuestros hermanos comuneros. Toda vez que ellos han sido celosos guardianes de nuestra cultura y que hoy, podemos sentirnos orgullosos de ser indios.

 

Hacer hincapié en la supremacía de nuestra cultura. Y que si esta fue vencida – temporalmente – por el invasor, no fue porque la nuestra fuera débil, sino porque occidente había desarrollado una cultura de guerra y de muerte. Por lo tanto, enseñarles a rechazar cualquier manifestación cultural que signifique  desarmonía, violencia o muerte. Totalmente ajena  a nuestra forma de ver y entender la ida y el mundo.

 

Formar a nuestros hijos en nuestros valores culturales andinos, como son el rechazo  a la mentira, ser solidarios con sus hermanos, familiares y la comunidad,  no entender el trabajo como “castigo divino” sino como competencia, fiesta, integración, etc. Que nuestra dieta alimenticia priorice por los alimentos naturales. Que rechace los que son enlatados. Y además enseñarles  a consumirlos, tal como lo hacían nuestros abuelos. Preocuparnos porque no desaparezcan nuestras  lenguas nativas. Incentivar que se hable en quechua, Aymará, etc.

 

Dar prioridad a la celebración de las festividades andinas muchas de las cuales por una cuestión de sincretismo cultural, coinciden con el calendario religioso cristiano/ occidental. Cuando ello suceda, explicar su origen y valor. No permitir que se pierda  nuestra tradición  de ofrendar a la Santa Madre Tierra, a nuestras Montañas Sagradas, a nuestros antepasados, el sorteo con hojas de coca, etc y practicarlos con nuestros hijos y nietos. Transmitir en familia, nuestros mitos, leyendas y tradiciones, a fin de evitar que sean borrados de nuestra memoria colectiva. Incentivar el respeto por todos nuestros valores culturales  y símbolos no permitiendo que se manoseen, mal  usen o trafique con ellos.

 

En el ámbito comunal y como movimiento indígena:

 

Debemos tomar conciencia que somos dueños absolutos de todos los recursos naturales que se encuentran en el subsuelo, el sobresuelo y el suprasuelo de nuestro territorio y debemos estar prestos a defenderlos. Reconocernos como indios, independientemente sí somos agricultores, pastores, artesanos, mineros, estudiantes o profesionales y trabajar comprometidos con nuestras nacionalidades originarias.

 

Hacer hincapié que nuestros símbolos sagrados son la Wiphala de cuarenta y nueve cuadrículas de siete colores, la Wiphala blanca, la Chakana, las hojas de coca, nuestras montañas sagradas  y paqarinas de origen. Debemos trabajar para el fortalecimiento del ayni, la mink´a y la  reciprocidad andina.

 

Es de suma importancia lograr que nuestros jóvenes tomen conciencia que el status de ecuatoriano, peruano o boliviano no obedece a nuestra realidad cultural. Que la IDENTIDAD CULTURAL no es producto ni propiedad  de los Estados, sino de las naciones. Por lo tanto primero debemos reconocer nuestra condición de naciones indias, por sobre los Estados, que han pretendido imponernos,  a partir de la llamada independencia   de España.

 

 

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