El día 25 de septiembre de 2005 se llevó a cabo el Consejo Comunal con indígenas, convocado por el presidente Uribe, desconociendo las instituciones representativas de estos pueblos.  Este espacio que la gran mayoría de colombianos interpretó como una extrema generosidad del Presidente, no fue sino una actividad más enmarcada dentro de la campaña reeleccionista de Uribe.

 

Los participantes: salvo tres o cuatro excepciones, hermanos indígenas que por residir en la ciudad algunos, otros por estar concentrados al interior de sus localidades, otros por falta de acercamiento con las organizaciones representativas, no han tenido la posibilidad o no han tomado el tiempo para correlacionar la difícil situación que viven los pueblos indígenas con las políticas del presidente Uribe, derivadas de la imposición extranjera.

 

A lo anterior responde justamente, salvo un par de excepciones, la pobre presentación de las personas indígenas que hicieron presencia en el reality show convocado por el presidente Uribe y sus vasallos, en el cual se dejó una percepción equivocada de la problemática y la posturas de los pueblos indígenas:

 

El problema de derechos humanos de los pueblos indígenas no se puede reducir a un hermano indígena que está detenido por una riña callejera.

 

Qué desacierto, considerar que la solución para los indígenas que se encuentran desplazados en Bogotá es la destinación de unos recursos para adelantar estudios etnológicos que ni siquiera son necesarios a la luz del convenio 169 de la OIT, en virtud del autorreconocimiento. Parece que olvidamos la apremiante necesidad de iniciar un proceso de paz, que garantice realmente los derechos territoriales para que los indígenas y el resto de la población desplazada puedan retornar con tranquilidad, seguridad y en condiciones dignas para reconstruir sus comunidades.

 

La existencia de una comunidad cristiana indígena no es una situación en la que deba intervenir el gobierno nacional.  Es una cuestión que las propias comunidades deben examinar desde su autonomía y sus principios.

 

No se hizo una sustentación del derecho a la consulta previa.  Tuvo que ser un congresista no indígena el que le hizo caer en cuenta al presidente Uribe que la consulta previa es un derecho de los pueblos indígenas que ya está reconocido en tratados internacionales y en la ley colombiana.

 

No podía faltar la presentación de listas de mercado.  Aunque no desconocemos la gran cantidad de necesidades que existen en las comunidades indígenas, la experiencia demuestra que estos espacios no son los adecuados para demandar su cubrimiento.

 

Y justamente a esa fragilidad que se demostró corresponden las respuestas del presidente Uribe, las cuales se resumen en la ratificación de sus políticas de guerra que han resultado tan costosas para el grueso de la población colombiana y en particular para los pueblos indígenas de Colombia.

 

Después de ver semejante espectáculo nos seguimos preguntando ¿A qué fueron llevadas diferentes personas indígenas a ese espacio? Tal vez a escuchar de boca del propio Presidente o de sus ministros y funcionarios:

 

Que se va a continuar con la fumigación por aspersión aérea a pesar de que se esté adelantando la erradicación manual en algunas regiones como el Putumayo.

Que se va a seguir explotando los hidrocarburos

Que es urgente la aprobación de la Ley forestal

Que la consulta previa con los pueblos indígenas estorba al país

Que en materia de educación, el concurso para los docentes indígenas es obligatorio

Que si tienen problemas territoriales acudan a plantearlos a la Comisión Nacional de Territorios Indígenas.

Que el TLC representa el progreso para el país y que no va a afectar a los pueblos indígenas.

 

De todo ese montaje, rescatamos que para el propio Presidente Uribe y para el resto de asistentes y televidentes quedó claro que las instituciones representativas de los pueblos indígenas no hicieron presencia en el Consejo Comunal. No estuvieron presentes los que han tenido la iniciativa de hacer una consulta y dar un contundente NO al TLC; no estuvieron los que tienen la resistencia de marchar desde sus comunidades hasta las grandes capitales para defender la autonomía la vida y la paz; no estuvieron los que han tomado la decisión de taponar la frontera colombo ecuatoriana para exigir sus derechos como pueblo diferente; no estuvieron los que se encuentran preparando la minga embera; y por supuesto, no estuvieron presentes en el Consejo Comunal los líderes y autoridades tradicionales que han sido asesinados o desaparecidos en medio del conflicto que el presidente Uribe se niega a reconocer que existe, pero cuyo espíritu vive en las luchas de los pueblos y organizaciones que tienen la dignidad suficiente para decirle al presidente Álvaro Uribe y a sus pequeños vasallos: Gracias, pero no estamos interesados en asistir a su Consejo Comunal.

 

Esperamos que en medio de la minga que preparan los pueblos a través de sus instituciones representativas, al calor de la tulpa, el presidente Uribe se siente a conversar sobre la verdadera problemática indígena y se comprometa a la construcción de una Colombia que garantice la vida digna y la paz para los pueblos indígenas y para todos los colombianos.

 

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