Sin lugar a dudas abordar el caso de Bolivia es difícil y sumamente complicado por la cantidad de variables y actores que involucra. Sin embargo, lo que parece estar en el fondo del debate es la relación entre el Estado y la economía, intermediada por el ejercicio de la política.

 

En el marco de esta configuración se pueden situar diversos escenarios que encarnan contradicciones, al ubicar el caso particular dentro de la generalidad. En esta medida se identifican situaciones complejas que deben ser abordadas como dilemas ya que impresiona, si se examina el panorama, la dificultad para encontrar soluciones adecuadas. Algunos de estas situaciones retoman debates ampliamente abordados, uno de ellos es el rol que debe tener el Estado. En el país andino, este presenta una débil institucionalidad, centralizado y con altos niveles de corrupción (ocupa el lugar 117 de 158 en el Índice de la Percepción de Corrupción de Transparencia Internacional 2005) lo anterior, en el marco de la globalización que promueve la apertura de las fronteras.

 

Adicionalmente, el desarrollo de la economía, que además de las características propias de la región como una deuda externa alta o la presión sobre el gasto público, tiene un mercado estrecho, con escasa elaboración de productos con valor agregado y la dependencia a las materias primas, específicamente a un recurso natural por cada período histórico. Este panorama enfrentado a una economía internacionalizada que promueve la apertura y que privilegia las leyes del mercado.

 

Las anteriores contradicciones además de ubicar en lados opuestos al Estado y el mercado, se han concretado en un conjunto de ‘problemas’, algunos de los cuales surgieron de tiempo atrás, son resultados de los procesos de cambios o se problematizaron por la influencia externa. Los principales son ampliamente reconocidos: a. la necesidad planteada de convocar a un Asamblea Nacional constituyente; b. la nacionalización de los hidrocarburos, la cual ha desatado la realización de fuertes marchas y protestas; c. la solicitud de autonomía de los departamentos, siendo el caso específico de Santa Cruz; d. la legalización de cultivos de coca para uso tradicional, lo cual contradice las acciones principales de lucha contra el narcotráfico; entre otras problemáticas.

 

La confluencia y agitación de todo lo anterior explotó recientemente al interior de una sociedad profundamente dividida, cuya fragmentación se sostiene en las diferencias étnicas y socioeconómicas, en donde la mayoría son indígenas y son los pobres. En este punto cabe destacar que Bolivia es el país más pobre de Suramérica y recientemente en el Informe de Desarrollo Humano 2005, ocupó el lugar 113 de 177 países, siendo el último de la subregión y superado en puntaje en Latinoamérica solamente por Honduras (116), Guatemala (117) y Haití (153).

 

En estas condiciones se celebraron elecciones presidenciales el pasado 18 de diciembre, después de que tres gobernantes en tres años ocuparon la primera magistratura. Antecedente que señala una debilidad del sistema político en donde la sucesión del mandato se realiza por vías poco convencionales. Sin embargo y afortunadamente para el mantenimiento de la democracia se desarrollaron, y el indígena Evo Morales llegó al poder en nombre del Movimiento al Socialismo, MAS. Las expectativas frente a su gestión son inmensurables, sobre todo para sus votantes y para los pueblos originarios que por primera vez, tienen alguien de los suyos, a alguien de la mayoría, como primer mandatario. 

 

No se puede minimizar el impacto que esto genera al interior de la sociedad, no solo es un golpe a la clase política que ha ocupado el poder, a las propuestas de tendencia derechista que se manifiestan en el país, sino que también tiene profundas incidencias en la región.

 

Tampoco es posible desconocer la importancia de que por primera vez un indígena llega a ser presidente de una sociedad donde la mayoría la constituyen los pueblos originarios. Es sin lugar a dudas un hecho trascendental que sucede muchas décadas después de la independencia del país boliviano y su frágil constitución como Estado – Nación. A lo que debe añadirse que ganó con más del 50%, sobrepasando considerablemente a su principal contendor, lo que le otorga mucha mas legitimidad a su elección.

 

Morales llegó al poder con diez propuestas para cambiar el país: Hidrocarburos y Gas, Asamblea Constituyente, Ley para Autonomías, Plan de Desarrollo Productivo, Ley contra Corrupción e Impunidad, Ley de Austeridad Estatal, Ley Tierra Productiva, Seguridad Ciudadana, Soberanía Nacional, Educación y Cultura; y con un discurso antiimperialista y antineoliberal.

 

No obstante, si bien el discurso puede ser fuerte y agresivo, es discurso y es diferente encontrase en la oposición a ser quien ejecuta. Más aún cuando las soluciones para el imaginario colectivo están concentradas en una sola persona como suele suceder en estos casos de crisis donde las expectativas son tan amplias que con dificultad se pueden satisfacer. Y es que justamente al líder cocalero le toca enfrentarse a las contradicciones expuestas al inicio, las cuales no es posible superar en un mandato.  

 

Es en este momento donde el ejercicio de la política puede intermediar en ese debate de fondo que plantea la relación entre el Estado y la economía, está bien el triunfo, es afortunado contar con un considerable respaldo popular, pero lo más importantes es encontrar la conveniente articulación entre ambos. Dadas las condiciones sociales del pueblo boliviano, el Estado tiene que desempeñar un papel importante, sobre todo en la redistribución de las riquezas y en la educación de sus ciudadanos, pero al mismo tiempo la intervención en exceso distorsiona el mercado y genera efectos negativos en una economía internacionalizada.

 

Los problemas mencionados, que se ubican en el marco de este debate, como es el caso de la nacionalización de los hidrocarburos, solo se pueden disminuir a través de consensos y no precisamente con posiciones radicales o ausentes del conocimiento técnico necesario, ya que justamente en este tema si que es importante.  Morales y sus asesores lo saben y quizás por eso ha moderado su discurso y ha decidido visitar países en donde se encuentran las transnacionales que explotan el gas en su país. Sabe el dirigente, que la inversión extranjera es indispensable en Bolivia, que los vecinos que ahora lo acompañan no estarán siempre y que se acercan elecciones en la región.   

 

Este dilema junto con el de la legalización de los cultivos de coca, tienen trascendencia internacional, este último con importantes implicaciones en la relación con Estados Unidos. Los otros dos que se mencionaron, la Asamblea Nacional Constituyente y la solicitud de autonomías son principalmente de concurso interno, sin los cuales no está garantizada una mayor estabilidad en el país ni la articulación del territorio y de la nación.

 

Es un debate profundo, en el que se ubican problemas internos y externos y que se constituyen en los retos del mandatario indígena y del pueblo boliviano. Aquí se ha querido esbozar una lectura general de este caso, con el ánimo de aproximarse y entender la complicada situación que vive el país. Faltan aún elementos y tiempo para interpretar adecuadamente los últimos acontecimientos, sin embargo es pertinente insinuar algunas reflexiones finales:

 

Si bien Bolivia debe rescatar su particularidad y defender lo que le corresponde, no se puede cerrar y desconocer lo que sucede a su alrededor y está la globalización, un proceso irreversible del que no es posible sustraerse ni aislarse, es necesario insertarse de la forma adecuada ya que no hay una sola, consideración que quizás ha sido la equivocada y la que ha generado tantos inconvenientes. Estamos en la era de la información y la tecnología, la cual es indispensable saber aprovechar, sobre todo por las nuevas generaciones, por que son ellas las que van a sufrir el rezago de su desconocimiento.

 

Por otro lado, la llegada al poder del líder indígena debe generar interrogantes en nuestro país, es otro gobierno que sube al poder con un discurso muy diferente al de nuestro mandatario, pero que está siendo común en la región. Así mismo, es un buen momento de reflexión para los pueblos indígenas colombianos para que evidencien las diferencias, pero compartan esa relación estrecha y natural que los vincula y nos vincula a todos los habitantes de los países andinos.

 

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