Murió Turbay Ayala, y como era de esperarse revivió la mediocridad e hipocresía de la sociedad politiquera y económica del país, que aprovecha estas vergonzosas escenas para seguir inyectándonos de anestesia cargada de engaños y sometimiento.

 

Como indígena y afectado por la infamia estatal y turbayista abrigo sin temores la esperanza de que de acuerdo a sus principios religiosos, este señor, en términos de su propio Estatuto de Seguridad Nacional ha de encontrarse sentado en el tribunal acusatorio moralista liderado por el “tal Satanás,” rindiendo indagatoria por sus inocultables crímenes de lesa humanidad. Considero que no podrá escaparse de las letales llamaradas de las que flamantemente habla la Santa Iglesia, para los que violan e incumplen las respetables versiones de la Biblia.

 

Desafortunadamente la estrategia burguesa y mentirosa hace mucho tiempo penetró nuestros sagrados territorios, violando nuestros principios culturales. Un abuelo nuestro empañó el destino de uno de sus hijos al registrarlo con el nombre de Gabriel Turbay Alvarado, quien, por culpa de la Seguridad Democrática del Presidente Uribe fue víctima, a sus sesenta años de vida, de los nefastos y criminales efectos de las detenciones masivas.

 

El seis de diciembre de 2004 la fuerza pública lo apresó en una de las penitenciarias de Valledupar, acusado mediante un montaje de terrorista. “Gabriel Turbay”, el kankuamo, no fue capaz de entender esta infamia en su contra y fue presa fácil de la depresión, ya que le truncaron su ancestral forma de vivir al encerrarlo en una celda, cuando lo único que sabía hacer era trabajar la tierra y leer la naturaleza.

 

Como pueblo kankuamo tenemos claro que fue asesinado lentamente por el gobierno actual, y paradójicamente lo enterramos sin bombos y ni platillos como ocurrió con el Turbay rico y poderoso. La diferencia es que el nuestro seguirá viviendo y orientándonos espiritualmente, para levantarnos y reclamar con fuerza la “verdad, justicia y reparación integral” por nuestros hermanos.

 

Ante este infortunado desenlace nos amparamos en nuestros principios culturales y será nuestra MADRE TIERRA la encargada de hacer justicia a los culpables de estos censurables e injustos acontecimientos, sin embargo, es pertinente que las voces democráticas del mundo entero, conozcan los despropósitos gubernamentales de Uribe Velez, ensañados en exterminar al pueblo kankuamo, cuyo loable y máximo anhelo es pervivir enmarcado en nuestra ley de origen.

 

 

 

 

 

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