Si en la etnografía del habla y de la comunicación entendemos el lenguaje como una práctica cultural, como señala Duranti (Ibid., p. 47), se hace necesario tener claro la manera en que entendemos la cultura. Duranti (Ibid., p. 47 - 81) expone en breve las teorías de la cultura que han dominado en las ciencias sociales durante sus diversas etapas (positivista, estructuralista, postestructuralista, etc.), que se adoptan desde las diversas disciplinas (antropología, sociología) y que han utilizado los investigadores, filósofos e investigadores sociales. Básicamente el autor se refiere a seis maneras como se ha entendido la cultura: (1) como algo distinto de la naturaleza, (2) como conocimiento, (3) como comunicación, (4) como un sistema de mediación, (5) como un sistema de prácticas y (6) como un sistema de participación.

En la primera perspectiva la cultura se define como una categoría opuesta a lo que se adquiere en forma natural (como los rasgos físicos); así la cultura se aprende transmitida de padres a hijos en la interacción social cara a cara. En la segunda teoría, la cultura se define según el conocimiento compartido de un grupo. En la tercera orientación, la cultura se define como un sistema de signos en su potencialidad de representar el mundo. En la cuarta teoría, la cultura es conceptualizada como una herramienta mediadora entre el hombre y su entorno. En la quinta y sexta perspectivas, los miembros de una cultura se definen en la medida que participen, que actúen en las prácticas comunes consensuadas por el grupo.

El género se ha entendido y estudiado de distintas maneras por distintos investigadores y teóricos de las ciencias Sociales. Muñoz (Op. cit.) retoma dos concepciones del género: Es proponer el ámbito de lo imaginario como una herramienta conceptual que permite abordar la realidad psicosocial en su complejidad teniendo en cuenta sus dimensiones narrativas, histórica y sociocualtural. De éste modo, por género entendemos el producto y la producción de actividades conversacionales espontáneas y cotidianas de la gente mediante las cuales logran el entendimiento mutuo , en nuestro caso , se trata del entendimiento del hecho de ser hombres y mujeres y de las relaciones que establecen entre sí. Como conversación y producto de conversaciones humanas.

Además de lo anterior, en especial buscamos develar cómo en este proceso social de construcción y especificación imaginaria las personas emplean carácter esencial y categórico y las asumen como realidades naturales determinantes de su subjetividad de género. En esta dinámica, se vuelve invisible, el hecho de que dichas imágenes son creaciones linguisticas y conversacionales en circunstancias históricas y sociales, específicas y que, como tales son susceptibles de cambio.

Justamente esta confusión configura uno de los dispositivos pedagógicos que inciden significativamente en el proceso de subjetivación de género, dispositivo que consiste en la idealización de nuestras formas de hablar a cerca de nosotros/as mismos/as. En esa idealización quedamos atrapados/as con frecuencia y en la medida en que reporta una fuerte tendencia a establecer límites rígidos e insalvables entre lo posible y lo inaceptable a través de imágenes indicadoras de esencia, impide el reconocimiento social de diversas construcciones de género como legítimas y válidas.

¿Qué implicaciones Culturales tienen las marcas de género en la etnia wayúu? Los estudios que hasta la fecha se han realizado sobre la lengua Wayúu, adolecen de un verdadero análisis del papel que tiene el concepto de género en el proceso comunicativo de la Cultura wayúu.

El acercamiento a los trabajos de investigación hechos, después de la revisión bibliográfica realizada, se encuentra que gramaticalmente se hace énfasis en el estudio del género, pero no pasa de ser una mera alusión a lo gramatical, olvidando que la Lengua Wayúu, está enmarcada en el ser hombre o ser mujer, es decir, que trasciende lo gramatical para adentrarse en la cosmovisión masculina y la cosmovisión femenina. El sello de lo masculino, y lo femenino determina el habla del Wayúu, por que de lo contrario no se dará un proceso comunicativo claro.

Este sello es independiente de las diferencias machistas y feministas de la cultura occidental. Lo masculino y femenino, no se da para establecer diferencias discriminatorias, ni peyorativas, sino para significar el verdadero sentido de lo que se dice. Porque el habla del Wayúu siempre se mueve dentro de un contexto. No es aislado de la vida, del contexto, de la experiencia. El habla es la vida misma del Wayúu, de ahí la importancia del género.

El wayúu habla con sentido, con sentimiento; no habla por hablar. Sabe lo que implica el arte del hablar, el valor de la palabra. Piénsese en el papel de los palabreros dentro de la cultura wayúu. Es tal la importancia del género que tanto el hombre como la mujer, denotan los objetos, desde su ser masculino o femenino.

Así mismo, el género está muy ligado a los roles tanto de los hombres como de las mujeres en la comunidad. Estos roles están bien definidos y muy interiorizados que cada cual habla con mucha propiedad de su papel u oficio, también identifica el lugar dentro de la estructura social de la comunidad, el ser hombre o el ser mujer.

Desde este punto de vista la relación del género en la interacción social debe denotar y resaltar quien es el que está hablando. De ahí se fundamenta toda la diferenciación social del ser hombre o el ser mujer.

En el Wayuunaiki también se clasifican los sustantivos y los pronombres de acuerdo al género; y lo mismo que en español, se indican con el artículo definido que se agrega al final de la palabra como sufijo (y no como una palabra aparte). Además, el género masculino tiene un uso más restringido en el Wayunaiki que en español, porque se usa mayormente para referirse a cosas que son expresamente masculinas.

Sólo en ciertas ocasiones se aplica otros objetos. Siendo que en el Wayunaiki la mayoría de objetos se clasifican con un género diferentes al masculino, estamos usando el término “no masculino” para definir este género que en español exigiría uno de los dos. Esta diferenciación entre masculino y no masculino solamente ocurre en la forma singular

Singular

Plural

Masculino

Kai

Kana

No masculino

Kat

La construcción:

La construcción de los pronombre personales es la siguiente: ejemplos: Taya – Yo Jía – Ustedes

Pronombre Personales

Artículo Definido

Taya

Kai

Tayakai (Yo Hombre)

Jía

Jia (Ustedes)

En la oración, se usa con frecuencia y es obligatorio sufijar en el verbo la marca de género gramatical femenino o masculino:

O´unusu Uribiamuin

Va – (no masculino) hacia Uribia

(Ella) se fue hacia Uribia

Makatushi miichipa´a

Queda masculino en la casa

(El) se quedó en la casa

No existe para la segunda persona una forma familiar o cortés como en español.

La selección del pronombre personal no sólo depende del género y número de la persona o grupo de personas, sino que está determinado por la manera como el hablante considera a esa persona o a ese grupo de personas.

Ayalajushii naya ekuulu

Compran – Plural ellos comida

Ellos están comprando comida

(Considerados como plural: “personas”)

El artículo definido:

Aunque el artículo definido se puede usar con los pronombres personales, no es muy común. Se usa solamente con el fin de dar claridad al contexto o cuando se desea dar énfasis al pronombre, ej:

¿Niakai? Makatushi miichipa´a

Él – el (art.def.) queda – masc. En la casa

¿Él? Se quedó en la casa.

El artículo definido siempre va de acuerdo al género y número del pronombre:

Niakai “el”

Tayakat “Yo” (no masculino)

La forma singular no masculina del artículo definido Kat se puede variar a Kot; esta última se da con sustantivos en los cuales la vocal final es posterior (u/o):

Wayuu Persona Indígena

Wayuukot “La persona, la mujer”

Puchon “Tu hijo, tu hija”

Puchonkot “Es tu hija”

Cuando un verbo va en el tiempo general en la forma sin prefijo, lleva un sufijo que denota género y número. En Wayunaiki hay cuatro tipos de sufijos para indicar género y número.

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