Nunca hemos sabido comportarnos en los cumpleaños. Apenas anoche caímos en cuenta que el tiempo pasa y ¡tras...!; las cuentas en el calendario nos dicen que tenemos una edad. La nuestra todavía es de un bebe: siete añitos diría el infante. Y la verdad, nos parece toda una vida.

 

Lo cierto es que no tuvimos tiempo para preparar la celebración, para vestirnos de gala, para lucir “bonitos” despertando el interés de nuestros amigos, aunque algunos crean que el siete no signifique nada (¿?), pero, ¡Oh sorpresa!. Recorriendo esa inmensa enciclopedia en la que se ha convertido la red, o sea nuestro espacio natural, nos encontramos esta primera aproximación:” Tu Karma es de sabiduría y misticismo. Eres el eterno buscador del conocimiento. Estudias, aprendes de todo y de todos. Eres más bien solitario, filosófico, pero tienes la necesidad de compartir con otros tus conocimientos, por eso escribes o eres maestro, profesor o conferencista”. Parece hecho para nosotros. Y yo que personalmente he manifestado mi gran escepticismo frente a estas profesiones de adivinos y pitonisas. Pues el acertijo esta en aquello de solitario, filosóficos, compartidos, conocimiento, aprendices de maestro y transmisores de información. Un poco forzado el ejercicio, pero vale la pena.

 

Hemera, que no embera, es luz del día. Tres reuniones largas, algunas con vinos encima, nos costo a Olga Luz, al profesor Iriarte, al maestro Antonio  y a mí, llegar a la conclusión que ese era el nombre perfecto. Creo que jamás hubiéramos llegado a esa conclusión, a no ser por la valiosa ayuda de mi hija, que ojeaba un diccionario de mitología griega. ¡Dios y los diccionarios! La verdad es que primero “cranianos” el nombre, después ya veríamos que hacer con él.

 

Aunque, a decir verdad, por esos días sólo pensábamos en crear alguna sociedad anónima o limitada para sortear la difícil situación del momento, pues casi todos nosotros, “quijotes de una propuesta pedagógica” que impulsábamos en la Universidad Central, habíamos sido despedidos. El florero de Llorente fue una tarjeta plástica que un profesor se negó a recibir para tramitar ante un banco sus honorarios. La solidaridad efusiva, primero de los docentes y luego de los estudiantes y ¡PUM! Más de sesenta docentes despedidos… adiós proyecto pedagógico, al menos en esa universidad. Y la oportunidad se dio en julio del 99, cuando con otros amigos decidimos crear la Fundación.

 

Y cómo no detenerme un momento y pronunciar con cariño y respeto un nombre: JAVIER ENRIQUE CAMACHO. Era mi alumno en la materia de producción de televisión. Escasamente lo veía en clase, pero se me acercaba y me hablaba como el más erudito de los estudiantes. Parecía ser un experto y cuando se acercaba, lo hacía para compartir conmigo sus ideas sobre el trabajo final de la materia. Su recursividad, sus dotes histriónicas y su resolución para asumir nuevos retos, nos llevó al profesor Iriarte y a mí a colocarlo como coprotagonista del cortometraje “Sangre Maleva”. Esta experiencia nos sintonizó en otros propósitos, entre ellos, el crear una entidad que se dedicara a estudiar temáticas como la comunicación comunitaria.

 

En ese empeño que compartíamos con Olga Luz y Freddy Leonardo, se sumaron otros amigos como Carlos Alberto, Jair y Clemencia. Me he detenido un poco en Javier, porque la maldita violencia que carcome este país se lo llevó apenas dos meses después de creada la Fundación. Javier, aún seguimos soñando tus sueños.

 

Por eso decía algo talvez manido, tratándose de la edad, del tiempo que transcurre, sobre todo tratándose de una entidad que trabaja la temática étnica, especialmente la indígena. Los siete años de Hemera se han convertido en toda una vida y en este transcurrir del tiempo hemos adquirido nuestra mayoría de edad. Somos una voz legitimada para decir y opinar, para comunicar y actuar sobre ese mundo maravilloso y especializado  que constituye lo étnico, que constituye la diversidad de un país.

 

No sería serio hablar de Hemera sin mencionar a quienes han ayudado a hacer de esta entidad lo que hoy constituye su patrimonio político, social y ético. Primero, esos actores de primera línea que son las organizaciones de los pueblos indígenas, afros, raizales y gitanos; sus líderes, que en diferentes etapas han contribuido a nuestra consolidación, muchas veces sin saberlo: Alberto Achitó, Ezequiel Vitonás, Alfonso Palma, Francisco Guerrero, Eulalia Yagarí, Francisco Rojas Birry, Anatolio Quirá, Jesús Piñacué, Gerardo Jumí, Leonor Zalabata, Luis Evelis Andrade, Marcos Avirama, Lorenzo Almendra, en fin, son tantos los líderes indígenas que han contribuido a este proyecto, y los afros, Zulia Mena, Carlos Rosero, Carlos Rúa, Pastor Murillo; y los gitanos, Dalila Gomez, Venecer Gómez y los raizales, en especial Juvencio Gallardo.

 

La lista de los profesionales que han pasado por nuestra entidad es igualmente larga. Muchos, la gran mayoría, aun después de terminado un contrato, se siguen considerando ejes de nuestra entidad. Con cuanta alegría reseña uno notas como la enviada hoy por Alejandro Camargo, que sin saber nada de nuestro cumpleaños, nos dice “Espero que mi permanencia en Montería no sea sinónimo de desarticulación con la Fundación. Quiero manifestarles que aquí tienen un servidor, un "representante",  que en lo que les pueda colaborar desde aquí con mucho gusto. Estoy muy agradecido con la Fundación por muchas cosas y quiero retribuir ese agradecimiento poniéndome a disposición en lo que en medio de la distancia física me permita. -Tal vez escribiendo cosas para el periódico, entregando los diplomas de DDHH, en fin...-“.

 

En estos siete años son muchos los proyectos impulsados por nuestra entidad, TODOS, con ese perfil inconfundible de lo étnico. Entonces como no recordar de manera especial y muchos tendrán que perdonar mi mala memoria, a compañeros como Jorge Tamayo, Christian Díaz, Diana Martínez, Jaime Barrientos, Alma Montoya, Mavis Lizarazo, Jairo Trujillo, Francois Correa, Esther Sánchez, Arles Nova, Martha Gutiérrez, Clara Restrepo, Andrea López, Adriana, Álvaro Vargas, Omar, Carlos Andres, Carolina, Juan Carlos, Ana María, Josefina, Pilar… La lista es larga y si no menciono a los actuales, a Margarita, a Claudia, a Paola, a Natalie, a Mónica, Héctor, Carmen Aurora, Gerardo y Luis Fernando, se va a pensar que tengo una predilección especial por el pasado.

 

Cuesta creer en todo lo que se puede construir en un lapso de tiempo, aparentemente tan pequeño. Nosotros somos esta familia. No siempre hemos cosechado los mejores recuerdos, pero nuestra vocación por hacer las cosas bien jamás ha estado en duda.

 

Sobre esa vieja ilusión de trabajar por el desarrollo de la televisión comunitaria, primó el interés, la experiencia de algunos de nosotros y la experiencia acumulada por muchos de los reseñados, de trabajar por el desarrollo de la comunicación y el desarrollo de los grupos étnicos, especialmente de los pueblos indígenas. Hoy, nuestro patrimonio es un proceso acumulado al servicio de las comunidades. Como niño en crecimiento, estamos orgullosos de mostrar nuestro traje nuevo, que lo lucimos todos los días. Nos referimos al Periódico Actualidad Étnica y al Sistema de Información Etnias de Colombia. Ese es el mejor regalo que día a día les otorgamos a nuestros lectores. Y por todos ustedes, vale la pena seguir creciendo, seguir madurando, seguir contribuyendo a la construcción de esta red, de la cual nosotros sólo somos un delgado hilo de Ariadna, en el laberinto de la comunicación, la vida y el desarrollo de los grupos étnicos.

 

Bogotá, agosto 25 de 2006.

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