Sus derechos fueron desconocidos durante siglos, tal como los de los negros, los "amarillos", los mestizos y otros segmentos considerados inferiores por la raza blanca dominante. Los negros conquistaron sus derechos en Estados Unidos y eso hizo realidad lo imposible, la elección de un presidente negro. Los países africanos lograron su independencia, pero no son tratados como iguales. Los pueblos indígenas han experimentado una transformación de todo tipo, que el resto de la sociedad no quiere ver ni admitir.
Con un espíritu solidario que aquellos que los menosprecian no conocen, sus comunidades financiaron estudios superiores a los jóvenes que mostraban aptitudes para acceder a un oficio o a una profesión. Èstos, a su vez, regresaron a las comunidades para poner sus nuevos conocimientos al servicio de ellas y ,así, se fue produciendo el cambio que hace que hoy estén en condiciones no sólo de reclamar sus derechos de todo orden, sino que de plantearse de igual a igual con las autoridades que pretenden volver a reprimirlos.
Considerarlos subversivos no conduce a nada, conocer su pensamiento y sus análisis es interiorizarse en el mundo de hoy y eso se puede hacer, incluso, entrando a sus sitios en Internet y se verá que la información que manejan determina que sepan, por ejemplo, que ya hace cinco años el Consejo Nacional de Inteligencia de Estados Unidos entregó al departamento de Estado de ese país un informe que señala que las principales amenazas a la hegemonía estadounidense son el crecimiento de China, los movimientos islámicos, más allá de Al Qaeda, que podría desaparecer, y los movimientos indigenistas.
Eso es lo que estamos viendo y, en este caso, en una América Latina, donde el modelo neoliberal con su consiguiente apertura reflejada en los Tratados de Libre Comercio, le ha abierto las puertas a las empresas transnacionales que a cambio de una misérrima inversión explotan el subsuelo y se llevan enormes riquezas por las que pagan irrisorios impuestos. Esas riquezas están en tierras de las comunidades indígenas y como me dijo hace siete años un indígena de la etnia shuar de Ecuador: "El petróleo que está en el subsuelo es de todos los ecuatorianos, pero para llegar a él hay que pasar por mi casa y para eso me tienen que pedir permiso".
Y eso es exactamente lo que se dice en la Declaración de las Naciones Unidas sobre los derechos de los pueblos Indígenas, aprobada por la Asamblea General el 13 de septiembre de 2007.
El caso peruano
Lo que acaba de ocurrir en Perú corresponde a lo que hasta aquí hemos señalado. El gobierno del presidente Alan García suscribió un Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos y en su aplicación autorizó que las empresas de ese país arrasen con bosques y ríos en busca de petróleo y gas. Los antecesores del actual mandatario ya habían autorizado explotaciones mineras que contaminaron ríos y dañaron grandes extensiones de terreno. Las protestas fueron reprimidas antes y también ahora, con una diferencia, se ha querido anteponer el TLC a los intereses del país y a los derechos de sus habitantes.
Los directamente afectados iniciaron manifestaciones de protesta y el presidente García ordenó reprimirlos. Se produjeron las primeras confrontaciones con la policía y el gobierno militarizó la represión, se reconoció a unos diez indígenas muertos y se puso el acento en los policías que habrían perdido la vida, pero se habla de numerosos indígenas desaparecidos. El sindicato de policías entregó después una declaración pública responsabilizando al partido de gobierno por la muerte de sus compañeros.
Finalmente, se recurrió al expediente de decir que había intervención extranjera y, obviamente, se acusó al presidente Boliviano Evo Morales y al venezolano Hugo Chávez, después agregaron al de Nicaragua, Daniel Ortega. Luego García dijo en una reunión pública con militares que "Hay una conspiración en marcha que quiere evitar que utilicemos nuestras riquezas naturales para beneficio, crecimiento y calidad de vida de nuestro pueblo".Poco después tuvo que rendirse ante la condena de sus propios compatriotas.
Pocahontas también protestó
La represión alcanzó tales niveles que desde todas partes surgieron declaraciones de protesta y de alarma, desde Naciones Unidas hasta Amnistía Internacional. Carmen Vildoso, ministra de la Mujer en el gabinete de García renunció al cargo en desacuerdo con el manejo gubernamental de este asunto. Destacadas personalidades de América Latina y Europa suscribieron un comunicado en que condenan "el genocidio cometido en la selva amazónica" y señalan que "La necesidad de vaciar los territorios indígenas para beneficio del capital ha llevado al Presidente del Perú a cometer un crimen contra quienes pedían, con base en el derecho internacional, simplemente ser consultados para disponer de sus tierras".
La actriz peruana Q`orianka Kilcher, quien interpretó a Pocahontas, pidió y obtuvo la solidaridad de otros famosos de Hollywood y fue a Perú a apoyar a las comunidades indígenas, demandando respeto a sus derechos y "no vender los pulmones del mundo".Todas las organizaciones e instancias indígenas latinoamericanas apoyaron a sus pares de Perú, el gobierno de ese país tuvo que desistir.
La debacle
Tras muchos días de soberbia y represión el gobierno peruano debió echar marcha atrás y lo hizo de la peor manera. La ministra de Comercio Exterior y Turismo declaró que la Oficina del Representante Comercial de Estados Unidos y legisladores de ese país "Han dicho que comprenden la posición de Perú y han prometido apoyarnos para encontrar salidas dialogadas con las comunidades indígenas".En otras palabras, efectivamente la represión fue para salvaguardar los derechos de las empresas estadounidenses beneficiadas por el Tratado de Libre Comercio y el gobierno peruano admite que tiene que negociar con ellos los derechos de las comunidades indígenas peruanas.
Después de esto, el gobierno llamó a un diálogo a los indígenas, que no se había producido al escribir estas líneas, pero empezaba a pagar las consecuencias. El gabinete renunció, García no aceptó, pero la opinión pública del país ya dio su veredicto. El 57 por ciento estima que la razón la tenían los indígenas, sólo el 18 por ciento se la da al gobierno. El 93 por ciento estimó que los decretos ahora anulados debieron ser consultados con los indígenas antes de aprobarlos en el parlamento. El 57 por ciento responsabilizó al presidente García de lo ocurrido, un 39 por ciento a la ministra del Interior y el 24 por ciento al Primer Ministro y se pide la renuncia de todo el gabinete.
La aprobación al presidente cayó del 30 por ciento al 21 por ciento. De aquel Alan García que en 1985 decía que "La Revolución Social es nuestro objetivo" no queda nada.
*Frida Modak, periodista, fue Secretaria de Prensa del Presidente Salvador Allende.
Tomado de: Agencia Latinoamericana de Información