"Podría fácilmente coger un arma y salir por el mundo a reclamar justicia, pero sé que matar a otro ser no es de inteligentes ni me hará sentir mejor, más bien me pongo a escribir y a seguir caminando la palabra en honor a mis hermanos y hermanas que se fueron adelante". ¿Somos conscientes y hemos analizado con todo juicio lo que significa e implica que nos asesinen nuestras autoridades indígenas?

Como lo expresan los informes de los Cabildos, Consejerías zonales y el Consejo Regional Indígena del Cauca-CRIC, la situación de violencia en los territorios indígenas no merma, al contrario se agrava día tras día.

Hace dos meses lloramos la muerte de nuestro vicegobernador del Cabildo Nasa de Honduras en el municipio de Morales, Robert De Jesús Guachetá, un hecho más que sacudió nuestros adoloridos corazones. Y es que no es para menos, pues igual que Robert han caído cientos de hermanos y hermanas, que están ahí, aumentando la lista de asesinados sin que la justicia de nuestro país haga algo por ellos.

¿Somos conscientes y hemos analizado con todo juicio lo que significa e implica que nos asesinen nuestras autoridades indígenas?

Según la cosmovisión Nasa, el cargo de Gobernador es la máxima expresión de autoridad, junto al Capitán del Cabildo y al Thë' Wala, son los que llevan el bastón de mando heredado de los mayores. Son los encargados de sembrar la autoridad en la tierra, son los ayudantes del Mayor Cósmico, aquí, en la casa grande. El Gobernador es el encargado de mantener y fortalecer la unidad porque es la cabeza principal de la organización del Cabildo, corazón del proceso comunitario.

En este sentido, atentar contra la vida de un gobernador indígena es atentar contra todo un pueblo, asesinar a un gobernador es asesinar la autoridad tradicional, la historia, la lucha, el proceso, los sueños, la memoria y el tiempo, pues preparar a una autoridad no se hace de la noche a la mañana, no es tarea fácil, significa voluntad personal y comunitaria, sacrificios, rituales y muchas noches y lunas. Perder a un gobernador para nosotros significa una inmensa e irreparable lesión al proceso.

Cosmológicamente, todos estos actos, independiente de quienes los cometan, crean una grave desarmonía territorial y sociocultural: la sangre derramada en la tierra y no sembrada; los pasos andados y no despedidos; los sucios recibidos y no curados; las lágrimas derramadas y no secadas; el dolor abierto y no cerrado; y las familias sin pulso y no equilibradas, desatan desajustes naturales, se rompen hilos del tejido social y lo más grave: se resquebraja la relación cósmica entre el Mayor y los ayudantes de la tierra. Por eso es hora de hacer algo para restablecer, corregir y sanar la vida.

Es demasiado grave lo que está sucediendo y debe preocuparnos a todos, pues como Robert, han sido asesinados en el Cauca Marden Arnulfo Betancourt, gobernador de Jambaló, Samuel Fernández, gobernador de las Delicias Buenos Aires, Aldemar Pinzón, gobernador de Huellas Caloto, Fabriciano Basto, gobernador de Munchique los Tigres, Julián Ricardo, Avirama gobernador de Kokonuco, Edgar Arcadio Ocoró gobernador de López Adentro Corinto.
A esta situación le sumamos los asesinatos de Genaro Sánchez, Cristóbal Secue Y Raúl Mendoza ex consejeros del CRIC. Para completar la tragedia han sido asesinados Aparicio Ñuscue, Jorge Dagua y Cruz Nene, Mayores Thë' Wala o médicos tradicionales. "Esto sin mencionar la serie de asesinatos sistemáticos de líderes y autoridades indígenas que vienen cometiéndose en el resto del territorio nacional", puntualiza Feliciano Valencia.

Por esto, a mis hermanos y hermanas del Cosmos Universal, los invito para que nos sentemos en el fogón a pensar, a mascar, a danzar y a cantar para abrir caminos de encuentros y justicia, buscando que nuestra Madre Tierra reciba contenta a los que se fueron adelante y les permita un espacio allá donde deben llegar y permanecer.
A la justicia del gobierno que en vez de protegernos nos persigue, asuma que también somos seres humanos a los que debe atender como nos merecemos y remediar a los que mataron a nuestros hermanos y hermanas. Entiendan que están matando la historia que es su historia también.

A la sociedad colombiana, a cada uno de sus miembros, que no nos miren compasivos, con desprecio, soslayados y con desconfianza. Nosotros también somos colombianos, somos originarios de este continente. Pueblos sufridos pero dignos, gente que exigimos lo que nos pertenece, no arrebatamos; somos comunidades que trabajamos y proponemos para no mendigar y no arrodillarnos, humanos que escuchamos, entendemos y sentimos, abiertos, amigueros, ladinos pero sinceros.

No obstante de tanto dolor, no tenemos odio contra nadie, no nos alzamos en violencia contra otros. Cuando la tristeza y la angustia nos agobian nos recogemos en la panza de nuestra Madre Tierra, en los abuelos y las abuelas para escuchar sus consejos, por eso sabemos equilibrarnos y mantenernos juntos como uno solo, por eso y a pesar de las adversidades tenemos ánimo para luchar y sonrisas para la vida.
Compañero Robert, hermano luchador, amigo minguero, aunque te fuiste adelante, nosotros seguiremos firmes aquí, con la fuerza de tu corazón haciendo honor a tus sueños. ¡Hasta luego hermano!
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