Por Mario Serrato

"Feliciano Valencia, hermano Nasa del Cauca, salve usted la patria. Dispone de mi voto para la presidencia de la República".


En Colombia las personas que han sido presidentes de la república se presentan a la contienda electoral  saturados de compromisos y obligados por sectores de la economía y del poder en muchas ocasiones de origen extranjero. Organismos multilaterales con gran influencia en países gobernados por majaderos, hacen de las suyas en territorios literalmente invadidos. 

Las tierras en que los nacionales pueden cultivar y generar desarrollo, se dejan a disposición de personajes y empresas sin vínculo de ninguna naturaleza con el pueblo de Colombia y a las cuales les importa un pito el futuro de la nación. 
El gran capital que se encuentra depositado en los bancos colombianos, en su gran mayoría patrimonio público, se destina a fortalecer la gran empresa nacional o extranjera y a impedir que el campesino, el  colono, el afrocolombiano o el indígena se beneficien o aproximen a sus ganancias descomunales.
Los presidentes que ha tenido Colombia se han caracterizado por su genuflexión ante potencias extranjeras y por su total incapacidad de hacer posible la generación de empleo, desarrollo o bienestar social. En los bancos de datos oficiales como el DANE, el embolador, el vendedor de cigarrillos de esquina, la trabajadora sexual con la pata en la pared y la mujer afrocolombiana que extrae oro con una batea en algún río del Chocó o del Cauca, se encuentran empleados y gozando de todos los beneficios que una persona digna merece. Estos presidentes prefieren mentir a solucionar. 
Solo por hacer un resumen de nuestra historia reciente tenemos a un Gaviria que llevó a la Constitución el Consenso de Washington y desarrolló en su gobierno los elementos estructurales del neoliberalismo de Thatcher y Reagan. Samper tenía tanta necesidad de satisfacer a los gringos que no solo no gobernó,  cerró la puerta de la autonomía judicial y convirtió la extradición en una situación natural. Pastranita, el frívolo de bigote fanfarrón y total incapacidad para la administración pública, dispuso del dinero de los colombianos para entregárselo a los banqueros mediante el 4 x mil. Uribe pasará a la historia como el presidente que más colombianos mató en su incapacidad de llevar la guerra a su destino inteligente, es decir: a la paz. También por una aparente inversión extranjera que ingresó, no porque tengamos seguridad, sino porque las condiciones tributarias con que ese capital llega al país son literalmente una apertura de piernas sin beneficio alguno para quien las abre. Y por último el pobre Santos, quien con su engendro demoniaco llamado sostenibilidad fiscal, no hizo cosa diferente a reducir los derechos humanos y fundamentales a una mera ecuación de aritmética tributaria. 
Los que dicen saber de economía y de administración, consideran un imposible técnico y un error histórico tener un presidente independiente. Pero mienten. Y lo hacen debido a que sin importar quien sea el presidente y cuales sean sus políticas y ejecuciones, tienen asegurados sus beneficios.
Colombia solo alcanzará la independencia y los sectores populares beneficios, cuando un presidente indígena llegue al poder y destruya la maraña de ardides que los gremios económicos nacionales y extranjeros han hecho de nuestro agobiado país.  Feliciano Valencia, hermano Nasa del Cauca, salve usted la patria. Dispone de mi voto para la presidencia de la República.

 

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