Canal de Panamá: El viejo truco de los sobrecostos

Por Mario Serrato

"El gran enemigo de América latina es la corrupción, la cual no nace y se desarrolla sola. De  Europa nos viene una pedazo de cinismo que ayuda a hacerla más grande y más nociva."

La administración del canal de Panamá consideró necesario adelantar obras de ampliación para responder  a la nueva envergadura de los barcos. En la actualidad el canal ofrece paso a buques de 4 mil contenedores, con la ampliación podrán cruzar el canal embarcaciones con el triple de capacidad y tamaño. En su programada ampliación Panamá contrató los servicios de la empresa Sacyr de España, esta se unió a la firma belga Jan de Nul,  a la italiana, Impeglio y a la panameña, Constructora Urbana. 

Este consorcio que terminó llamándose Grupo Unidos Por el Canal(GUPC), propuso adelantar la obra por 3.200 millones de dólares. La competencia advirtió que ese precio era muy bajo, a pesar de ello, el gobierno de Panamá y la administración del canal firmaron con GUPC en 2009, un contrato que entregaría la obra acabada en 2014, cumpleaños número 100 del canal.  
Hoy, comienzos de 2014, la firma GUPC asegura que requiere una adición de 1600 millones de dólares por sobrecostos y amenaza con suspender la obra en 20 días. El avance de la obra no alcanza el 70%.
Martinelli, presidente de Panamá, en un acto que poco se ve en ese tipo de funcionarios, decide viajar a España, Italia y Bélgica a quejarse de los miembros del consorcio y a señalar la responsabilidad moral de sus gobiernos.  Ningún presidente colombiano, ni funcionario alguno del gobierno, hizo lo mismo cuando se presentó el asunto COMMSA. A Martinelli lo usamos para esconder funcionarias con rabo de paja, no para proteger la dignidad.  
El consorcio hace una exigencia adicional equivalente a la mitad del contrato pactado. En lenguaje del mercado de la semana, el ama de casa con 20 años de experiencia, una semana cualquiera se equivocó en el presupuesto para la compra de los víveres nada menos que en la mitad de su costo. 
Creo en un error de esa magnitud si me explican que la señora padece Alzheimer, o me revelan que un  apuesto fontanero suele visitarla en las mañanas cuando su esposo e hijos han salido a sus deberes, situación que la distrae más de lo debido.    
La verdad es que estos errores de cálculo no se presentan en amas de casa atentas ni en profesionales de la contratación en obras publicas de envergadura colosal. 
El truco es el siguiente: La firma líder dispone de unas buenas relaciones con personas con influencia sobre los responsables de asignar o conceder el contrato. Estos últimos le dicen a la firma interesada que proponga un monto inferior a las demás y espere a que le adjudiquen para después exigir un sobrecosto. Así se resume todo. 
En el camino de intrigas, tráfico de influencias, sobornos y maniobras van quedando perjudicadas las obras, el desarrollo, el empleo, el comercio, el buen vivir y la plata. 
Cuando termina este paseo por la corrupción, el dinero programado para la ejecución de la obra no alcanza, la obra se detiene, el contratista amenaza con parar y los mismos consejeros que antes recomendaron fijar una baja tarifa para asegurar el contrato, aparecen ahora presionando al gobierno para conceder la adición por los sobrecostos. 
Por supuesto, en caso de que el gobierno o el contratante cedan, nuevamente quedarán en el camino pedazos enormes de presupuesto púbico.
El gran enemigo de América latina es la corrupción, la cual no nace y se desarrolla sola. De  Europa nos viene una pedazo de cinismo que ayuda a hacerla más grande y más nociva. 
Espero que a Martinelli le vaya bien, aunque me temo que ni siquiera lo recibirán los líderes de esas naciones en cuanto se enteren del propósito de su viaje. 

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