En momentos en que el país comienza a vivir un estado  de mayor empobrecimiento en las  diferentes clases sociales y se denota una calma chicha en el ambiente de orden público, roto solamente por esporádicos escándalos de corrupción en las fuerzas armadas y repetidos errores operativos con sus consecuentes  resultados en muertes de civiles inocentes, surge como una burbuja que amenaza con explotar y salpicar la política nacional de más errores, “una especie de gran proyecto de sociedad para el país, abalado por los líderes  del uribismo” que busca la reelección presidencial, opacando las tan cacareadas reformas y proyectos de ley necesarios que con anterioridad vienen haciendo curso en el Congreso de la República, dividiendo la política y desatando  polémicas frente al futuro de la figura presidencial.

 

 

 

La principal manzana de la discordia se concentra en las diferentes actitudes respecto del poder absoluto ejercido por un presidente carismático, que mantiene en alto su popularidad y sigue generando esperanza en sectores de la sociedad cansada hasta los tuétanos de la violencia desatada por la vil guerra contra los civiles. Si bien es cierto que hoy se respira un mejor ambiente en lo que a seguridad se refiere, tampoco deja de ser cierto que muchos de los principales problemas que aquejan a la nación como el incremento de la pobreza y la desigualdad social no han tenido la atención debida.

 

La reelección no deja de ser un embeleco que pone a medir fuerzas al interior del legislativo, se roba el show en los medios de comunicación y pone en una fila de espera interminable a los llamados  “presidenciales”.

 

Amanecerá y veremos si el país verdaderamente está dispuesto a brindarle un periodo más  amplio al actual presidente Álvaro Uribe Vélez. Ya el gobierno perdió en circunstancias parecidas un referendo y este podría ser otro asalto que estremecerá el tinglado de la política, pero, por el momento, la palabra ahora la tienen los congresistas.

 

Ahora el Congreso deberá aplazar  las reformas pendientes, algunos proyectos tendrán que esperar, otras iniciativas pasarán raudamente para darle campo a la verdadera burbuja de la reelección, que puede explotar y llevarse  con ella gran parte de la institucionalidad y del estado de derecho de los colombianos.

 

Cabe preguntarse, entonces, ¿si este cambio en las reglas del juego en la mitad del periodo del  ejercicio del gobierno no  resulta un poco antidemocrático y, de pronto, se termine realizando un mal gobierno por defender una reelección? Las experiencias no han sido gratas en Suramérica,  donde  presidentes como Cardozo en Brasil, Fujimori en Perú y actualmente Chávez cayeron en el autoritarismo. Entonces, sería bueno  también  preguntamos si  sería interesante para el país realizar una discusión abierta  sobre la propuesta que actualmente cursa en el Congreso de adaptar un régimen semiparlamentario para promover un nuevo orden político para la nación. 

 

Lo cierto es que  la opinión, aunque  dividida, mantiene una popularidad alta en favor del presidente Álvaro Uribe, a pesar que sigue siendo una opinión forjada por el factor de la seguridad que antepone su dinamismo a la del mejoramiento de la calidad de vida y el desarrollo social de los colombianos.

 

Hasta ahora se tiene un balance parcial sobre la actual administración, sin embargo    se espera que el debate sea sereno y habrá que esperar si el Congreso tendrá que dar marcha atrás en su proyecto de reelección para evitar terminar creando una sociedad cerrada.  Para muchos  de los entendidos en política este proyecto podría terminar por poner una limitación a la libertad de acción  a los partidos políticos que como el Liberal y el Polo Democrático tendrán que guardar sus líderes para el 2010.

 

Está gran ola popular de apoyo a la reelección del presidente Uribe puede dar al traste  con varias aspiraciones que tendrán que volver a sus espacios políticos y esperar su tiempo, mientras se olvidan  las violaciones  a las reglas de la democracia y los excesos del poder personal.

 

 

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