Se aprobó en la madrugada de este viernes en segundo debate el Proyecto de Ley de reelección presidencial. Los argumentos esbozados por los devotos seguidores del gobierno del presidente Álvaro Uribe Vélez,  aumentaron el grado de polarización de la política nacional frente a la conveniencia o inconveniencia de ampliar el periodo presidencial.

 

 

 

 

 

Mientras la campaña por la reelección en los sectores Uribistas del legislativo adquiere por momento visos de prepotencia, y el partido conservador  se oxigena para garantizar su juego en la burocracia de la administración, los sectores independientes y el partido liberal siguen buscando fórmulas para frenar una aplanadora que, movida por las mieles de la burocracia, amenaza con debilitar cada vez más los partidos.  

 

Sin embargo la suerte del proyecto de reelección todavía no es clara, ya que tendrá que sortear aun los seis restantes debates. Hasta ahora solo se ha superado el segundo peldaño; si hay algo claro, es que pese a los impedimentos y al convulsionado ambiente  al interior del Congreso de la República, la reelección ha tomado el tinte clientelista que en un comienzo el Presidente Álvaro Uribe  juró combatir, pero que por aquello del destino, terminó como una  promesa más de la misma política aplicada por décadas, y ahora habrá que esperar cual será el impacto político en los años venideros.

 

Basta con escuchar a diario las emisoras las diversas opiniones  de la comunidad para concluir que el país se polarizó políticamente en torno a un proyecto, que lejos de resolver las necesidades más sentidas de los colombianos, está entorpeciendo procesos y reformas que podrían permitir un aire a la ya desorientada vida nacional.

 

Ojalá este proyecto de reelección no adquiera con los días rasgos de violencia y el populismo termine por jugarnos una mala pasada. Aunque la fascinación  de lo político ahora abrace la popularidad del presidente Uribe, habrá que esperar el desarrollo y el desenlace final. Pero lo cierto es que las elecciones del 2006 permitirán conocer más de acerca el modelo de derecha que se está configurando en el país.

 

Cada vez se nota más la insistencia del Gobierno por reformar la constitución, no a partir de la urgencia por construir una nueva sociedad y un nuevo Estado donde prime el interés nacional, sino a partir del interés personal que no cabe en el ego de algunos dirigentes de la clase política liberal-conservadora.

 

En el empeño por sacar avante el proyecto reeleccionista, se han cambiado todas las reglas de juego. El presidente, buena parte de su gabinete y sus “mayorías” en el Congreso se han embarcado en un propósito fuera de todo foco y agenda, cuando los ciudadanos lo que quieren es ver al presidente Uribe gobernando. De mantenerse en esta dinámica política, la imagen de Uribe construida a pulso por todos los medios de comunicación puede convertirse en un verdadero boomerang y sólo obtendrá como resultado el abúlico respaldo de sus funcionarios y una inmensa indiferencia  de quienes buscamos transformaciones sociales de fondo y un mayor desarrollo, con justicia social, de nuestra sociedad. Hartos estamos ya de que se nos maneje bajo la égida de los personalismos de clase que criticó duramente hace una semana el director adjunto para asuntos humanitarios de la ONU Jan Egelan cuando dijo “ Colombia tiene gente que vive como la más pobre de África y requiere con urgencia que las personas que viven en la parte de Colombia que es como Suiza se acerquen más a la que es como Sudan”.

 

Son tiempos difíciles, pero aspiramos a que si se da la reelección, en el futuro el país encuentre  su desarrollo y no caigamos en el abismo de la pérdida de  las libertades democráticas. Que avance el proyecto, y si ha de ser ley que sea, pero como dijo el Senador Carlos Gaviria, “que se adelanten los debates y las sesiones sin atropellar las posiciones divergentes y se haga con la claridad que se proclama desde la Casa de Nariño para el bien de nuestra democracia”. Si el destino le tiene preparada la reelección al presidente Álvaro Uribe, los líderes que aspiran  a ser sus contendores, tendrán que prepararse para enfrentar un personaje que ha demostrado su sagacidad política, capaz de enfrentarse a un congreso y a una guerrilla salida de madre, para abonar el terreno a la reelección de la mano dura y el corazón grande. 

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