Desafiando las directivas del partido liberal -que están tratando de darle un tinte Liberal a su partido- el ex presidente Turbay Ayala, quien ha sido un símbolo emblemático de ese partido, se ha lanzado a respaldar irrestrictamente la reelección del presidente Álvaro Uribe, bajo el lema de “patria nueva”. Son muchos los comentarios que ha suscitado la controvertida iniciativa de este clásico político. Efectivamente, Turbay y Patria Nueva son términos contradictorios porque él representa precisamente lo peor de la política tradicional, todo lo que debe ser superado en un proceso de construcción de una patria digna.

 

Acudimos a la memoria de los colombianos y de los indígenas en particular, para que recuerden lo que fue el gobierno de Turbay. Por ejemplo, el denominado Estatuto de Seguridad, bajo el cual centenares de dirigentes populares, incluidos los de las organizaciones indígenas, fueron encarcelados, torturados y asesinados. Se trató de un estatuto similar al Estatuto Antiterrorista impulsado actualmente por el presidente Uribe. Qué solucionó la mano fuerte de Turbay? Lo que hoy tenemos es un conflicto armado muchos más grave.

 

El movimiento indígena, en particular, fue una de las organizaciones más duramente golpeadas por el gobierno de Turbay. Pero como resultado de esa mano fuerte no quedó sino el desprestigio del gobierno y la reacción del M-19 cuando se tomó la Embajada de la República Dominicana, denunciando ante el mundo lo que estaba sucediendo en Colombia y haciéndole morder el polvo a Turbay. La represión por parte de ese gobierno fue para el movimiento indígena una dura prueba que logró superar, consolidándose hasta el presente como un movimiento social fuerte, que está dando ejemplo de resistencia ante todos los actores del actual conflicto armado en Colombia. Por lo visto, la lección no ha sido asimilada, porque hoy día nos encontramos nuevamente con el argumento de la mano dura y la Seguridad como sustitutos de las reformas estructurales que demanda el país.

 

Como reacción a la represión desatada por Turbay, se realizó en 1979 el Primer Foro por los Derechos Humanos liderado por el doctor Alfredo Vásquez Carrizoza (q.e.p.d.) y desde entonces, proliferan las organizaciones de derechos humanos que tanto molestan a estos gobernantes.  Turbay intentó limpiar su imagen realizando un viaje a Europa donde las ONG le amargaron el paseo. Algo similar a lo que le sucedió recientemente al presidente Uribe.

 

No obstante, las virtudes antidemocráticas de Turbay no son el único problema. Cuando la campaña electoral de 1978, abundaron los graffiti que advertían “Turbay es Mafia”, hoy estamos sufriendo las consecuencias de ese fenómeno. Los escándalos, las borracheras, la incultura, la politiquería, etc., quedaron plasmadas en los chistes populares que lo personificaron de ignorante. Todo ese acumulado es lo que ha convertido políticamente a Turbay en un fardo capaz de aplastar a quien se le arrime, como sucedió con Horacio Serpa, a quien el pueblo rechazó al verlo rodeado de la politiquería tradicional y de todo aquello que Turbay representa. A pesar del manejo que él siempre hizo de las maquinarias electorales, Turbay no suma sino desprestigia.

 

Turbay acaba de sorprender al país al lanzarse osadamente a respaldar la reelección presidencial. Su posición al lado del presidente Álvaro Uribe hará que el país se cuestione si de verdad ese proceso conlleva hacia una patria nueva. Al ser entrevistado sobre la propuesta de Turbay, el presidente Uribe, con evidente sentido de satisfacción, dijo: “el ex presidente Turbay es un gran patriota, un gran patriota”. Qué tal?. Ya lo había dicho el senador Carlos Gaviria, que entre el presidente Uribe y Turbay hay mucha afinidad política. 

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