Como resultado de las consultas que adelantara Actualidad Étnica para conocer la posición de diferentes representantes de los grupos étnicos colombianos frente a las pasadas elecciones presidenciales, recibimos una especial colaboración del Pueblo Rom, quienes no sólo se limitaron a contestar las preguntas, sino que hicieron un juicioso análisis sobre las implicaciones de la reelección en su comunidad. Estas reflexiones están expresadas en el artículo de Yoska Bimbay, integrante de Proceso Organizativo del Pueblo Rom (Gitano) de Colombia, (PROROM).

 

Lectura gitana de las elecciones presidenciales

 

Por: Yoska Bimbay (PROROM)

 

Frente a las dos preguntas planteadas por el periódico virtual "Actualidad Étnica" que se han hecho con la finalidad de documentar el reciente proceso electoral dado en Colombia desde una perspectiva de sus grupos étnicos --pueblos indígenas, afrodescendientes, Raizal y Rom--, de manera preliminar y para animar el debate se pueden aventurar las siguientes reflexiones, en todo caso siempre inacabadas y susceptibles de cambios.

 

Empero, antes de procurar dar algunas respuestas a las interrogantes sugeridas, no está demás expresar que estas reflexiones, si bien se han hecho a partir de los interesantes debates y variadas discusiones que se han dado en el seno del Proceso Organizativo del Pueblo Rom (Gitano) de Colombia, (PROROM), no necesariamente deben ser asumidas como una postura oficial de la organización a la cual pertenece quien esto suscribe.


¿Cuál consideran, era el mejor candidato, y que además favorecía a los Rom?

 

Desde el mismo momento en que Alternativa Democrática (AD) propuso la precandidatura presidencial de Carlos Gaviria Díaz, el Proceso Organizativo del Pueblo Rom (Gitano) de Colombia, (PROROM) no solo la saludó con alborozo sino que tomó la decisión de estrechar los vínculos con los movimientos sociales y las fuerzas políticas que la impulsaban. Por ello hay que destacar que el apoyo y respaldo que PROROM brindó a la campaña "Carlos Gaviria Díaz: Presidente 2006-2010" no fue en lo más mínimo algo coyuntural o derivado de las circunstancias políticas, sino parte de un trasegar que venía de varios años atrás.

 

Desde casi el mismo momento en que surgió PROROM, hacia mediados de 1998, la propuesta de la participación política electoral del pueblo Rom como una estrategia válida para trascender la consuetudinaria invisibilidad y avanzar en el reconocimiento de sus derechos colectivos y patrimoniales consuetudinarios, fue tomando cada vez más acogida.

 

En principio, asumir las posibilidades de la participación política electoral llevó a que PROROM tejiera alianzas con movimientos políticos de los pueblos indígenas, así como ya en otros escenarios había principiado a desarrollar proyectos conjuntos con organizaciones indígenas, especialmente con la Organización Nacional Indígena de Colombia (ONIC).

 

Fue así como un miembro activo de PROROM, Venecer Gómez Fuentes, ciertamente más de manera simbólica que otra cosa, hizo parte de una lista de la Alianza Social Indígena (ASI) al Senado de la República por Circunscripción Especial Indígena en las elecciones de 1998. Posteriormente, en las elecciones del 2002, PROROM como organización aportó a la construcción de una pequeña coalición de organizaciones étnicas, llamada Movimiento Plurinacional Entrepueblos, (MPE) que impulsó la candidatura de un indígena que por el Partido Socialista Democrático (PSD), partido que luego pasaría a conformar el Polo Democrático Independiente (PDI), aspiraba al Senado de la República por la Circunscripción Especial Indígena.

 

Desafortunadamente ya sea porque en 1998 el indígena que accedió al Senado de la República no cumplió los acuerdos con PROROM o porque en el 2002 el candidato indígena no tuvo los suficientes votos para alcanzar una curul, estas alianzas no prosperaron quedando únicamente como parte de la experiencia electoral de PROROM.

 

En las elecciones presidenciales de 2002, el Frente Social y Político (FSP), movimiento fundacional de lo que luego sería AD, abrió unos espacios para incorporar las demandas de las organizaciones étnicas. En ese contexto, PROROM haciendo parte del MPE, estuvo estrechamente ligado a la campaña presidencial de Luis Eduardo Garzón, expresidente de la Central Unitaria de Trabajadores (CUT). Fue así como se elaboró una agenda política que fue asumida no sólo por el FSP en sus estatutos sino que fue suscrita por el entonces candidato presidencial Luís Eduardo Garzón. Posteriormente, el apoyo que en el 2003 PROROM le dio a la candidatura de Luís Eduardo Garzón a la Alcaldía Mayor de Bogotá, D.C., se expresó en que una delegada de PROROM quedara conformado la Dirección Distrital del PDI.

 

Cuando se consolida, con la histórica unión programática del PDI y de AD, el Polo Democrático Alternativo (PDA), dada la experiencia electoral que se había tenido y las condiciones favorables que se pensaba podría tener una candidatura Rom, PROROM decide, en el 2006, presentar la candidatura al Senado de la República de la activista Ana Dalila Gómez Baos, la cual se concretó, como era de suponer, en la lista del PDA.

 

Si bien la representante de PROROM no llegó al Senado de la República, las lecciones que dejó está inédita experiencia fueron muy importantes en la medida en que la visibilización del pueblo Rom en los escenarios políticos se hizo mucho más evidente a lo que ayudó a que los medios de comunicación le dieron cierto cubrimiento. Para los Rom que no sólo han estado ausentes de la historia oficial de Colombia sino que siempre han sido ninguneados por los políticos, fue muy significativo que el candidato presidencial del PDA Carlos Gaviria Díaz, en sus discursos multitudinarios en la plaza pública, hiciera referencia explícita al apoyo que los Rom le estaban dando a su aspiración.

 

PROROM le apostó a la campaña presidencial de Carlos Gaviria Díaz por varias razones. Primero por las grandes coincidencias que encuentra con sectores importantes del PDA, sobre todo en lo concerniente a la valoración que se hace del carácter multiétnico, pluricultural y multilingüe del país. La conclusión a la que se llegó es que una candidatura Rom no encajaba en ningún otro partido o movimiento político.

 

Segundo porque la trayectoria personal y profesional de Carlos Gaviria Díaz es intachable y su actuar está muy lejos de los reiterativos vicios de los políticos. En sus distintas facetas, ya sea ejerciendo la cátedra universitaria, sentando jurisprudencia como miembro destacado de la Corte Constitucional o como comprometido Senador de la República, mostró una indeclinable disposición y voluntad de trabajar por la profundización del Estado Social de Derecho. Su insistencia en la inaplazable necesidad de principiar a saldar la gigantesca deuda histórica que el Estado tiene con los invisibles, los excluidos, los empobrecidos, las víctimas, los excluidos, los silenciados…, que son la inmensa mayoría del país, para construir justicia social como pilar de una verdadera democracia profunda, es un anhelo compartido por el pueblo Rom.

 

¿Cómo afecta al pueblo Rom esta reelección?

 

El Presidente Álvaro Uribe Vélez, que retóricamente siempre se ha vanagloriado de haber tenido contacto con los Rom desde su conocida afición a los caballos, tuvo dos oportunidades para demostrar su disposición de hacer algo concreto por el pueblo Rom de Colombia, y desafortunadamente no lo hizo.

 

La primera ocasión la tuvo cuando en el Plan Nacional de Desarrollo, 2002-2006: "Hacia un Estado Comunitario", aprobado a través de la Ley 812 del 23 de junio de 2003, esto debido sobre todo al intenso trabajo de cabildeo desplegado en varias instancias por PROROM, quedaron contempladas algunas acciones concernientes explícitamente a los Rom dirigidas principalmente a incluirlos en programas sociales gubernamentales. La segunda oportunidad se presentó cuando el 23 de enero de 2004 recibió en la propia Casa de Nariño a una amplia delegación de representantes Rom de las kumpeniyi  de Bogotá, D.C., Girón (Santander) y Envigado (Antioquia), con los cuales tuvo una reunión en la cual le fueron presentadas propuestas específicas y realistas para desarrollar los aspectos del Plan Nacional de Desarrollo relacionados con el pueblo Rom.

 

Las acciones contenidas en el Plan Nacional de Desarrollo, 2002-2006 concernientes a los Rom frustrantemente quedaron, desde un principio, convertidas en un mero testimonio para la historia en un saludo a la bandera en un ejercicio de retórica jurídica, por la sencilla razón que no se hicieron las apropiaciones presupuestales indispensable para concretarlas. Si el presupuesto destinado en el mencionado Plan para los programas sociales fue, en término general, exiguo y raquítico, para atender las demandas de los Rom no quedó específicamente nada definido.

 

De otro lado, el balance de la reunión celebrada en la Casa de Nariño no arrojó los resultados que PROROM se había propuesto. De las promesas planteadas y de los compromisos adquiridos por el Presidente de la República nada significativo se ha avanzado. Ni siquiera la Dirección de Etnias del Ministerio del Interior y de Justicia actualmente tiene competencias y funciones específicas para atender las demandas del pueblo Rom, por lo que las gestiones relacionadas con él tienen que colgarse de la infraestructura definida para los pueblos afrodescendientes.

 

Un asunto tan sencillo como la promesa presidencial de la entrega de unos carnés que identificaran a los Rom para que puedan ejercer sus trabajos y oficios tradicionales sin que sean molestados y se puedan mover más libremente en todo el país, no se hizo realidad. ¿Si eso sucedió con un procedimiento que no requería ningún desembolso del erario público, como era la expedición de unos rutinarios carnés, qué podría esperarse respecto de acciones más estructurales encaminadas a cerrar la brecha y equilibrar la asimetría existente entre los derechos que tienen los grupos étnicos y aquellos que le son desconocidos sistemáticamente al pueblo Rom?

 

Las preocupaciones de que en los próximos cuatro años no se vayan a dar avances dignos de mención en materia de reconocimiento de derechos colectivos para un pueblo que, como el Rom, ha sido asumido como un grupo étnico también colombiano, no son meras especulaciones sino que se basan en la realidad que se dio entre 2002 y 2006 y en donde, no está demás recordar, la institucionalidad existente en las diferentes dependencias del Gobierno Nacional para atender las demandas de los pueblos indígenas, afrodescendientes, Raizal y Rom, fueron liquidadas y reducidas a la situación anémica que presentan hoy en día las que lograron sobrevivir a esa manía, muy en boga hoy en día, de achicar el Estado.

 

Ciertamente la de Uribe Vélez será una administración recordada por las organizaciones étnicas como aquella que deliberadamente acabó con las dependencias, organismos y programas que al interior de la institucionalidad pública nacional se venían consolidando desde 1991 para atender adecuadamente las especificidades de los grupos étnicos del país, entre ellas las referidas a la protección de sus respectivas integridades étnicas y culturales y al reconocimiento de sus derechos colectivos específicos.  

 

Desde PROROM se piensa que si en estos cuatro años de la administración Uribe Vélez se avanzó muy poco frente al reconocimiento de los derechos colectivos del pueblo Rom, y más bien hubo un retroceso respecto a hitos alcanzados en administraciones anteriores, nada demuestra que esta situación vaya a cambiar sustancialmente.  Durante este cuatrienio no sólo se presentó una abrupta frenada en lo que respecta al proceso de reconocimiento de los derechos colectivos y patrimoniales consuetudinarios del pueblo Rom sino que, derivado de esa situación, se profundizó la precarización de las condiciones de vida de la inmensa mayoría de las kumpeniyi Rom, lo que se pone de manifiesto en el número cada vez mayor de familias Rom que ante la imposibilidad de obtener los ingresos económicos suficientes para llevar una vida digna y conforme a sus tradiciones identitarias, se ven impelidas a la mera sobrevivencia.

 

Los Rom, itinerantes por tradición, históricamente han fluido a través de fronteras de todo tipo y ha sido precisamente en ese nomadismo que han fundado elementos significativos de su conciencia identitaria y de sus señas nacionalitarias. Sin embargo cada día es más difícil ejercer esta forma de vida. Hoy en día, dado el actual contexto internacional que favorece la libre circulación de capitales pero no de personas y mucho menos de pueblos, puede decirse que los habitantes del Sur tienen a sus respectivos países casi por cárceles de donde muy difícilmente pueden salir, debido a las restricciones de todo tipo que se interponen en sus deseos de desplazarse hacia los países del Norte en búsqueda de mejores perspectivas. Como es de suponerse los desplazamientos internacionales de los Rom hacia los países del Norte se han visto grandemente restringidos.

 

Como si ello fuera poco, a este hecho hay que adicionarle el que a raíz del conflicto armado que se escenifica desde hace varias décadas en el país, se configuran territorios del país en los que los Rom ejercían sus actividades económicas tradicionales, a los cuales por miedo --ya sea derivado de factores objetivos o subjetivos--  ellos ya no circulan o no lo hacen con la frecuencia e intensidad con que antes lo hacían. Esta situación ha sido asumida por algunas kumpeniyi como una suerte de confinamiento, que al impedir la movilidad ha redundado negativamente en sus actividades económicas. Paradójicamente, mientras el número de desplazados en el país ha crecido ostensiblemente de un tiempo para acá, los Rom que por su naturaleza se desplazan de un lugar a otro, no lo han podido hacer como antaño lo hacían.

 

En lo que respecta a los Rom, la estrategia del Gobierno Nacional para garantizar la seguridad a lo largo y ancho de todo el territorio nacional, ha dejado muchas dudas en los Rom y no los ha terminado de convencer de que pueden llegar a todos los rincones del país. Para las diversas kumpeniyi los territorios por los cuales pueden moverse con libertad cada vez se hacen más pequeños. A causa del conflicto armado, ya sea objetiva o subjetivamente, los Rom siguen sintiendo restricciones a su libre movilidad y temen no sólo las incursiones de los grupos armados ilegales, sino que los jóvenes sean reclutados por la fuerza pública para prestar el servicio militar obligatorio, algo que va en contravía con sus valores culturales más preciados.

 

Dado que la estrategia del Gobierno Nacional para afrontar el conflicto armado desde una perspectiva privilegiadamente militar va a seguir durante los próximos cuatro años, todo indica que la percepción de las kumpeniyi acerca del sui generis confinamiento en que se sienten va a persistir también por cuatro años más, por lo que la itinerancia seguirá siendo muy restringida y, consecuentemente, las actividades económicas tradicionales se verán negativamente afectadas.

 

Para los Rom se avecinan tiempos difíciles. Los contextos nacional e internacional conspiran desfavorablemente contra las demandas étnicas, especialmente contra la de un pueblo que como el Rom nunca ha estado en la agenda política de ningún Estado. En lo que atañe a los Rom, no se vislumbran alternativas ciertas para que la situación socioeconómica de las familias que se mueven en la línea de la mera sobrevivencia vaya a quedar atrás en el inmediato plazo. Tampoco se observa interés ni disposición del Gobierno Nacional por encarar las demandas del pueblo Rom y posibilitar los desarrollos legales y normativos que se requieren para que el reconocimiento del pueblo Rom de Colombia deje de ser letra muerta y se traduzca en la expedición de un "Estatuto de Autonomía Cultural para el Pueblo Rom de Colombia" que al garantizar sus derecho colectivos y patrimoniales consuetudinarios, posibiliten en el país la sostenibilidad de una cultura tan rica y milenaria como la que portan los Rom.

  

Bogotá, D.C., a 2 de junio de 2006

 

PROTSESO ORGANIZATSIAKO LE RROMANE NARODOSKO KOLOMBIAKO / PROCESO ORGANIZATIVO DEL PUEBLO ROM (GITANO) DE COLOMBIA, (PROROM). Organización Confederada a Saveto Katar le Organizatsi ay Kumpeniyi Rromane Anda´l Americhi, (SKOKRA)

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