En una nueva Carta enviada al máximo comandante de las FARC por los líderes de la ONIC, del CRIC y de la ACIN, la semana del 16 de mayo, los indígenas le manifiestan su decisión de referirse a la misiva del líder insurgente donde los invita a dialogar para superar el conflicto que esa organización tiene con las comunidades indígenas del Cauca, antes que referirse a una carta enviada a los indígenas por el Bloque Occidental de dicha organización donde acusa de manera particular al líder Alcibiades Escué de ser reclutador de informantes, al tiempo que acusan a su vocero “Feliciano Valencia de ser un amigo mimado de la Tercera División del Ejército.”

Aclaran eso si. Que no renuncian a “ejercer nuestra autonomía como pueblos, nuestro gobierno y nuestra justicia propios”. Que su disposición al dialogo y al reclamo “apenas con nuestros bastones de autoridad, con voz bajita y de buen modo”, no significa que les tengan miedo y que quieran permanecer oprimidos por siempre.

Los indígenas le reclaman al líder insurgente por los mas de 70 comuneros asesinados desde el año 2002, haciendo hincapié en “el caso de Gargantillas, donde unos niños fueron bombardeados luego que el jefe de las milicias de las FARC se entregara y le informara al Ejército el sitio del campamento”.

Los indígenas le recuerdan a la guerrilla que ellos viven en esos territorios y por tanto conocen todo lo que allí sucede, máxime cuando “en voz baja sus propios militantes reconocen los crímenes y algunos hasta sacan pecho con el propósito de asustarnos”.

Los indígenas le dicen al comandante de las FARC que tampoco puede asumir que los mas de 20 casos acaecidos en año y medio son hechos aislados, a la mejor manera del Procurador y el ministro de Defensa para justificar los “falsos positivos”.

Aclaran los indígenas que “la decisión de aplicar justicia con los guerrilleros la retomamos en julio de 2011, cuando ustedes hicieron estallar una chiva-bomba en Toribío el día de mercado, matando dos civiles, hiriendo a 134 personas y causando daño a 651 casas (mejor dicho, casi todas las que hay en ese pueblo)”, situación que fue interpretada por el bloque de Occidente como una acción a favor del ejército.

Dicen los indígenas que lo que si han visto en todos estos meses, “es un montón de guerrilleros que desertan y se voltean para el lado del ejército oficial, mientras a “usted le dijeron que sus fuerzas habían matado a Benancio por colaborar con la fuerza aérea y el ejército. De manera sarcástica le reprochan las acusaciones contra Alcibiades y Feliciano, a quien paradójicamente también lo tiene en la mira el gobierno y la derecha.

Los aborígenes le reclaman al Comandante Timoleón un diálogo directo, siempre que haya cambios, haciéndole un llamado a que dejen de matar, de señalar y de dividir a los indígenas.

Exigen que la presencia guerrillera y sus acciones contra las fuerzas del Estado las sin afectar ni poner en riesgo la seguridad de la población civil. Que se comprometan a respetar a las autoridades, los usos y costumbres ancestrales de las comunidades; en consecuencia el respeto al ejercicio de la justicia indígena y del control territorial. Y que se comprometan a prohibir las amenazas, la ejecución, el fusilamiento o el ataque armado a autoridades, líderes o comuneros/as indígenas, sobre todo de las mujeres nasa; eso quiere decir que ningún combatiente o miliciano de las FARC podrá realizar actividades o acciones que puedan causarle la muerte o heridas a dichas personas, o para intimidarlos o amenazarlos, o realizar acciones de intimidación al conjunto de una comunidad, o actos y pronunciamientos que puedan interpretarse en ese sentido.

Para los indígenas estos puntos son el punto de partida para abordar otros temas, como el cumplimiento del DIH, la paz y la necesidad de terminar esta guerra eterna.

Para los indígenas no se trata de una condena a la guerrilla. “La guerrilla tendrá sus razones de existir, sus objetivos o planes. Tendrán razones para haber optado por una lucha armada. Nosotros en el Cauca tenemos nuestras razones para haber optado por una lucha pacífica. Por eso no estamos en contra de los diálogos. Al contrario, los felicitamos y saludamos. Porque creemos que ese es el camino. Lo que no podemos aceptar es que mientras se dialoga, se sigan cometiendo faltas gravísimas en nuestro territorio. Nosotros no estamos castigando el proceso de paz. Estamos castigando las faltas en nuestro territorio”, terminan diciendo los indígenas en su carta al líder insurgente.

 

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