Por ARNOBIO CÓRDOBA PALACIOS(*) Columna de la Fundación Buen Gobierno. En un reciente foro convocado para analizar la incidencia de la presidencia de Obama en Colombia, Miguel Gómez Martínez, director de la Cámara de Comercio Colombo Americana, afirmó que uno de los aspectos cruciales para construir una buena relación con el nuevo Gobierno de Estados Unidos es darle un viraje positivo al tratamiento de las minorías étnicas, refiriéndose especialmente a la población afrocolombiana. Y afirmó que el país no está preparado aún para ello.
El mandato que Obama recibió es principalmente para liderar un cambio, no solo en Estados Unidos sino para lograr que, con un nuevo enfoque, éste se refleje globalmente. Colombia no será la excepción. Es evidente que la presidencia de Obama generará cambios en la agenda nacional e internacional.

En relación con la comunidad afrocolombiana, se requiere propiciar una transformación profunda en la forma como el resto de nuestra sociedad se relaciona con esta población. Se deberán revaluar paradigmas que se consignan en términos como la tolerancia y la aceptación, y plantear unos nuevos modelos, como el respeto y la participación.

En efecto, la población afrocolombiana reclama respeto del resto de la sociedad, con el fin de que se elimine cualquier vestigio del racismo que infortunadamente aún persiste en algunos segmentos. Por su parte, se esperan garantías del Estado para ejercer sus derechos, consignados en la Constitución y en un conjunto de normas, en particular la Ley 70 de comunidades negras.

La comunidad afrocolombiana también reclama una mayor participación en los distintos niveles de poder, de manera que se refleje la real composición étnica de la sociedad colombiana y se obtengan mayores beneficios de las políticas públicas, que conlleven a una clara disminución de los enormes desequilibrios regionales. La población afrocolombiana no debe seguir siendo tratada con una perspectiva asistencialista. Esto debe cambiar y en su lugar se le deben dar mayores oportunidades de crecimiento personal y colectivo.

Por nuestra parte, nos corresponde asumir un compromiso serio con nuestro propio futuro. Los retos son grandes y diversos, pero un buen camino comienza por adelantar un proceso de integración y entendimiento que nos permita acordar y coadyuvar para sacar adelante una agenda común, consecuente con nuestros más profundos anhelos.

Es urgente impulsar la creación y el fortalecimiento de redes que faciliten la comunicación entre las distintas expresiones de la comunidad afrocolombiana, así como la construcción de la mencionada agenda. Guardando las proporciones, podemos adaptar experiencias de los afroamericanos como la Liga Urbana, la Cámara de Comercio Afroamericana, la Asociación Nacional para el Avance de los afroamericanos, entre otras.

La voluntad de garantizar estos derechos, y nuestra disposición para cumplir con estos deberes, pueden seducir a Obama.

*Asesor de programas afrocolombianos.

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