A raíz del Primer Encuentro de Mujeres Afrolatinoamericanas y Afrocaribeñas realizado en República Dominicana el año 1992 se establece el 25 de julio como el Día Internacional de la Mujer Afro descendiente.

Desde entonces, esta fecha ha sido propicia para ampliar la toma de conciencia y visibilización acerca de la discriminación por género, raza y etnia que aún viven millones de mujeres afro en las Américas y en el mundo.

Resultado del surgimiento y esfuerzo de numerosas redes y enlaces de mujeres negras que se han organizado para promover y realizar estrategias de acción en pro de sus derechos de las mujeres, se estableció el 25 de julio como el Día Internacional de la Mujer Afrodescendiente.

Las mujeres afrodescendientes de América Latina y el Caribe conforman aproximadamente una población de 80 millones de personas. En Colombia la población afro suma cerca de un 20% del total de la población y dentro de esta las mujeres representan un 50,5%. Según el informe de la CIDH en el caso particular de las mujeres afrocolombianas, su sexo ha implicado para ellas, dentro y fuera de sus comunidades, discriminación no sólo por ser afrocolombianas, sino también por ser mujeres. Al respecto dice textualmente el informe: "...tanto autoridades estatales como fuentes no-estatales confirman que la población afrocolombiana padece una historia de discriminación, exclusión, invisibilización, y desventaja social, tanto económica como geográfica. En el caso particular de las mujeres afrocolombianas, su condición de mujeres añade a su vida otro factor de discriminación y vulnerabilidad y las expone a mayores abusos por parte de los actores del conflicto".

En cuanto a la violencia basada en género contra las mujeres afro descendientes, las situaciones anteriormente señaladas tienen como consecuencia la invisibilidad de esta problemática, lo cual lleva a su desprotección y mayor exposición a la violencia. Poco se sabe en el país sobre las formas específicas de violencia de género que las afecta y sobre los condicionantes culturales que intervienen en estas violencias, mucho menos aún cuenta el país con modelos de detección, prevención y atención de la violencia de género con enfoque étnico o sensitivo/cultural, que garantice la incorporación de criterios de calidad asociados a estos enfoques.

Son débiles también los marcos de política pública, servicios y modelos de atención relacionadas con la violencia que afecta a las mujeres afro en situación de desplazamiento forzado, lo cual es grave si se tiene en cuenta el consistente cuerpo de evidencias que muestran que el desplazamiento forzado, así como las zonas densamente pobladas y receptoras de personas desplazadas, constituyen un foco latente de surgimiento y/o agravamiento de violencias, entre ellas de la Violencia Basada en el Género.
En este contexto, la condición racial y de género no son factores que garantizan equidad en el ejercicio pleno de derechos sino que por el contrario aumenta la vulnerabilidad de las mujeres afro a la discriminación.

Hoy 25 de julio de 2009 continúa siendo necesaria la visibilización de la realidad socioeconómica, política y cultural en la que viven las mujeres afro y respaldar las justas reivindicaciones del movimiento social de mujeres Afrodescendientes con relación a esta difícil realidad.

Las mujeres afrodescendientes son prioritarias para el Programa Integral contra Violencias de Género (MDG-F) y en consecuencia hacemos un llamado a actores sociales e institucionales comprometidos con la equidad de género y en particular con las mujeres en mayor vulnerabilidad con es el caso de las mujeres afro, a reconocer y apoyar el trabajo por la equidad étnica y de género de miles de mujeres afro descendientes de América Latina y el Caribe, que creen que su derecho a una vida digna y libre de violencias debe pasar de las palabras a los hechos.

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