Intervención del Protseso Organizatsiako le Rromane Narodosko Kolombiako (Proceso Organizativo del Pueblo Rom – Gitano - de Colombia), PROROM, ante el señor Doudou Diéne, Relator Especial de las Naciones Unidas encargado de examinar las formas contemporáneas de racismo, discriminación racial, xenofobia y formas conexas de intolerancia.

Pese a que los Rom vivimos en Colombia desde la época colonial, es decir desde antes que se conformara la actual República, hasta hace muy poco tiempo, en el mejor de los casos, éramos considerados como advenedizos, recién llegados y extranjeros.

Nuestros inconmensurables aportes al proceso de configuración de la llamada "nacionalidad colombiana" nunca se han tenido en cuenta y, contrariamente, se han silenciado y deliberadamente arrojado al limbo del olvido. Ello se traduce en que en la historias oficiales de Colombia el pueblo Rom no ocupa ningún lugar, no es mencionado en ninguna parte, es como si nunca hubiera existido.

Si bien en el imaginario colectivo de la sociedad mayoritaria existimos los Rom - siempre bajo el estigma de estereotipos falsos y prejuiciosos - nuestro pueblo, como tal es inexistente. En ese sentido, existimos como individuos - malos individuos - pero nunca como parte de un pueblo milenario que tiene una opción civilizatoria propia.

En Colombia, como en muchos lugares del continente americano, el pueblo Rom permanece sumergido en la completa invisibilidad. Sin embargo, hay que anotar que el hecho de que esté invisible en modo alguno significa que no existe.

No es lo mismo ser invisible que no existir. El pueblo Rom existe como invisible porque esa fue la única opción que nos dejaron para sobrevivir. Como el Estado colombiano y la sociedad mayoritaria confunden lo uno con lo otro, deducen falsamente que no hay racismo ni discriminación racial contra nuestro pueblo, pese a que cuando algunas personas nos observan como individuos nos temen y algunas llegan hasta odiarnos y endilgarnos parte de los males de la sociedad.

En términos generales puede decirse que el racismo, la discriminación racial y la intolerancia contra nuestro pueblo, se traduce en las siguientes acciones:

1. Desconocimiento absoluto sobre nuestra historia y cultura milenarias. En esa dirección, cabe anotar, que lo que el Estado colombiano y la sociedad mayoritaria conocen acerca de nuestro pueblo no logra trascender los límites estrechos de los estereotipos y los clichés de siempre. Al respecto es altamente diciente que la academia nunca se haya preocupado por adelantar investigaciones sociales con y sobre nuestro pueblo. Tal vez el sorprendente vació bibliográfico existente sobre los Rom sólo sea una manifestación refinada del desprecio que se le tiene a nuestro pueblo.

2. Reproducción, muchas veces de manera no deliberada e inconsciente, de los diversos estereotipos que nos han acuñado a lo largo de la historia de la humanidad y que nos sitúan como lo peor y más execrable de la sociedad. Los Rom somos víctimas privilegiadas de acciones inspiradas en imaginarios claramente racistas y discriminatorios que nos identifica con los calificativos más peyorativos e insultantes que se le puedan endosar a un pueblo. Si bien se ha avanzado mucho en la valoración de la diversidad étnica y cultural, hay que decirlo de una vez, pareciera que estos esfuerzos no alcanzaran a abarcar a nuestro pueblo. En ese contexto llama la atención que los imaginarios que la sociedad mayoritaria tiene actualmente acerca de los Rom no distan en mucho de los que se elaboraron en la Edad Media desde el momento mismo en que los primeros grupos familiares Rom incursionaron en Europa.

3. Persecuciones incesantes a lo largo de toda la historia de la humanidad y en donde Colombia, valga decirlo, no ha sido una excepción. Si bien las persecuciones que ha sufrido el pueblo Rom en nuestro país afortunadamente no alcanzan las dramáticas proporciones del genocidio y del etnocidio que se escenifican en otros lugares del planeta, sobre todo en la muy civilizada Europa de hoy, contra el pueblo Rom, hay que señalar que si ha tenido que enfrentar una variada y compleja gama de acciones sutiles, silenciosas y, a veces imperceptibles, de persecución soterrada y sistemática.

4. Desde las muy frecuentes arremetidas de los sacerdotes católicos que, ante nuestra llegada a los pueblos, utilizaron los púlpitos para prevenir a sus feligreses contra nuestra supuesta nociva influencia; pasando por los permanentes hostigamientos de la policía para proscribir las ventas ambulantes e informales que son actividades económicas fundamentales para los grupos familiares de nuestro pueblo; siguiendo con las ordenes ejecutadas por los vigilantes privados para que nuestras mujeres no puedan ingresar a los centros comerciales; hasta los actuales situaciones que viven diversos grupos familiares Rom que han tenido que desplazarse de manera no voluntaria debido al accionar de los actores armados en conflicto; es evidente que la persecución contra nuestro pueblo ha sido una constante histórica. Sumado a ello, como somos itinerantes, nuestro desplazamiento forzado debido al conflicto social y armado pasa desapercibido y no es considerado. Sin embargo, es preciso expresar que una cosa es que por tradición cultural nos desplacemos de manera voluntaria y otra muy distinta es que nos obliguen a hacerlo en contra de nuestra voluntad.

5. Reducción de nuestros valores identitarios y de nuestro patrimonio cultural e intelectual a lo meramente folclórico y exótico. Los medios masivos de comunicación, especialmente la prensa escrita, se ha encargado de tergiversar y explotar para el consumo de sus lectores, muchos aspectos de nuestra cultura milenaria, sobre todo de los referidos con nuestros saberes y conocimientos de quiromancia, cartomancia y demás prácticas consideradas peyorativamente como mágicas. Derivado del exotismo al que se ha constreñido nuestra sabiduría, dadas las visiones cargadas de prejuicios de la sociedad mayoritaria, nuestros saberes y conocimientos milenarios, que comportan todo un profundo y complejo sistema para interpretar y conocer el mundo que podría denominarse como etnocientífico, ha sido reducido a lo supersticioso y a lo falaz.

6. No reconocimiento de nuestra existencia colectiva como pueblo, que es también americano y, consiguientemente colombiano, por presencia y tradición históricas. Esta situación se expresa en dos aspectos. En primer lugar, contrariando nuestro deseo de ser considerado como un pueblo, en muchas instituciones gubernamentales persisten en la idea de ubicarnos bajo la ambigua categoría de “minoría étnica”, con lo que pretenden reconocer exclusivamente derechos de corte individualista destinados a las “personas pertenecientes a minorías étnicas” y desconocer los derechos colectivos y patrimoniales consuetudinarios de nuestro pueblo. En segundo lugar, dada la ancestral itinerancia y proyección trasnacional de nuestro pueblo, en muchas partes implícitamente existe la idea que la gente de nuestro pueblo no son colombianos verdaderos.

7. Negación de nuestros derechos colectivos y patrimoniales consuetudinarios, principalmente del ejercicio al derecho a la libre determinación. Sobre el particular hay que llamar la atención en la aberrante discriminación que contra nuestro pueblo se presenta en las políticas públicas y programas gubernamentales dirigidos y focalizados hacia los grupos étnicos colombianos, en razón a que mientras se han hecho desarrollos importantes para reconocer los derechos colectivos y patrimoniales consuetudinarios de los pueblos indígenas y afrodescendientes, nada en lo absoluto se ha definido en concreto para el pueblo Rom, por lo que sigue siendo invisibilizado en la acción estatal. Estas políticas públicas y estos programas gubernamentales son discriminatoriamente asimétricos por cuanto claramente evidencian un saldo negativo hacia nuestro pueblo.

8. Identificación de nuestra itinerancia y nomadismo como aspectos negativos de nuestra tradición cultural que deben ser extirpados para, eventualmente, poder ser cobijados con algunas leyes. La lógica y la racionalidad de la administración pública en su conjunto están orientadas exclusivamente para abocar la realidad de sociedades y pueblos sedentarios, lo que hace que pueblos nómadas y con una amplia movilidad geográfica como el pueblo Rom, queden taxativamente excluidos. En ese contexto las eventuales leyes que podrían beneficiar al pueblo Rom se estrellan con la realidad que no sirven para abarcar la realidad de su itinerancia y nomadismo. El caso más paradigmático se observa en que nuestro pueblo no ha podido ser involucrado en el régimen subsidiado de seguridad social en salud, por cuanto este ata la prestación de los servicios de salud a un determinado y exclusivo municipio.

9. Ausencia tanto de políticas públicas de acción afirmativa que garanticen nuestra integridad étnica y cultural, como de programas gubernamentales que vayan en la perspectiva de mejorar nuestras cada vez más precarias condiciones de vida. Mientras existen legislaciones especiales que amparan algunos derechos colectivos de pueblos indígenas y afrodescendientes el Estado colombiano, más allá de la retórica de algunos actos administrativos, no ha expresado siquiera su voluntad política para definir un marco legal que regule las relaciones entre el Estado colombiano y nuestro pueblo. En ese contexto, si bien el Estado colombiano reconoció que las disposiciones legales contenidas en el Convenio 169 de 1989 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), “Sobre Pueblos Indígenas y Tribales en Países Independientes”, se hacen extensivas al pueblo Rom, a la fecha no ha adelantado ninguna acción en concreto para que se realicen los desarrollos legales pertinentes con el propósito de hacer real y efectivo este reconocimiento.

10. Inexistencia de instancias estatales y gubernamentales adecuadas para atender las demandas, reivindicaciones y necesidades de nuestro pueblo. Analizando las políticas públicas y los programas gubernamentales dirigidas a los grupos étnicos se podría deducir erróneamente que en el país sólo existen pueblos indígenas y afrodescendientes, ello porque las políticas y los programas hacen referencias exclusivamente a estos pueblos y no hacen menciones ni siquiera marginales y periféricas a los Rom. La situación se torna más crítica para nuestro pueblo si se observa que el Estado colombiano está desmontando todas las instancias que de alguna manera tenían que ver con los grupos étnicos.

11. Precarias condiciones de vida y altos índices de necesidades básicas insatisfechas que presenta la inmensa mayoría de la población perteneciente a nuestro pueblo. Hoy por hoy los Rom son un pueblo altamente vulnerable con un alarmante grado de empobrecimiento y precarización de su nivel y calidad de vidas. Hay que decir que, comparativamente con los estándares nacionales, el pueblo Rom tiene el record en cuanto a los niveles más bajos en lo referente al cubrimiento de sus necesidades básicas y vitales. Si el Estado colombiano no tiene información sobre cuánta es la población Rom que vive en el país, mucho menos tiene información sobre las actuales condiciones de vida que presenta la gente de nuestro pueblo. Para el pueblo Rom estar invisible también en los indicadores que muestran las necesidades básicas insatisfechas es una manifestación evidente de racismo y discriminación. Al no aparecer el pueblo Rom en las estadísticas indicativas de la pobreza del país, el Estado colombiano está ocultando la dramática situación de precarización y pauperización crecientes de los niveles de vida de la población Rom.

12. Una abrumadora mayoría de Rom, sobre todo mujeres, no pueden ejercen realmente los derechos ciudadanos que les corresponderían por ser colombianos y vivir en Colombia. El consuetudinario y sistemático marginamiento y exclusión al que se ha sometido a nuestro pueblo a lo largo de más de quinientos años se ha traducido, en la práctica, en que la población Rom no tenga las suficientes garantías para ejercer de una manera plena e integral sus básicos derechos ciudadanos, ya no en tanto pueblo sino también en tanto personas que habitan en un Estado Social de Derecho. En ese orden de ideas no sobra destacar que, a nivel comparativo, la distancia entre los derechos ciudadanos ejercidos aún para las personas más empobrecidas y marginales de la sociedad mayoritaria y los derechos ciudadanos eventualmente ejercidos por los Rom, es enorme. Aunque no todos los Rom, sobre todo las generaciones jóvenes, tienen sus registros civiles, hay que manifestar que el simple hecho de tener documentos en regla no es suficiente para que los Rom puedan también ejercer los derechos ciudadanos que se les ha venido conculcando.

II

El Protseso Organizatsiako le Rromane Narodosko Kolombiako / Proceso Organizativo del Pueblo Rom (Gitano) de Colombia, (PROROM), muy respetuosamente llama la atención del Relator Especial de Naciones Unidas encargado de examinar las formas contemporáneas de racismo, discriminación racial, xenofobia y formas conexas de intolerancia, para que en su Informe de la Misión Oficial recomiende al Estado colombiano las siguientes medidas para que se trascienda estructuralmente la actual situación de racismo, discriminación racial, xenofobia e intolerancia que padece nuestro pueblo en Colombia:

1. Procurar por su visibilización a través del diseño e implementación de políticas públicas que apunten a proteger su integridad étnica y cultural y a mejorar sustancialmente sus actuales condiciones de vida.

2. Definir políticas públicas y programas gubernamentales que vayan en la dirección de generar alternativas económicas y productivas, acordes con su tradición étnica y cultural

3. Contribuir a la implementación de un modelo alternativo de atención en salud que garantice un adecuado acceso a los servicios de salud que deberán ser oportunos, compatibles, autosostenibles, eficaces, eficientes, mantener la calidad y calidez, y cuyas acciones se orienten a fortalecer la promoción, prevención, tratamiento y rehabilitación de la salud.

4. Promover su soberanía y seguridad alimentarias, así como el mejoramiento sustancial de su nivel de vida.

5. Impulsar programas especiales de vivienda, en consonancia con sus patrones de residencia y sus características culturales.

6. Elaboración de un “Estatuto de Autonomía Cultural para el Pueblo Rom de Colombia” que, como pueblo aespacial, garantice su autonomía y autogobierno.

7. Se debe propugnar por la creación de mecanismos jurídicos que garanticen plenamente la protección de sus conocimientos intelectuales y de su patrimonio cultural e intelectual.

III

No sólo el Estado colombiano ha sido responsable, ya sea por acción u omisión, del hecho cierto que hoy por hoy el pueblo Rom sea una de las víctimas privilegiadas del racismo, la discriminación racial, la xenofobia y otras formas conexas de intolerancia ya que, cabe decirlo de una vez y con el debido respeto, la Organización de las Naciones Unidas (ONU) también ha tenido su parte de responsabilidad en esta cuestión.

1. Llama la atención que las instancias del sistema de Naciones Unidas que, de alguna manera, tienen que ver con los asuntos concernientes al pueblo Rom en todo el mundo, ocupan una de las más bajas escalas jerárquicas al interior del Consejo Económico y Social (ECOSOC).

2. La atención que las Naciones Unidas ha prestado al pueblo Rom se ha centrado exclusivamente hacia los países de Europa, en especial en los países de Europa del Este que han sufrido los rigores de la guerra, lo que no sólo es comprensible sino altamente loable dado que la situación de los Rom en Europa es extremadamente crítica y grave. Sin embargo, lo lamentable es que estas acciones se ha realizado invisibilizando y desconociendo la situación que tiene el pueblo Rom en las Américas, especialmente en la llamada América Latina donde, en algunos países, la situación se está volviendo insostenible para muchos Rom.

3. Las recomendaciones y declaraciones referidas al pueblo Rom, emanadas de los órganos de las Naciones Unidas, no han tenido en cuenta las especificidades y particularidades que presenta el pueblo Rom en las Américas, principalmente en América Latina. Si bien los Rom, más allá de algunas diferencias culturales y geográficas, conformamos un solo pueblo, tenemos en esta parte del mundo una problemática que cuenta con unas características propias que la diferencian de lo que sucede con la población Rom en Europa y otros continentes lo que, indiscutiblemente, amerita un tratamiento especial.

4. La posibilidad que los Rom del continente americano, especialmente de América Latina, participen activamente en las reuniones de los Grupos de Trabajo, por ejemplo, del Comité para la Eliminación de la Discriminación Racial y de la Subcomisión de Prevención de Discriminaciones y Protección a las Minorías... es muy remota por cuanto siempre se privilegian las organizaciones Rom de Europa y otros continentes.

5. Los Rom valoramos altamente los espacios que el sistema de Naciones Unidas le ha abierto a los pueblos indígenas para que puedan participar en sus diferentes órganos --Organización Internacional del Trabajo (OIT), Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), Convenio Sobre la Diversidad Biológica (CDB), Organización Mundial de la Propiedad Intelectual (OMPI), Grupo de Trabajo Sobre Poblaciones Indígenas, Foro Permanente de las Naciones Unidas para las Cuestiones Indígenas... etc--, sin embargo nos preocupa que no se guarde una simetría con respecto al pueblo Rom de manera que se garantice la participación de miembros de nuestro pueblo en estos grupos de trabajo, instancias, actividades, e instrumentos internacionales.

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