Hoy nuestras vidas están en peligro por cuidar y defender el territorio que ancestralmente hemos habitado desde 1636. Hoy, las posibilidades de existir como pueblo Afrodescendiente son mínimas a causa de la locomotora minera que con sus retroexcavadoras destruye el patrimonio ambiental y territorial que hemos cuidado por siglos.
Las mujeres Afrodescendientes nortecaucanas somos conocedoras del valor ancestral que tienen nuestros territorios. Mucha sangre de nuestros ancestros y ancestras fue derramada y mucha sangre de nuestras madres, padres, hermanas y hermanos ha sido derramada para conseguir estas tierras. Ellas nos enseñaron que la tierra no se vende, que debemos garantizar a los renacientes la permanencia en el territorio ancestral. Han pasado cuatro siglos y su memoria es nuestra memoria, sus prácticas son nuestras prácticas trasmitidas por nuestras abuelas y abuelos y que hoy nuestras hijas y nuestros hijos continúan reafirmando. Nuestro amor por el territorio como fuente de vida y pertenencia ha sido la garantía para sostener uno de los patrimonio naturales y genéticos mas ricos del mundo. Nuestros territorios han sido de vida, alegría y paz.
Pero hoy nuestras vidas están en peligro por cuidar y defender el territorio que ancestralmente hemos habitado desde 1636. Hoy, las posibilidades de existir como pueblo Afrodescendiente son mínimas. Hoy estamos amenazados de muerte física y cultural! Nos amenaza con el despojo la locomotora minera del Presidente Santos que otorga concesiones y títulos mineros a multinacionales violando nuestro derecho a la consulta y el consentimiento previo; nos amenaza la minería ilegal que con sus retroexcavadoras destruye el patrimonio ambiental y territorial que hemos cuidado por siglos; nos amenazan los grupos armados que nos acusan de estar en contra de las políticas desarrollistas del gobierno; amenazan a nuestras hijas e hijos, a nuestros compañeros, a nuestras comunidades; son una amenaza las mentiras y retórica del gobierno nacional que demuestra que esta por proteger sus intereses económicos neo-lberales por encima de nuestros derechos colectivos. El racismo estructural en este país que nos despoja y nos discrimina es una amenaza.
Todas éstas amenazas son parte de otra guerra en los territorios ancestrales que nos quita la paz del corazón.
Son muchas las acciones que hemos venido realizando para proteger nuestra vida y nuestros territorios. Sobre nuestra situación se han emitido sentencias de la Corte Constitucional, medidas de protección de la Unidad Nacional; se han realizado visitas de comisiones internacionales; se han presentado denuncias ante la fiscalía, la personería y la defensoría. Hemos informado a la Oficina de Naciones Unidas. Hemos acudido la fuerza pública. Estos últimos, nos han dicho que nos inventamos las situaciones de riesgo y amenazas. La institucionalidad sólo hace comunicados y correos y se llena la boca con un discurso democrático-racial vacío de efecto. Mientras tanto a nosotras nos obligan al confinamiento, a soportar hostigamientos, a temer por la vida de nuestras hijas, de nuestros hijos, a temer por la propia vida.
Por la defensa de la vida y del territorio ancestral que nos da la vida y nos sostiene libres marchamos y llegamos hoy a Bogotá a demandar de la Corte Constitucional y el gobierno colombiano:
· Incautación, salida, destrucción inmediata de las retroexcavadoras que sin nuestro consentimiento están explotando oro en los territorios de los municipios de Guachené, Santander de Quilichao, Buenos Aires y Suárez, departamento del Cauca.
· Investigación disciplinaria y sanción a las funcionarias y funcionarios que por acción u omisión han permitido el ingreso de las retroexcavadoras y con ello han permitido que se genere y/o agrave la situación de riesgo y vulnerabilidad para las mujeres.
· Evaluación y reparación integral de los daños ambientales, de soberanía alimentaria y económicos que ha generado la minería en nuestros territorios.
· Reconocimiento y protección de la minería ancestral de las comunidades Afrodescendientes.
· Garantizar la integridad física, cultural y la protección de los derechos colectivos de las mujeres, hombres, jóvenes, niñas y niños en los territorios ancestrales.
· Garantizar la protección a la vida de las lideresas y lideres, investigar los asesinatos, las amenazas de muerte y las acciones de violencia contra éstas y llevar a la justicia a los responsables.
· Cumplir con la implementación de los Autos 005/2009 y 092/2008, la Sentencia T1045A y la reglamentación del capitulo V de la Ley 70 de 1993, para garantizar la prevención del despojo y desplazamiento forzado de nuestras comunidades, la evaluación de los impactos y daños causados y la reparación integral a las comunidades, en el marco de los derechos colectivos.
· Interlocución directa de las mujeres Afrodescendientes del Norte del Cauca con la mesa de La Habana, porque paz sin territorios libres no es Paz.
· Aplicar el derechos a la consulta y el consentimiento de manera previa, libre e informada antes de tomar cualquier decisión que tenga impacto positivo o negativo sobre nuestras vidas y territorios.
· Derogar los títulos mineros otorgados en violación de nuestros derechos colectivos y abstenerse de continuar vendiendo nuestro territorio a las multinacionales.
La Corte Constitucional, el gobierno y la ciudadanía colombiana escuchará no solamente el rumor de nuestros pasos y cantos, tendrá nuestra presencia en su casa en Bogotá porque esto se tiene que resolver ya!
¡Los territorios y la vida no se venden, se aman y se defienden!