Con el apoyo de la Escuela Taller de Educación Campesina, ETEC, esta población ha logrado implementar una mirada distinta a la escuela tradicional para darle paso a nuevas posibilidades con el fin de responder a una enseñanza acorde con las costumbres que tienen las comunidades indígenas, afrodescendientes y campesinas.
El método parte de que sus estudiantes se sientan identificados con la tierra, con el fin de que ésta no sólo sea vista como la madre, sino que se aprecie en todo su significado. Por esta razón, hablan de una educación integral basada en la espiritualidad y en la realidad sociopolítica. Todo esto en un escenario enmarcado entre la orilla del río, en casas de bareque con tableros improvisados y en los eventos de trueque de productos cultivados por los campesinos. Cualquiera de estos sitios es apto para aprender matemáticas, ciencias naturales, geografía o español. Allí es necesario tener el contacto permanente con el medio ambiente y con la comunidad.Motivados por el canto de los pájaros, con el olor de la tierra y sobre todo con el ánimo de construir una esperanza de vida, cada niño se encarga de seleccionar un cultivo para investigar todo sobre esa planta. Es una pequeña forma de poder acabar con la crisis alimentaria que vive el país; ya que las familias adquieren conciencia para producir comida en su pedazo de tierra, saben cómo usarla y qué producto pueden sembrar para su alimentación. Esta ha sido una propuesta en la que los padres de familia se asumen como maestros de sus hijos y de otros niños de esta comunidad campesina. Sin sacarlos a la ciudad y sin esconderlos tras un salón de clases, así, los jóvenes aprenden a defenderse en la vida con lo que siempre han hecho: cultivar la tierra.
"Saber que la geografía se aprende a partir de conocer su entorno, cómo se llama su vereda, cómo se llaman las montañas vecinas, cómo se llaman los ríos, consultar a los abuelos para preguntarles qué saben ellos del origen de la vereda; cómo se conformó la vereda, quiénes hicieron las obras que hay en su comunidad.", ejemplifica Adriano de Jesús Quintero, uno de los tutores de la ETEC.
La Escuela ha logrado una metodología que lleva a los jóvenes y a los niños del campo a defender su identidad campesina. De la misma manera, buscan una autonomía donde el niño, el joven y el anciano se sientan útiles. Con esmero, los padres de familia, siembran sus propios alimentos, a la vez que muchos niños motivados por el proceso ETEC, siembran sus productos, aplicando algunos conocimientos aprendidos pues dicen que el campo es una de las mejores empresas que hay.
Contrario a lo que muchos creen, este procesono es un abuso a los estudiantes. Al contrario, es enseñarles el cuidado que se debe tener a la tierra y, así mismo. Que entiendan que el buen trabajo a la tierra es un aporte positivo del ser humano a las nuevas generaciones.
Esta propuesta que alberga a 25 jóvenes campesinos y que está abierta a la llegada de estudiantes de otras comunidades, fue concertada entre padres de familia, docentes y directivas escolares; quienes, además, lograron conseguir el reconocimiento de la Secretaría de Educación.
Es una experiencia calificada como una muestra de que para tener una comunidad crítica, reflexiva y autónoma, es necesario volver a sus raíces y recuperar el saber de los mayores.