Desde los tiempos de origen los pueblos indígenas de América Latina consagran el mes de agosto para homenajear a la Madre Tierra, a la Pacha Mama, a la madre que es madre de tu madre sin ser tu abuela, porque también es madre de tu abuela, como de todas las criaturas. Una madre que sin ser la madre mayor da vida, alimento y abrigo a cuanto necesitan de ella: la madre tierra.

Su celebración tendrá lugar en momentos en que por cuenta del territorio, las 84 etnias del país son amenazadas y hostigadas. Los actores armados, en medio de sus acciones bélicas, incursionan a los resguardos, irrespetando las áreas de cultivo y los sitios sagrados. Las transnacionales, en su afán de expansión económica, avasallan las tradiciones, obligando a los pueblos a salir de su entorno.

La tierra, la pacha mama, es la esencia de vida. Sobre sus laderas, montañas y sábanas las comunidades extiendes la esperanza de seguir caminando. Todo lo que sobre ella existe es vital. Así lo manifiesta Ángel Camargo, un indígena amazónico de figura delgada y enjuta, que, a pesar de llevar varios en Bogotá, aún no comprende la lógica de los hombres blancos, quienes destruyen sin piedad la tierra: “Cada mañana salía cuando salía de la maloca me perdía en la espesura de la selva. Me detenía a respirar el aire que venía del río, del océano, de los árboles. Aguzaba el oído para sentir el murmullo de la selva y de los animales. Ahora, cada mañana que me levanto en medio de un caos de ruido, contaminación, voces que no dicen nada y que se pierden en miles de voces aún más ausentes. La tierra no tiene un verdadero valor, porque a pesar de lo mucho que pueda valer en dinero, carece de sentido. Aunque algunos sostengan que sus casas o apartamentos representen algo, no dudarían en venderlo si llegara alguien que ofreciera una suma acorde. Esa es la diferencia. Los indígenas no vendemos la tierra, porque nuestro sentido no está en lo económico. Nuestro sentido está en la vida”.

Nadie es dueño de la Tierra sino que somos parte de ella

Nadie tiene derecho a depredarla.

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