Patricia Guerreo, fundadora de la Liga de Mujeres Desplazadas expresó, en días pasados a través de un comunicado de prensa, que esta organización continúa en su defensa de los derechos de las víctimas de desplazamiento forzado, por lo cual ha formulado una demanda de inconstitucionalidad contra la Ley 975 de 2005 y contra algunas disposiciones de la Ley 906 de 2004, ya que considera que se han violado los principios constitucionales a la participación, a la convivencia pacífica, a la vigencia de un orden justo, a la dignidad y que se ha violado el derecho a la igualdad de las víctimas.

 

La Organización expresa que dadas las circunstancias, las regulaciones legales deben ser racionales y proporcionadas, y debe respetarse el derecho al buen nombre y honra de las víctimas, el derecho a acceder a la administración de justicia, el deber de colaborar para el buen funcionamiento de la justicia, así como los deberes de parte de la Fiscalía General de la Nación de hacer efectivo el derecho y la indemnización de los perjuicios y de “velar por la protección de la víctimas”. Finalmente denuncian que se violó el derecho a la propiedad.

 

La ley de Justicia y Paz  sólo concede un plazo de 36 horas a los investigadores judiciales para presentar cargos contra los sospechosos, y establece solamente un periodo de 60 días para investigar un caso, aunque esté relacionado con crímenes de guerra o crímenes de lesa humanidad, para las demandantes estos plazos son muy limitados y favorecen totalmente a los implicados, aún si estos hayan participado en abusos contra los derechos humanos.

 

Dados estos acontecimientos la coordinadora de la Liga de Mujeres, Marlenis Hurtado, hizo un acompañamiento y firmó ante la Notaría Primera el poder con el que demandarán la Ley de Justicia y Paz, ella estaba acompañada de 59 mujeres Desplazadas.

 

El diario EL Universal expuso en su artículo, a opinión de Yajaira Mejía, una mujer desplazada a quien los grupos armados ilegales asesinaron a su esposo, un vendedor ambulante de verduras: "Quiero saber quiénes son los causantes de mi desplazamiento, por qué nos hicieron salir de nuestras tierras y que el Estado me devuelva lo que perdí".  Junto a ella,  59 mujeres de la Liga de Desplazadas, demandará la Ley de Justicia y Paz porque, "sólo beneficia a los victimarios".

 

Yajaira tuvo que desplazarse de Valledupar a Cartagena por este incidente en el año 2002, y expone que su esposo fue asesinado porque no pagó una cuota que le exigían unos grupos armados ilegales: "Esa cuota se la exigían a los tinteros, a los vendedores ambulantes y a los carretilleros, pero él no quiso pagarla. Si la daba no nos alcanzaba para comer, por eso le dispararon. Sólo nos quedó el miedo".

 

Estas mujeres exponen como fundamentos principales para su demanda que esta ley no permite que ellas se enteren cuáles y cómo fueron realmente los hechos, y por esto no se puede ejercer una justicia que sea más efectiva, además según ellas se viola el derecho a la administración de justicia y esto genera mayor impunidad ante delitos como masacres, desapariciones y desplazamiento forzado.

 

Patricia Guerrero, abogada y fundadora de La Liga de mujeres desplazadas, fue elegida por las 60 mujeres que impondrán la demanda, para que tenga el poder ante la notaria primera para que prepare los detalles jurídicos del documento y las represente ante la Corte Constitucional, Según el diario El Universal, allí reposan otras demandas en contra de esta ley. Una ley con reparos La Ley de Justicia y Paz otorga ventajas procesales, como penas de prisión reducidas a miembros de grupos armados ilegales, que han participado en abusos contra los derechos humanos y han aceptado desmovilizarse.

 

No sólo ellas sino cientos de campesinos más se encuentran en una encrucijada, en la que son presionados por un lado por paramilitares y por el otro por la guerrilla, es por esto que estas personas se juegan la vida de todos los días, ya sea por acción u omisión de cualquiera de los dos lados que las presionan.

 

Para la Ong de derechos humanos, Amnistía Internacional, la aplicación de esta ley fomentará la impunidad. La Ley de Justicia y Paz la aprobó el Congreso el 21 de junio de 2005 y la ratificó el Gobierno en julio, con la intención de facilitar la desmovilización en curso de los paramilitares, aunque en teoría también ampara a los miembros de grupos guerrilleros que estén dispuestos a dejar las armas.

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