Rostros femeninos, atuendos tradicionales, miradas profundas y voces pausadas, pero con palabra de mando y decisión; fueron algunas de las características de las mujeres indígenas que se dieron cita en Bogotá en el marco del Segundo Seminario Internacional: “Mujeres indígenas, territorialidad y Biodiversidad”, el cual inició el pasado el miércoles y finalizó hoy 8 de septiembre en la Universidad Nacional. La organización del seminario estuvo a cargo de la Fundación Natura, la Unión Mundial para la Naturaleza (UICN) y la Universidad Nacional de Colombia.

Sus historias y contextos connotan la identidad desde su género, su concepto de territorialidad y su biodiversidad; creados por estas mujeres a partir de cada experiencia de vida, en sus pueblos y con sus familias. En este ambiente desarrollan proyectos profesionales y humanitarios, los cuales compartieron con otras mujeres de América Latina en el distrito capital.

Aseguran que los logros obtenidos en sus carreras son producto del trabajo mancomunado y no sólo de su labor como líderes. “Aunque llevemos la bandera y la vocería de los procesos, somos el resultado de un esfuerzo colectivo”. De igual forma tienen claro su representación en nombre de la lucha de las mujeres anónimas que intentan adaptarse al ritmo cambiante de la sociedad, pero sin perder sus costumbres y siempre argumentan que tienen claro deben ser portadoras de propuestas en pro de las mujeres indígenas y los pueblos.

Actualidad Étnica habló con algunas de ellas. Con palabras suaves, pero con gran convicción, contaron resultados y concepciones del trabajo como mujeres indígenas; mostraron que son líderes y tienen mucha energía para enseñar a otras mujeres y a los hombres a luchar por su identidad y por su etnia.

Este es el caso de Rosa Guamán, ella es de origen ecuatoriano, pertenece a la comunidad Quechua de la provincia de Chimborazo. Admite que su nivel de educación es de básica primaria, pero esto no la ha detenido en su trabajo comunitario.

Rosa Guamán, una apuesta por la medicina tradicional

“No tengo preparación académica, pero me he formado con la de mi pueblo y llevó 30 años en la lucha por esos ideales y por mi familia; no tengo un cartón, aún así he ingresado a muchas universidades como ahora, contando cuál ha sido mi trabajo”.

Rosa Guamán es la gerente de la Asociación de Productos de Plantas Medicinales “Jambi Kiwa”, que significa hierba y remedio, cuya razón social es la producción de medicamentos naturales. Es una empresa de carácter comunitario; busca rescatar la sabiduría ancestral, la organización de la biodiversidad; trabajar orgánicamente en el manejo de los ingredientes naturales, es líder en el país como empresa comunitaria; y recibió el reconocimiento internacional “Premio a los Emprendimientos Exitosos de Mujeres del Uruguay”.

Guamán considera que la falta de credibilidad por no tener una educación académica que le respalde, ha sido uno de sus mayores impedimentos como mujer; además de las estructuras impuestas por la sociedad colonial, como se denomina a la cultura blanca. “La mujer sirve para el hogar, pero no más. Sin embargo mi historia de vida demuestra que he luchado por reconquistar los derechos y qué la mayor satisfacción es haber podido servir a mi pueblo, sustentar mi identidad y enseñarle a mi familia quiénes somos y qué hacemos desde la cultura de nuestros antepasados, porque hemos ayudado a muchas, pero a muchas mujeres, también a hombres y se ha conseguido romper un poco con la cadena de opresión”.

La comunidad Quechua es integral, es decir considera a las mujeres y los hombres por igual, “las mujeres no sólo nos quejamos damos soluciones, porque tenemos muy poco tiempo de vida, si alcazo 100 años y es necesario como dadoras de vida, utilizar hasta el último minuto y eso es muy poco”.

Sobre Colombia dijo que había llegado a creer que sus pueblos indígenas habían desaparecido, pero la visita al país le ha permitido conocer la valentía de estas comunidades que han sobrevivido al conflicto armado, narcotráfico y la exclusión. Le impactó la capacidad de sus compañeras para sortear las dificultades y buscar soluciones a grandes problemas.

Georgina Méndez Chiapas, una mirada al mundo femenino

Ella es de familia indígena Chole del suroriente del país centroamericano; su experiencia la cuenta a través del tiempo que ha compartido con mujeres en su territorio, en Ecuador y últimamente, en Colombia.

“Yo he aprendido mucho en cuanto a que tengo experiencias de los tres espacios. En México la demanda de la ley revolucionaría de las mujeres indígenas ante las comunidades y ante el Estado general, cambió el panorama; ella pedían control y decisión personal sobre el número de hijos que querían tener, la educación, la demanda pública, el empezar a construirse como sujetos políticos. Ellas lograron después de eso, no sólo que los hombres las reconocieran, sino que la academia las aceptara con derechos propios. Las mujeres ecuatorianas son unas líderes excepcionales, constantemente están en los espacios de participación, peleándole los lugares a los hombres; ellas no tienen demandas propias pero están siempre presentes en todos los procesos, todo el tiempo e incluso tienen escuelas para la educación de mujeres. Colombia por gravedad del conflicto, el peso lo llevan las mujeres, pero están constantemente renegociando los espacios, luchando por una forma colectiva y tienen  una tarea muy difícil, porque implica que defiendan sus derechos indígenas en todas sus formas”.

Ana Pérez Conguache, “el reto de las mujeres, es la solidaridad”

Desde Guatemala estuvo, Ana Pérez, abogada de profesión e investigadora en el área ambiental legal y de la comunidad Maya. Considera que los retos para las mujeres son diversos y en todos los campos, porque el espíritu de la mujer maya debe ser integral, pero admite que la división al interior es muy fuerte y debe sanarse para combatir otras circunstancias adversas: “El reto esencial para la mujer indígena es eliminar el egoísmo y la envidia porque entre las mujeres no debemos discriminarnos, quitar esas malas visiones y enemistades que tenemos entre nosotras. El libro sagrado de los mayas nos invita a no olvidar dónde estamos, de dónde venimos y qué queremos hacer”

Pérez argumenta que sumado a lo anterior es necesario que la mujer ingrese activamente a la dinámica del sistema informativo considera que el principio de “Informado Previo” le permitirá ser manipuladora del conocimiento de su entorno, por lo tanto, tomará decisiones más importantes y se le abrirán más espacios.

Para la líder guatemalteca el seminario tuvo sus aspectos positivos y negativos, pero es bueno rescatar el trabajo de las colombianas desde la academia, porque si bien es cierto que no son indígenas, están ayudando a evidenciar y enfocar las principales problemáticas. “Fue incomodo escuchar decir a las compañeras que quiénes son las antropóloga aldinas para contar qué cosas suceden al interior de los pueblos, que no tiene la legitimidad; eso puede ser cierto, pero el respeto al trabajo que ellas hacen por mostrar la realidad a la luz pública, debe valorarse. También es importante que aquellas mujeres que viven en los resguardos y son líderes allí, vengan y cuenten la versión de sus historias para complementar los procesos; en lugar de ser contrarios, pero rescatando una misma causa, es ideal unirnos como género ya seamos indígenas ó no indígenas”.

Karmen Ramírez Boscán, apropiarse del papel de mujer

Es diseñadora gráfica y líder indígena, con acento pronunciado, pausado, pero con firmeza y convicción de sus ideales; ella aprecia como interesante los espacios de los cuales las mujeres se apropian de su papel. Considera que hay un gran vacío entre lo que estudian los académicos y lo que verdaderamente está sucediendo; “A pesar que hay muchos indígenas que no tenemos el perfil académico, hay otros que si, dónde están para dar espacio a discutir desde la perspectiva indígena”. Agrega que es interesante que las mismas mujeres puedan establecer un espacio continuo como el seminario o la creación de redes nacionales o internacionales, así aprovechar la convocatoria de las mujeres asistentes.

Olivia Prado Latín, gobernadora urbana

Esta mujer es gobernadora del cabildo indígena Páez Pueblo Nasa de la localidad de Kennedy en Bogotá; está casada con un sociólogo, quien a su vez ha trabajado siempre con indígenas. La labor del cabildo pertenece a la visión urbana de las problemáticas de la comunidad, pues son desplazados del Cauca, del Tolima y otras familias que han emigrado por diversas razones. “Mi vida me ha enseñado a valorar mucho las enseñanzas ancestrales y la civilización nos ha invitado a tratar de rescatar a los jóvenes, porque ya no quieren seguir nuestras costumbres y nuestra tarea como madres es rescatarlas, enseñarles la lengua y el respeto por la madre tierra, aunque estemos lejos del territorio”.

La posibilidad de ser mujer, líder e indígena le ha permitido tener el proceso evolutivo, empezó siendo presidente de una asociación y ahora es la gobernadora del cabildo; cuenta que se siente realizada porque ha participado del consejo de planeación, de cultura, de juventudes y pertenece al programa Mujer y Genero. “Una experiencia linda para seguir trabajando mancomunadamente y ver cómo otras mujeres mestizas toman el ejemplo de nosotras”.

Ser mujer indígena

Sus anécdotas no resumen en las líneas de un texto, porque su trabajo se presenta con luz propia para engrandecer la cultura de cada pueblo; una lucha constante por no desaparecer; y la necesidad individual de acoplarse a los nuevos movimientos sociales. Esa batalla que libran cada día en sus resguardos, deben hacerlo contra las sociedades machistas de América Latina y tratando de integrar el proceso a las costumbres de cada pueblo. Sin embargo ninguna de ellas manifiesta sentir tristeza y dolor por sus batallas pérdidas, por el contrario afirman que fueron y son necesarias para la reformulación de sus estrategias de vida.

 

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