En su caballo, amarrado y sin vida llegó Gonzalo Opocué a su comunidad del Cabildo Nasa de San Luis Alto Picudito del Municipio de Villa Garzón en el departamento del Putumayo, el pasado 11 de octubre, luego que paramilitares de las autodefensa unidas de Colombia (AUC) le dieran un tiro en la espalda al no obedecer la orden de parar que le dieron, denunció la Organización Zonal Indígena del Putumayo (OZIP)
Lo que los paramilitares no sabían era que Opocué era sordo de nacimiento. Al momento de su muerte tenía 48 años de edad, y según la propia comunidad, se caracterizaba por ser uno de los más serviciales del cabildo. Aquel viernes, 11 de octubre, salió en la mañana hacia la vereda de Puerto Umbría, en compañía de su anciana madre a vender unos racimos de plátano. Mientras tanto, un grupo de paramilitares instalaba un retén en el cruce de carretera denominado “La Palanca” entre Villa Garzón y Puerto Umbría, donde los milicianos interrogaban a la población en busca de información sobre guerrilleros. Gonzalo Opocué pasó por aquel punto, al no obedecer las ordenes de parar que los paramilitares le hicieron, recibió un disparo en la espalda, luego lo amarraron a su caballo y lo arriaron para que cogiera camino hacia la comunidad.
De igual forma la OZIP denuncia que las comunidades indígenas Paeces de “Alto Sinaí, Jerusalén, San Luis Alto Picudito, Santa Rosa de Juanambú” se encuentran en estos momentos cercadas por los actores armados del conflicto que operan en la zona (Guerrilla, Paramilitares y Ejército) quienes los acusan de pertenecer o auxiliar a uno u otro bando.
“El departamento del Putumayo y su población indígena sobreviven milagrosamente a una guerra de exterminio físico y cultural. El componente militar del Plan Colombia no distingue de población desarmada de los actores del conflicto. El hambre generada por la fumigación de cultivos de pan coger de las comunidades está generando una crisis humanitaria, en las comunidades escasea la comida, y el Gobierno Colombiano manifiesta que no suspenderá la fumigación de cultivos de uso ilícitos, pero lo que aún no entendemos, es por qué se fumigan también y sin distinción los cultivo lícitos.
La OZIP denuncia que este asesinato se suma a una larga lista que sobrepasa más de 80 indígenas asesinados en los dos últimos años en el departamento del Putumayo, a manos de los actores armados del conflicto colombiano.
Este lamentable hecho se enmarca en la conmemoración del mes de la raza, donde las estadísticas nos aterrizan en un país donde la idea y el objetivo se concentrara en desaparecer y exterminar, desde la raíz de la madre tierra, todo tipo de raza y expresión cultural.