Las comunidades indígenas y afrocolombianas del Medio Atrato chocoano se encuentran en alerta máxima ante la creciente presencia de hombres de las AUC en sus territorios. Se estima que en las próximas horas, el pie de fuerza “paramilitar” se incremente en 1600 hombres fuertemente armados. Los enfrentamientos entre guerrilleros y paramilitares son inminentes, y las comunidades temen quedar en medio del fuego cruzado como sucedió hace más de una año en Bellavista y Bojayá, donde fueron sacrificadas cerca de 120 personas.
“No entendemos cómo en medio de la alta militarización de esta zona y del Bajo Atrato, tanto de la Infantería de Marina, el Ejército y la Policía, haya podido entrar al río Opogadó este destacamento tan grande de paramilitares”, advirtió la Organización Regional Embera Waunaan (OREWA).
Las autoridades indígenas calculan que en la zona hay por lo menos 600 efectivos fuertemente armados, quienes desde el pasado 24 de septiembre tienen retenidos a 20 nativos Embera de la comunidad de Unión Baquiaza, entre los que se encuentran 8 niños menores de 10 años.
En esa oportunidad, los paramilitares “intentaron violar las mujeres. Allí torturaron a 4 hombres adultos, atándoles de pies y manos a árboles, encapuchándoles con bolsas llenas de agua y orines, con golpes de plan de machete, con culata y cañón de fúsil. A uno de ellos, lo amarraron y sentaron sobre un nido de hormigas conga, todo esto para que confesaran la acusación que les hacían de ser milicianos de la guerrilla”.
La organización indígena asegura que, tras la presión y exigencias de las comunidades de Opogadó y Dubadó, los paramilitares se retiraron el 29 de septiembre de estos territorios a lugares aledaños, “luego de haber tenido dos enfrentamientos con la guerrilla en áreas muy próximas a las comunidades de Unión Baquiaza y Playita”.
De igual forma, la OREWA asegura que, antes de retirarse de los territorios indígenas y afrocolombianos, el jefe paramilitar advirtió de la llegada de por lo menos 1000 hombres más como refuerzos, a quienes denominó como “los mochacabezas”.
Ante estos hechos sucesivos, la OREWA realiza la segunda alerta máxima, tendiente a llamar la urgente atención del Estado y de los organismos nacionales e internacionales defensores de los derechos humanos, puesto que “las comunidades indígenas y negras del río Opogadó se encuentran en inminente riesgo, porque quedaron en la mitad de posibles combates entre los Paramilitares y la Guerrilla. Ojalá no se repitan los lamentables hechos del 2 de mayo de 2002 en Bellavista-Bojayá”
El temor ante posibles enfrentamientos es generalizado. Es por ello que para la organización indígena es muy probable que se produzcan desplazamientos internos de las comunidades nativas de la región del Medio Atrato, “pues ya la comunidad negra de Carrillo, del río Napipí se encuentra desplazada en el corregimiento de Napipí, desde el día 25 de septiembre”.
La OREWA exige de manera vehemente que los “paramilitares” y la insurgencia desalojen de forma inmediata los territorios indígenas, y que no se sigan enfrentando en medio de estas poblaciones.
De igual forma, solicitan al Gobierno Nacional que adopte las medidas necesarias que prevengan y eviten un trágico desenlace, teniendo en cuenta que desde el 7 de mayo el pie de fuerza fue aumentado en el río Atrato.
Por su parte, la organización solicitó a los organismos de control – Procuraduría General de la Nación y Defensoría del Pueblo – que intervengan para que cumplan sus responsabilidades en la protección de los ciudadanos colombianos.