La Premio Nóbel de la Paz, Rigoberta Mechú Tum, condenó la declaratoria de “guerra” del presidente Bush a Irak, calificándola como un genocidio anunciado, y llamó a los pueblos a la unidad en contra del “nuevo desorden imperial”
Hace ya 13 horas que se inició el ataque militar de Estados Unidos contra Irak. El mundo está reviviendo el fantasma de una guerra mundial, en la cual los únicos perjudicados serán los más débiles. Los medios de comunicación despliegan a sus corresponsales de guerra al campo de batalla, Bagdad. El escurridizo Saddam Hussein invocó a Alá, y se dirigió a su pueblo minutos después del primer ataque. Como un “crimen vergonzoso” calificó la ofensiva ordenada por el presidente Bush, y llamó a su pueblo a “resistir hasta las últimas consecuencias”.
¿Esta es una guerra política o más bien económica? ¿Cuál será el trofeo de guerra para Bush (suponiendo que ganara)? , ¿Será la cabeza de Hussein o el dominio de los pozos petroleros en el Golfo Pérsico?
Desde ese marco, la Premio Nóbel de la Paz, Rigoberta Menchú Tum, condenó los ataques a Irak y dijo que estos son el anticipo de un genocidio anunciado. Además hizo un llamado a los pueblos a mantener y fortalecer su unidad y movilización para oponer al Nuevo Desorden Imperial un nuevo orden de armonía, de entendimiento y respeto intercultural que se funde en la sagrada dignidad de todas las personas y todos los pueblos; y a los gobiernos democráticos del mundo, a mantener a esta tiranía en el aislamiento político y diplomático que salvaguarde la vida e integridad del planeta.
Actualidad Étnica presenta el pronunciamiento que la Fundación Rigoberta Menchú Tum hace ante los hechos que tienen en “jaque” el “orden mundial”.
“Llamado para detener la guerra”
La Premio Nóbel de la Paz, ha condenado la decisión del Presidente Bush de declarar la guerra contra Irak, calificándola de ser el anticipo de un genocidio anunciado.
Luego de haber sumado su voz a la de millones de manifestantes en diversas capitales del mundo, de visitar decenas de escuelas en los Estados Unidos, conversando con los jóvenes y niños de ese país, y realizado múltiples gestiones personales ante diversos Jefes de Estado, reclamando el respeto a la institucionalidad multilateral y advirtiendo que cualquier declaratoria unilateral de hostilidades constituye no sólo una violación flagrante a la legalidad internacional sino también un crimen inaceptable contra el pueblo de Irak; Rigoberta Menchú expresó que la declaratoria de guerra estadounidense es un atentado contra la humanidad, que se ha erigido hoy como el único Poder Global que puede oponer sus armas morales para detener los millones de bombas que están a punto de caer sobre los indefensos niños y mujeres y el pueblo irakí todo.
Ésta es la guerra más carente de sentido y legitimidad de cuantas recuerde la historia contemporánea, no sólo porque ninguno de los argumentos que pretenden justificarla resultan risibles, sino porque se hace violando la ley y el consenso democrático mayoritario de los pueblos y gobiernos del mundo entero.
Los bombardeos con que inició su agresión a Irak desde hace varias semanas ponen a los Estados Unidos y a sus más altos dignatarios de Estado en el banquillo de los delincuentes internacionales. Las Naciones Unidas no sólo deben defender su propio fuero, mancillado por la arbitrariedad y la prepotencia del gobierno estadounidense, sino que deben tomar medidas concretas para traducir la condena universal en una sanción moral y política ejemplarizadora. Las Naciones Unidas no pueden volver a jugar el penoso papel de bomberos al que los reduce la carrera sin retorno de los errores del Sr. Bush.
Con la honradez de conciencia y la ética inmaculada con que los pueblos del mundo han vetado al dictador norteamericano, Rigoberta Menchú llamó a no descansar hasta conseguir que el juicio de la historia sancione su despotismo.
Finalmente, la líder indigena guatemalteca hizo un llamado a los pueblos a mantener y fortalecer su unidad y movilización para oponer al Nuevo Desorden Imperial un nuevo orden de armonía, de entendimiento y respeto intercultural que se funde en la sagrada dignidad de todas las personas y todos los pueblos; y a los gobiernos democráticos del mundo, a mantener a esta tiranía en el aislamiento político y diplomático que salvaguarde la vida e integridad del planeta.
Rigoberta Menchú Tum
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