Pensar hoy en Bojayá y en nuestros herman@s sacrificados, implica ver que no vivimos en un país homogéneo y justo, sino en uno rico en diferencias, que no son sólo de carácter biológico y cultural, sino en diversidades, tan simples y complejas, como las que se dan entre los que tienen voz y la de aquellos que no tenemos forma de articular nuestras quejas.

En Bojayá los actores del conflicto no solo violaron el derecho internacional sino la razón de ser de su existencia al -por ejemplo el gobierno nacional y departamental- no asumir su obligación constitucional de defender la vida y honra de todos los ciudadanos a pesar de conocer la dramática situación que vivían nuestros hermanos; las llamadas autodefensas que dicen ser defensoras de nuestras comunidades ante el asedio subversivo las tomaron como escudo, y las FARC, que se dicen son el Ejército del Pueblo, al pueblo fue al que sacrificaron con su accionar.

Todo eso hace que digamos hoy que hace un año se cometió un acto de barbarie contra la comunidad de Bojayá y por ello no estamos de acuerdo que la gran prensa, como vocera de los gremios económicos del país y el gobierno señalen como único responsable a las FARC. Para nosotras las afrocolombianas es claro que todos son culpables y que lo ocurrido forma parte de la estrategia de terror de los grandes grupos económicos nacionales e internacionales, del narcotráfico, de los mezquinos intereses que los políticos corruptos le han preparado a nuestros pueblos para apoderarse de sus territorios colectivos.

A nadie se le puede borrar como esta estrategia sangrienta cobra víctimas directas entre nuestros hombres, mujeres, niños y ancianos y se da la destrucción de nuestra precaria infraestructura por parte de todas las fuerzas militares involucradas en el conflicto, lo que esta provocando más muerte y miseria en nuestros pueblos.

Damos las gracias a todas las organizaciones de ayuda humanitaria de Colombia y del mundo, que se han pronunciado por estos actos sangrientos cometidos contra nuestros pueblos y que han generado acciones de solidaridad para atenuar el brama de nuestros hermanos de Bojayá. Pero es necesario que seamos claras y que digamos con firmeza que igualmente nuestro dolor se ha convertido en moda. Todo el mundo quiere hablar y pedir por nosotros sin comprendernos, sin entender cuáles son nuestras verdaderas necesidades. Por ello hoy cuando aparentemente han recibido mayor ayuda nuestros hermanos de Bojayá, más sumidos en la miseria y marginalidad se encuentran. Tenemos que reconoce, eso sí, que el show, ha servido para que unos cuantos vividores hagan de las suyas con el sentido humanístico de la solidaridad, y el gobierno diga que está volviendo sus ojos a esta olvidadas tierras, cuando eso no es verdad, pues a los otros municipios del departamento ni siquiera les ha tocado recibir a las pomposas delegaciones internacionales que al menos dejan los sueños de un mañana diferente.

Para nosotras, las HIJAS DE YEMAYA, la mejor manera de ayudarnos es ir más allá de la situación coyuntural provocada por el genocidio cometido hace un año y promover una reflexión seria sobre las causas y consecuencias del conflicto y las políticas que la agencia para poner en práctica lo que se decía en el “Foro el Chocó También es Colombia” que es un deber y una necesidad de las afrocolombian@s propiciar el “cambio de los que mandan” e implementar una dinámica de construcción de un modelo de desarrollo que parta de respetar y reconocer la diferencia, para mejorar las condiciones de vida de nuestras comunidades de acuerdo a nuestros intereses culturales y organizativos.

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