Una nueva denuncia pone en claro que la seguridad de los indígenas desplazados por la violencia que se encuentran en Bogotá - provenientes de todas las regiones del país - es nula, y que los violentos no quieren dejar a nadie vivo para que denuncie las atrocidades cometidas contra los grupos étnicos en el conflicto armado colombiano.
Así lo evidencian las palabras de uno de los principales líderes indígenas de la etnia Kankuama de la Sierra Nevada de Santa Marta y cuyo nombre omitimos por razones de seguridad, quien denunció una serie de llamadas hechas por desconocidos en las cuales lo amenazan de muerte.
Los hechos sucedieron el pasado lunes 8 de marzo cuando la compañera del líder kankuamo recibió una llamada en su residencia.
“¿Está su marido? Sabemos que es el sapo más grande que manda a los otros. Tú eres la sapa del sapo, por eso también te toca. Estamos tras sus pasos”.
Con este, ya son dos los casos reportados sobre amenazas y atentados contra líderes indígenas desplazados en la Capital. El primero sucedió el pasado martes dos de marzo cuando Gilberto Arlán Ariza, líder Kankuamo fue víctima de un atentado de un grupo de seis personas armadas, quienes llegaron a su casa y dispararon contra la puerta. Seguidamente entraron a la residencia y preguntaron por “los indios” y por el paradero de Gilberto. Luego golpearon a una mujer indígena Wayuú, que se encontraba allí con sus niños.
Estos hechos son preocupantes y requieren la total atención de las autoridades competentes, puesto que Bogotá, junto con Medellín, son las principales ciudades receptoras de población desplazada, en especial indígenas y afrocolombianos que se le escapan a la muerte y la violencia que se viven en sus territorios.
Por tal motivo, es necesario que el Estado, al no poder brindarle seguridad a estos líderes en sus territorios tradicionales, por lo menos les garantice las condiciones necesarias de protección a sus vidas, teniendo en cuenta que la guerra ya se ha trasladado a las ciudades.